Crítica de Amityville: The Awakening

Una madre soltera con tres hijos, se muda a una casa embrujada sin conocer las sangrientas historias que ocurrieron allí a mediados de los ’70.

En el cine de género, exprimir de manera infinita un concepto hasta dejarlo seco es algo de lo somos testigos desde los años ’80. Y es lo que ocurre nuevamente con Amityville: The Awakening, el último largometraje sobre esta famosa casa embrujada, y el decimoctavo dentro de la saga, con su primer lanzamiento en 1979. Sin embargo, desde 2005 que ninguna de estas películas llegaba a las salas de cine y, para esta ocasión, el film recayó en manos de la prestigiosa Blumhouse, una de las mejores casas productoras de terror del momento. Filmada en 2014, esta llevaba casi tres años postergando su estreno, con uno limitado en Ucrania y Centroamérica, con la posibilidad de descargarla de manera directa por Google Play y una última decisión de lanzarla a la pantalla grande en algunos países más.

En esta entrega, Belle Walker (Thorne) llega a su nuevo hogar ubicado en el pueblo de Amityville junto a su madre Joan (Jason Leigh), su pequeña hermana Juliet (Mckenna Grace) y su hermano James (Monaghan), quien lleva un tiempo en estado de coma. A medida que pasan los días, extraños hechos comienzan a recaer sobre la familia Walker y pronto Belle comenzará a sospechar de los macabros secretos que rodean al lugar.

La dirección está a cargo de Franck Khalfoun(Piranha, Maniac) y, si bien no presenta algo demasiado nuevo, hay un buen resultado en su trabajo. Colores fríos y un ambiente de oscuridad sobresalen y generan una buena calidad visual. Lo mismo sucede con un guión que respeta fielmente la estructura de un film de terror convencional, pero trabaja muy bien los vínculos entre cada miembro de la familia, ayudando a que no podamos anticipar todo lo que podría ocurrir.

Al tratarse siempre de una casa, cualquier producción sobre Amityville permite que los repartos no se alejen a ser más que una familia y algún que otro personaje secundario; y este caso no es la excepción. Bella Thorne maneja su papel de manera correcta, encontrando una protagonista con bastante carácter y afronte. Pero, sin duda, las dos actuaciones más sobresalientes son las de Jennifer Jason Leigh y Cameron Monaghan. El estado mental de la madre respecto a la relación con su hijo y cómo repercute en sus otras dos hijas resulta ser de lo más tenebroso dentro de la película. Por su parte, el joven actor -que ya conocemos por su rol de Jerome en Gotham– sabe hacer de su mirada, desafiante y macabra, una vía directa para producirnos profundos escalofríos al momento de sus apariciones.

Es interesante remarcar que la película reconoce el extenso legado de Amityville y asume el lugar que ocupa dentro de esta. Esta correspondencia, además, cumple otra función: legitimar a Amityville: The Awakening como la secuela directa a la de 1979 y darnos a entender que esta es la que ocurre en «la vida real».

Es entretenida, con algunas dosis de jumpscares y ciertos juegos entre realidad-pesadilla sobre lo que va sucediendo. No obstante, en un momento en el que vemos al cine de género presentar nuevas e interesantes propuestas -por ejemplo, Get Out de Jordan Peele-, Amityville: The Awakening no deja de traernos lo obvio y redundante del terror, sin terminar de sobresalir y quedando a mitad de camino. Sin embargo, bajo el respaldo de Blumhouse, con un elenco que cumple las expectativas y con ciertas variables en el guión que al menos logra llamar la atención, puede que estemos ante una de las películas más destacadas dentro de esta franquicia de la que, muy probablemente, no será lo último que veamos.

estrella2

 

 

 

 

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