Crítica de Red Sparrow

Dominika Egorova es muchas cosas. Una hija devota determinada a proteger a su madre a toda costa. Una bailarina de primer nivel cuya ferocidad ha llevado a su cuerpo y mente al límite absoluto. Una especialista en el combate, manipuladora y seductora.

Red Sparrow

Cine negro de espionaje de antaño, la moda nostálgica de la que bebe el siglo XXI. La Guerra Fría, más presente que nunca, todavía no ha terminado. Esta adaptación de la homónima novela de Jason Matthews, dirigida por Francis Lawrence y protagonizada por Jennifer Lawrence y Joel Edgerton, revive esa tendencia «yankee bueno vs. comunista malo». Hay personajes rusos hablando inglés entre ellos, erotismo y vueltas de tuerca, solo por nombrar algunos sellos distintivos del género. Red Sparrow tiene la estructura de un clásico, pero sin llegar a dicho nivel ni por asomo.

El problema principal es el arcaico juego de espionaje que propone el argumento, que parece ir de la mano con la mentalidad reinante en dicha época en cuanto a los roles dentro del relato. Tratamiento del rol de la mujer y antagonismo maniqueo, que hacen pensar cuánto realmente ha avanzado el pensamiento de la industria en materia de género femenino, chauvinismo y xenofobia. Dicha cuestión no atañe a la calidad cinematográfica formal, sino que apunta a otro tipo de análisis. Sin embargo, es también por esta misma cosmovisión que expresa la película el hecho de que por momentos se torne extremadamente aburrida y previsible.

La antecesora más inmediata de este tipo de proyecto la encontramos en Charlize Theron y su Atomic Blonde (2017), con un despliegue visual asombroso acompañado de un desfile de puños y patadas más dignas de un videojuego. Red Sparrow se ubica en el otro lado del espectro, mucho más sobria, gris y con predominancia en la interioridad de los personajes y las relaciones entre ellos, además de lo que corresponde a la batalla entre centrales de inteligencia. Punto a favor, a pesar de cuán adecuadamente puedan estar desarrolladas estas tramas.

Red Sparrow

JLaw y Francis Lawrence, en su cuarta colaboración juntos después de tres filmes de la saga The Hunger Games, se traen toda la producción de arte y fotografía de Panem, y por momentos resulta chocante ver el parecido de ambos mundos. Aún así, el trabajo fotográfico de Jo Willems no deja de ser atinado por su capacidad de recrear la crudeza y lo lúgubre del paisaje de Europa del Este.

Lawrence y Edgerton ponen todo de sí para lograr llevar al film a buen puerto, pero el problema no viene de ellos sino de la inverosimilitud en la que se cae. Gracias a esto es que el esfuerzo de ambos intérpretes, así como de todo el elenco, genera más sensación de ridículo que otra cosa. Con todo esto, la película no carece de momentos de disfrute, como un inicio que llega al detonante guiado por una secuencia de montaje alterno y la bellísima pieza del soundtrack compuesta por James Newton Howard, con aires de la Madre Rusia y el ballet de Tchaikovsky.

Dicho todo esto, tampoco se debe considerar a Red Sparrow como una dudosa película de espionaje ni dejar de tener en cuenta sus méritos narrativos. El problema surge cuando los filmes se realizan con las antiguas concepciones de la industria, que no solo son funestas, sino que también disminuyen la capacidad de entretenimiento del producto. El maniqueísmo de la Guerra Fría terminó.

estrella25

 

 

 

 

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