Crítica de Perdida

14 años atrás, durante un viaje de estudios, la adolescente Cornelia Villalba se escapa con sus compañeras para ir a bailar y se pierde en el medio de los bosques patagónicos. Nunca más se supo de ella. Hoy, Manuela Pelari, su mejor amiga, decide usar sus herramientas de mujer policía para emprender una nueva búsqueda.

Perdida

Con Perdida llega el gran primer estreno nacional de la temporada. Luisana Lopilato protagoniza esta adaptación de la novela «Cornelia» de Florencia Etcheves, un relato neo noir que toca en lo más profundo de los traumas de la sociedad, en este caso la trata de personas. El film dirigido por Alejandro Montiel (Un paraíso para los malditos, Extraños en la noche) apuesta a un despliegue fuertemente anclado a una puesta policial muy propia de los dramas televisivos; y a pesar de las fallas que puedan encontrarse logra un resultado muy favorable dentro del género.

Manuela -Pipa, como la llaman cariñosamente- es el gran punto de focalización del relato y hace pesar su protagonismo. El guión la caracteriza desde la primera secuencia como una mujer corajuda, hábil y comprometida con lo que más dentro le toca; no será necesario saber mucho más de su personalidad para entender porqué la historia se dirige para ese lado. Ella trabaja rodeada de hombres -tal como lo hace Clarice en The Silence of the Lambs– y sobresale entre ellos, sale exitosa porque es la única persona que realmente cumple su trabajo con esmero. Lleva sobre sí toda la carga afectiva del film.

A partir de esta clásica primera secuencia, una constante en los policiales, es que Perdida comienza a demostrar sus falencias narrativas, que si bien no son graves sí perjudican notablemente la atmósfera forzada por Montiel. El director lleva al extremo las sensaciones de sospecha y claustrofobia aún cuando el relato necesita un descanso. Dentro de este tenor, es necesario siempre cambiar a otros personajes y no quedarse anclado a la protagonista, pero lo hace de una forma poco justificada que genera un distanciamiento muy marcado. La película va por dos lados, retener información y caracterizarse por la omnisciencia, sin lograr con solidez ninguno de los dos.

Perdida

Por otro lado, vale destacar que la dirección del realizador logra mantener a flote con ductilidad este policial en donde el guión no termina de hacer justicia, con diálogos paupérrimos y personajes no del todo empáticos, pero con un hábil juego de alteraciones temporales. El tercer acto espera al espectador con lo mejor del film, entregando más de un punto climático y varios giros en la trama.

Por último, quizás lo más criticable se encuentra en la conjugación entre acartonadas interpretaciones y la falta de una correcta dirección de actores. Gran parte del problema de la chatura de los personajes radica en esto, la exageración y la carencia de verosimilitud. Para gran sorpresa, grandes intérpretes como Rafael Spregelburd y María Onetto se hunden en este pozo de inexpresividad y desgano.

Perdida toma demasiado del cine hollywoodense, sin prestar mucha atención a la profundidad propia de los personajes del cine nacional. Esto no termina por dar un mal resultado, ya que como película de género cumple lo que promete. Quizás sea que por la moda de adaptar thrillers que mucho del potencial del complejo conflicto de esta historia termine por perderse en el efectismo de los disparos.

estrella3

 

 

 

 

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