Crítica de Mark Felt: The Man Who Brought Down the White House

Es un thriller autobiográfico, basado en los hechos reales de Mark Felt, un agente del FBI más conocido como «Garganta Profunda», que se convirtió en una fuente anónima para los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, ayudándolos en la investigación que los llevó al escándalo de Watergate en 1974.

El caso Watergate ha pasado a la historia como uno de los escándalos más importantes de la historia política mundial, un trauma para la sociedad estadounidense. En Mark Felt: The Man Who Brought Down the White House, Liam Neeson interpreta al segundo hombre más importante del FBI, mejor conocido como «Garganta Profunda», seudónimo por el que pasó a la historia por haber sido el responsable de la salida a la luz de los documentos incriminatorios para con el gobierno encabezado por Richard Nixon.

El film narra el caso desde el punto de vista de Felt, con lo que no hay intriga ni casi sorpresas, sino que todo el relato se encarga de indagar las causas y acciones que llevaron al segundo al mando del FBI a entregar información secreta que generarían esta explosión política. La intimidad, una puesta en escena oscurecida y gran cantidad de planos ocultos construyen no solo al personaje central sino también el ambiente de conspiración, la ilegalidad que ronda por todos los rincones de la esfera política norteamericana de los años ’70.

Felt, a la vez, fue enjuiciado por atentar contra los derechos de los integrantes de la organización radical Weather Underground; incidente que el relato toma para desarrollar la subtrama personal del protagonista, quien junto con su esposa -interpretada por Diane Lane– lleva años buscando a su hija. Peter Landesman, director y guionista, no logra conjugarla bien, llevándola por saltos y forzando las situaciones, dejando que el tronco principal, el caso Watergate, cargue con todo el peso de mayor interés.

Tal y como es tratado, el caso Watergate -bien conocido pero algo lejano para nosotros- resulta difícil de seguir, teniendo en cuenta la gran cantidad de distintas figuras e instituciones propias de la cultura estadounidense implicadas. Aún así no deja de generar atención constante basada en el hecho de que el film no se centre en el escándalo propiamente dicho, sino en los sucesos que le dieron origen.

El Informante propone una mirada sobre Watergate a través de uno de los sujetos responsables de su revelación, aunque no logra teñir al caso con la dimensión social que representó para la sociedad mundial. Más bien, quizás forma parte de un mosaico que le sirva al espectador estadounidense para conocer los detalles de un episodio que forma parte de su conciencia colectiva. Un film hecho a medida del público yanqui.

estrella3

 

 

 

 

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