Crítica de Rock Dog

Cuando una radio cae del cielo a las manos de un Mastín Tibetano, decide abandonar su hogar y perseguir su sueño de convertirse en músico, poniendo así en marcha una serie de eventos totalmente inesperados.

La del héroe con sueños diferentes a los planes de su padre es una historia harto conocida y Rock Dog se propone dentro de esos lineamientos. Cumple a rajatabla una fórmula por sus cortos 80 minutos que, no obstante, están cargados de optimismo y alegría que hacen que el viaje sea disfrutable, mas no memorable. Las recetas probadas para el éxito tienen razón de ser y es en base a una de ellas que se plantea el nuevo film de Ash Brannon, el co-director de Toy Story 2 y Surf’s Up. Inofensivo y adorable, responde a la falta de sorpresas e inventiva con mucho corazón y sentido del humor, con una aventura más que conocida pero que funciona.

Bodi es un joven mastín tibetano que está en la línea sucesoria de su padre Khampa para proteger Montaña Nevada, una región repleta de ovejas incapaces de defenderse por sí solas. Su progenitor necesita todos los recursos disponibles para evitar que estas se conviertan en la cena de los lobos, lo cual implica disfrazar a algunas lanudas como un ejército de perros guardianes y evitar que su despistado hijo pierda el tiempo con la música. El destino tiene otros planes y desde el cielo cae una radio en manos del protagonista, que en una misma acción descubre al rock, a su super-estrella Angus Scattergood y decide que eso es lo que quiere en la vida. Allí comienza su odisea para formar una banda, conocer al recluido músico y pedirle que le enseñe a tocar, una trayectoria clásica que igualmente se disfruta.

Brannon aporta mucha comedia, con risas que se pueden obtener de cualquier aspecto presente en la historia. En la relación fraterna, en su trabajo como guardián, en las torpes ovejas, en la pandilla de lobos, en su ida y vuelta con Angus, en su robot mayordomo Ozzie, hay humor por doquier. A lo largo de su corta duración pasan muchas cosas a un ritmo dinámico y festivo -en ningún momento es desprolija-, que ayuda a sortear con gracia los lugares comunes. No pretende ser aleccionadora y ofrece una divertida mirada sobre el mundo de la música y sus estrellas.

Rock Dog es un producto animado competente más allá de que no tenga la calidad de Pixar, DreamWorks, Disney Animation o Illumination –las últimas dos entregaron en forma reciente otros films con animales antropomórficos como Zootopia y Sing, cuyos resultados técnicos no se pueden comparar-. Una adaptación de la novela gráfica china «Tibetan Rock Dog», del músico Zheng Jun, es una producción de capitales orientales destinada al mundo. De ahí que su elenco de voces tenga a figuras como Luke Wilson, J. K. Simmons, Eddie Izzard, Matt Dillon o Sam Elliott, a quienes no se podrá apreciar por fuera de las canciones, que no suenan nada mal y se tuvo el buen tino de mantener en idioma original. Es una película de manual con más de un mérito, sin sorpresas pero tampoco ínfulas.

estrella3

 

 

 

 

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