Crítica de The Great Wall / La Gran Muralla

Mercenarios europeos en búsqueda de pólvora se ven involucrados en la defensa de la Gran Muralla china, contra una horda de criaturas monstruosas.

The Great Wall no se contiene los golpes y va por todo desde los primeros minutos. Los dos sobrevivientes de una partida de mercenarios en busca de pólvora, hostigados por bandidos que los persiguen sin descanso, encuentran refugio dentro de la Gran Muralla china previo al ataque de una masiva turba de criaturas alienígenas. Es un primer asedio en el que los extranjeros se ganarán la confianza de los orientales, pero es una muestra acabada de lo que será esta película y del despliegue propuesto por Zhang Yimou. No está presente ni el corazón o el cerebro que se podría haber esperado de un proyecto del realizador de Hero o La Casa de las Dagas Voladoras, sino que pareciera ser suficiente el hecho de ser un tanque de Hollywood hecho dentro del gigante asiático.

El cineasta propone un espectáculo bélico que en sí mismo es lo mejor que tiene para ofrecer lo que es la mayor co-producción en la historia entre estudios norteamericanos y chinos. La Orden sin Nombre es un ejército como no se vio, organizado en unidades particulares que responden a las directivas de los generales. Cada batallón tiene su color y armadura específicos, dos elementos que realzan el espectáculo visual, y cada uno tiene su estilo de combate y función en la lucha contra los monstruos. El más vistoso -aunque indudablemente menos práctico y arriesgado- es el Cuerpo de Grullas, lanceras acróbatas que hacen saltos bungee hacia el fragor de la batalla y se arriesgan a ser despedazadas con cada ataque. Si hay algo que se destaca, es la importancia de las mujeres en las huestes.

Matt Damon encabeza la acción como William, un mercenario experto con el arco y flecha, que ha peleado por distintas banderas a lo largo de su vida y por razones poco honorables, que se ve arrastrado a una lucha por el futuro de la humanidad. Es el único con cierto desarrollo y contexto, en relación a una larga lista de personajes unidimensionales poco aprovechados. Tian Jing y Andy Lau tienen sus buenos momentos, pero Pedro Pascal (Game of Thrones, Narcos) queda relegado a un mero comic-relief innecesario, mientras que William Dafoe es desperdiciado en un rol menor que no es para un actor de su calibre. Sí vale señalar que no se incurre en el problema del whitewashing –el blanqueo, una controversia presente desde que se anunció que Jason Bourne la protagonizaría-, sino que William se pone al servicio de una estructura organizada que lo educa en sus costumbres.

Zhang Yimou tiene buenas ideas para llevar a la pantalla, como toda la exposición armamentística, la estética y los escenarios, que se traducen en una estilizada guerra contra miles de criaturas que se hace bastante ligera. Pero ello pareciera ser lo único destacable dentro de una producción con escaso desarrollo de personajes y resoluciones sacadas de la galera, con un guión previsible y de poco vuelo de parte de Tony Gilroy (The Bourne Identity) y la dupla de Doug Miro y Carlo Bernard (Narcos, Prince of Persia). El resultado es una épica hueca de cierto valor estético pero sin corazón.

estrella25

 

 

 

 

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