Crítica de Wonder / Extraordinario

Nacido con una deformidad facial que, hasta ahora, le han impedido ir a una escuela regular, Auggie se convierte en el más improbable de los héroes cuando ingresa al colegio.

Las ventajas de ser un marginado.

Con frecuencia recuerdo lo que me hizo sentir The Perks of Being a Wallflower (2012) en el cine. Pocas veces me encontré tan desarmado en una sala, con un Stephen Chbosky que entregaba una de las mejores películas de los últimos años acerca de adolescentes incomprendidos en la escuela –cuya calidad se sobreponía a un final que no terminaba de cerrar-. Un lustro después, el escritor de Rent y la reciente Beauty and the Best vuelve a poner el foco en un personaje que se sabe diferente, por razones completamente distintas, y que debe hacer frente por primera vez a un colegio, institución hasta ahora desconocida pero que causa un miedo paralizante, como una picadora de carne en la que solo los más fuertes sobreviven.

Si bien en espíritu son similares y transitan un camino parecido, Wonder traza una divergencia respecto a la otra en relación al contexto familiar. Auggie Pullman tiene la familia que Charlie Kelmeckis desearía, con padres que se desviven por él en tanto que dejan un poco a su suerte a su hermana mayor –de hecho, es el personaje de Izabela Vidovic el que más se puede relacionar con el de Logan Lerman-. Y la razón es clara. El rostro del niño de 10 años es un recordatorio permanente de que él necesita más ayuda, favoritismo que se hace patente con cada acción de su amorosa familia, dispuesta a suspender sus propias vidas para atender a la del menor.

El temor por ser el niño nuevo pocas veces fue tan grande. El protagonista no solo nunca ha ido a la primaria, sino que tiene una cara que lo vuelve inmediatamente noticiable. Y los niños pueden ser muy crueles, algo que bien saben sus papás. Auggie lo descubre desde el primer contacto con otros chicos, aquellos que tienen que darle una introducción a la escuela a la que va a asistir. El guión de Chbosky, Steve Conrad (The Weather Man, The Secret Life of Walter Mitty) y Jack Thorne (A Long Way Down) transita con pericia una fina línea que impide caer en el golpe bajo, con corazón y sentido del humor para sobrellevar un conflicto que sencillamente podría ser lacrimógeno.

Y mucho de ello se debe a la originalidad con la cual la película es narrada, con un recurso propio de la novela de R.J. Palacio en que se basa. La historia de Wonder se cuenta en primera persona, lo cual no necesariamente implica que sea siempre la misma persona la que la cuente. Con ello en mente, y sin adentrarse en detalles innecesarios del argumento, cada personaje cobra una dimensión inusitada para un film de estas características. La vida de Auggie se ve transformada con el ingreso al colegio primario, por el contacto con sus primeros amigos e indudablemente por el bullying, acoso que en todo momento se encuentra presente y hace un llamado de atención a la audiencia. Pero también se nos permite conocer en mayor profundidad a compañeros de clase, amigos de la familia y a los propios integrantes del círculo íntimo.

La realidad del pequeño impacta de manera directa en quienes lo rodean, pero es de elogiar que esto se explore con una alternativa así y no como se lo haría en forma corriente, más allá de que por momentos se afecte seriamente al ritmo o se perciba que nos alejamos demasiado del protagonista –alguno de esos puntos de vista adicionales puede sentirse que está de más, por fuera de que tenga recompensa en el final-. Ayuda el tener a una Julia Roberts que siempre devuelve la pelota redonda, a un Owen Wilson cómplice y a una Vidovic con la que es imposible no sentir empatía –ni hablar de Sonia Braga, que necesita una escena sola para demostrar grandeza-. Jacob Tremblay es una pequeña estrella como se sabe desde el estreno de Room y aquí no deja de ser adorable, en tanto que hay buenas elecciones para el rol de Jack Will (prepárense para ver a Noah Jupe en todos lados) y para el abusivo de turno Julian (Bryce Gheisar). Wonder aborda un tema sumamente actual y universal, pero encuentra cierta originalidad en el lugar común. Una feel-good movie con todas las letras, que no se percibe demasiado aleccionadora y que no necesita pegar debajo del cinturón.

estrella4

 

 

 

 

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