Crítica de Pacific Rim: Uprising

Después de la primera invasión que sufrió la humanidad, la lucha aún no ha terminado. El planeta vuelve a ser asediado por los Kaiju, una raza de alienígenas colosales, que emergen desde un portal interdimensional con el objetivo de destruir a la raza humana.

Pacific Rim: Uprising

El camino para que la secuela de Pacific Rim llegue a los cines del mundo fue arduo, mucho más difícil de lo que se estila para un proyecto de estas características. Es que, más allá de los elogios de la crítica, fue el público el que tuvo un tibio apoyo para la película de Guillermo Del Toro, que arañó los 400 millones en la taquilla mundial como para que no se descartara de plano la continuación, pero que tampoco se le diera luz verde sin reparos. En los seis años que separan un estreno del otro, se hizo cambio de estudio, se perdió al director –que viene de ganarse un Oscar por The Shape of Water, con lo que no se puede decir que eligió mal-, se sumaron muchas manos al guión y se alteró a la mayoría del elenco. Y el resultado dista de estar a la altura de la primera, pero no se puede decir que se haya perdido aquel espíritu lúdico que poseía.

De movida es John Boyega (Star Wars: The Last Jedi, Attack the Block) quien toma el rol central de esta segunda parte y ahí se anota un punto a favor, dado que indudablemente es más carismático que Charlie Hunnam y su Raleigh Becket. Hay elementos de conexión entre ambos personajes, dos otrora combatientes de la resistencia que perdieron familiares durante la guerra y lidian con ello excluyéndose en un océano de anonimato. Jake Pentecost vive por fuera de los límites de la ley, como un criminal que se da la gran vida en ciudades arrasadas por los kaiju, pero eso se termina cuando la sombra de su heroico padre golpea la puerta y se ve confrontado por su legado. La amenaza de los monstruos gigantes sigue latente y hay que estar preparados para cuando vuelvan, con lo que es necesario tener cerca a aquellos promisorios soldados del Cuerpo de Defensa Pan Pacific, aun si estos eligieron desperdiciar sus talentos por un camino menos honorable.

Pacific Rim: Uprising

Con Boyega a bordo, es decir un protagonista con una personalidad más absorbente que antes, Pacific Rim: Uprising puede armarse de un elenco que lo rodee. En su mayoría de caras frescas, con Scott Eastwood como el nuevo rival/aliado de turno y un grupo diverso de jóvenes que serán la próxima línea de defensa de la humanidad, en tanto que repiten Rinko Kikuchi (Mako Mori), Charlie Day (Newt Geiszler) y Burn Gorman (Hermann Gottlieb) como para fortalecer el entretejido con la anterior. También se apela con descaro al mercado chino con las convocatorias de las estrellas locales Zhang Jin y Jing Tian, con toda una línea argumental asentada en el gigante asiático y diálogos en mandarín. No se puede culpar a los productores de querer ganar dinero y puede que a esta le resulte más fácil que a su antecesora, con lo que quizás la prometida tercera parte sea más sencilla de realizar.

Pacific Rim es original, aunque bebe de muchas fuentes. Y Steven S. DeKnight toma principalmente de la de Del Toro, quien sentó las bases de cómo debía ser la lucha entre robots y monstruos gigantes. El mexicano demostró oficio, allí donde otros encuentran caos, chispas y chatarra, él filmó con bellos planos abiertos que daban cuenta de la gloriosa batalla que enaltece al niño interior. En su debut cinematográfico, el creador de la gran Spartacus y uno de los hombres detrás de Daredevil no deja caer la posta a la hora de reflejar estos combates claros, ahora a plena luz del día. Se sabe que estos son el plato principal y no se defrauda, con peleas dosificadas entre jaegers, kaijus y la mezcla entre ambos, una de las tantas sorpresas que se reserva la película y que exige que se apague un poco más de la cuenta el cerebro.

En su proceso de llegar a la pantalla grande, el guión de Uprising pasó por muchas manos y finalmente la firma corre por cuenta del realizador, Emily Carmichael (la próxima Jurassic World 3), Kyra Snyder (The 100) y T.S. Nowlin (The Maze Runner). El hecho de que sean tantos sobre un mismo plato tiene su incidencia en el producto final, con una historia formulaica y menos épica, que gana en vueltas de tuerca a raíz de sacrificar cierta lógica del universo y que en ocasiones peca de confusa, con una mezcla algo incongruente de set pieces impactantes. Y en ese sentido es que, a pesar de que se la disfruta, no funciona perfectamente como su predecesora, sino que se perciben las costuras de un frankenstein cinematográfico. Como un jaeger con cerebro de kaiju.

estrella25

 

 

 

 

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