Crítica de The Unspoken / El origen del terror en Amityville

Angela es una solitaria joven que, desde la muerte de su madre, vive sin amigos y sometida a la intimidación de una agresiva pandilla de jóvenes que trafican drogas. Ella acepta un trabajo como niñera de Adrian, un niño tímido recién llegado al pueblo. Un día los pandilleros llegan a la casa para molestarla, sin embargo desconocen la misteriosa fuerza sobrenatural que reside en la vieja casa.

Hace falta el estreno de una película de terror sublime como It para mejorarnos el ambiente, aunque un par de semanas después volvamos a encontrar el trago amargo en las carteleras con The Unspoken, un nuevo insulto al género que no tiene razón de ser en las salas de cine, y su posterior aparición en el mercado hogareño no debería pasar de una tarde de lluvia en casa y por televisión de aire. Incluso así, mirar la lluvia caer puede ser un plan mejor.

Saquemos primero del medio la tendenciosa y brutal campaña de marketing en el mercado latinoamericano. Es la primera ofensa relevante que no depende de la calidad del film, pero que lastima mucho la óptica y las expectativas del espectador. Amityville es básicamente el epítome de las casas embrujadas. Pero el solo hecho de nombrar y vender tu producto como «El origen del terror en Amityville», sin tener una conexión de origen y pelearla con una mención en los minutos finales, resulta terminantemente agraviante. Hay nombres horribles dentro del horror, pero la osadía con la que venden gato por liebre es inaudita y no se ve hace años. Quizás le esté dando demasiada importancia al tema, por lo menos The Unspoken no se merecía eso.

La calidad de la película en sí, es otro cantar. El director y guionista Sheldon Wilson se chupa todos los clichés habidos y por haber para armar una trama que gira en torno a una casa a la que los habitantes de un pueblo temen entrar. ¿Por qué? La familia que residía ahí desapareció misteriosamente en escenas que se muestran en el brutal prólogo, que le insufla (corta) vida la trama. Por si fuera poco, casi 20 años después una madre soltera se muda a la accesible casa barata con su silencioso hijo, mientras el pueblo la mira con malos ojos. La niñera -una muy desaprovechada Jodelle Ferland– es una paria por esos lares e inmediatamente se siente a gusto con el pequeño a cargo. El resto, es historia.

Admito que en ciertos pasajes le di chances para que The Unspoken saliera del hueco en donde estaba metida. Hay una escena en el primer acto que es brutal, con efectos prácticos muy bien utilizados que hacían pensar que si esa era la primera muerte, qué nos aguardaba para después. Craso error: hay otra más a mitad de camino pero no mucho mejor que aquella. Otros intentos del guión son la relación entre la protagonista y una ambivalente amiga que bordea los límites de la curiosidad sexual, motivo por el cual los matones del pueblo deciden intervenir en los asuntos de la casa embrujada, y un misterio sobrenatural a resolver que ocupa buena parte de la historia. No hay mucho más que destacar. La trama prosigue con sobresaltos, habrá algún que otro momento inspirado, pero nada más. Ferland, que ha hecho pequeñas maravillas en el cine de horror y fantasía como Silent Hill o Kingdom Hospital, la serie de Stephen King, no tiene mucho que hacer excepto lucir un poco asustada. Peor le toca a Neal McDonough, la cara más reconocida del reparto, que le quedó ser el alguacil de turno investigando el caso y ahí se queda. El elenco secundario, bien gracias.

Lo que venía como otra mediocre entrega de horror tiene su punto clave en la revelación de tanto misterio, momento que para muchos dividirá aguas. Es lo que puede salvar la manera de ver todo lo que ocurrió previamente, aunque para otros dinamitará toda posible esperanza de subsanar la catarata de clichés que han padecido durante hora y media. Es un salto arriesgado, últimamente risible, que le pone la cereza encima del postre con esa escena final que bebe furiosamente del legado de Amityville sin miramiento alguno. De origen, The Unspoken no tiene nada. De terror, menos. Salvo un par de escenas interesantes, es otro estreno más que viene a ocupar lugar en las salas.

estrella1

 

 

 

 

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