Crítica de Hipersomnia

Milena es una joven actriz que comienza a trabajar en una obra, pero cada vez que lee una escena específica pareciera transportarse a una casa donde está prisionera junto con otras chicas.

¿A quién no le ha pasado sufrir un sueño tan profundo al borde de no ser capaz de distinguir qué es realidad de lo que no? El nuevo film de Gabriel Grieco propone trasladar ese mismo juego a un relato cinematográfico y posicionarlo como punto de partida para un film de suspenso, que juega con la ambigüedad de lo que se ve y que a la vez traza un problema de fuerte contenido social, como lo es la trata de personas.

Hipersomnia marca desde el principio esa fuerte tensión e inquietud que logra mantener durante al menos gran parte del relato, carácter fuertemente construido a partir de un guión co-escrito por dos experimentados en el terror, el propio director y Sebastián Rotstein, que conjuga la falta de datos hacía el espectador y diálogos escuetos. Esto sumado a la visualización de situaciones de por sí espeluznantes y discordantes entre ellas establece una gran atracción y al mismo tiempo desorientación sobre lo que sucede. No es hasta bien avanzado el relato cuando se entregan, en forma apresurada, los datos que permiten atar los cabos.

La fotografía a cargo de Diego Hansel es otro factor de gran presencia en esta atmósfera que mantiene a los personajes apartados de la luz, constantemente moviéndose en espacios oscuros o de corte expresionista alterando los colores. A pesar de no ser la única locación del film, la casa en la que mantienen recluidas a estas chicas se convierte en la más importante a la hora de descubrir, de la mano de cada una de ellas, las distintas habitaciones en las que transcurren ciertos horrores.

La prioridad del desarrollo y resolución de conflicto, agregado a la particular estética visual con base en los cuerpos semidesnudos de las mujeres de la casa, restan importancia al primordial problema de la trata de personas, que solo se vuelve a hacer presente en una placa al final del film. Desafortunadamente, la densidad de un conflicto como tal cede ante el fetichismo y la vertiginosidad final del proyecto.

El reparto, que se encuentra anclado en las mujeres, conforma un grupo de personajes femeninos muy distintos entre sí y, a pesar de la falta de oficio de alguna de ellas, el guión más que convertirlas en esclavas las vuelve un símil de superheroínas duras dispuestas a escapar, algo que no es una decisión errónea pero que se vuelve definitivamente inverosímil dentro de la situación en que están inmersas. Los interpretes masculinos siguen la misma línea y no logran destacar en ningún momento, exceptuando en contados momentos el trabajo de Pedro Lanzani.

Hacia el final, la historia abandona su estética y redirige su desarrollo hacia una hiperbolización de distintos géneros entre los que se encuentran la acción, terror, western y fantasía, lo más importante para una resolución más mágica que racional.

El cine de género nacional, que por suerte se mantiene en constante crecimiento y lentamente va dejando de tener ese tenor de películas Clase B, debe afrontar necesarios experimentos de flojo resultado como Hipersomnia. Al abarcar tantas temáticas y desarrollarlas vagamente, el film no logra encontrar su camino y termina por dirigirse hacia su desenlace de la manera más común. La película de Grieco no es de lo mejor en este abanico de producciones de género, su lado positivo se encuentra en la experimentación y en una búsqueda valedera y sana que el cine nacional debe hacer.

estrella25

 

 

 

 

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