Crítica de Victoria y el Sexo

Algo le sucede a Victoria con su química. De ser una chica hiper sexual pasó a perder el interés por los hombres. Mientas tanto su vida sigue, es madre y abogada penalista en pleno vacío sentimental.

Victoria y el Sexo

A casi dos años de su estreno en las salas de Francia llega Victoria y el Sexo, película de Justine Triet (La Batalla de Solferino) que abarca diversos temas de la vida social y personal de su protagonista, buscando que consigamos una empatía y el poder de adentrarnos en su día a día con sus objetivos, sus virtudes y defectos, sus momentos buenos y malos.

Al mejor estilo europeo, y principalmente de su país de origen, esta comedia dramática -con más de lo segundo que lo primero- maneja un modo muy, pero muy particular del humor. Regido a partir de temas que están constantemente en nuestra vida social -sexo, relaciones sociales y románticas, el estrés laboral, crianza de hijos, drogas-, somos testigos de la vida de Victoria -interpretada por Virginie Efira-, una abogada y madre divorciada que debe lidiar con la crianza de sus hijas y su rol como abogada defensora de su amigo Vicent (Melvil Poupaud), acusado de intentar asesinar a su mujer. Al mismo tiempo, nuestra protagonista tiene que tratar con su ex marido David (Laurent Poitrenaux), escritor que utiliza la vida privada de ella para sus historias, y la entrada de un ex-cliente dealer y consumidor rehabilitado, Sam (Vincent Lacoste), a su vida. Como se hace visible, es una historia que va por distintos lados y situaciones que buscan rozar conflictos que podrían resultar cotidianos o, al menos, realistas.

Victoria y el Sexo

A partir de esta trama, lo más interesante dentro de la película es cómo va atravesando una constante inestabilidad por parte de varios de sus personajes. Es importante, entonces, reconocer que las actuaciones son muy buenas y las personalidades de cada uno de ellos son claves para que la película resulte más que correcta y atractiva. También esto es lo que lleva a que todas las voluntades y las decisiones que la protagonista vaya transitando, a medida que la historia avanza, hagan un ida y vuelta constante de optimismo y pesimismo, interés y desgano. Si bien esto es entendible para el desarrollo de la película, la vuelve un poco más lenta de lo que podría ser.

Hay un gran punto a destacar que es la fotografía y su estética. Porque si bien hay cierta simpleza, también tenemos muy buenos usos de la cámara que logran acompañar lo que sienten o viven los personajes dentro de sus escenas. Una película que maneja un tiempo particular, lo mismo puede decirse de su estilo y realización. Puede ser mucho más interesante y aceptable a medida que se conozcan las maneras que muchas veces tiene el cine europeo o, específicamente en este caso, el francés. No por eso deja de ser buena, por la forma de tocar distintos temas realistas y a los que nos podemos enfrentar en nuestra cotidianidad.

estrella3

 

 

 

 

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