Crítica de Coexister / Dios los cría y ellos…

Bajo la presión de su jefa, un productor musical a la deriva decide iniciar una banda formada por un rabino, un sacerdote y un imán para hacerlos cantar juntos.

Coexister

Un sacerdote, un rabino y un imán entran a una productora de música…

Parece el comienzo de uno de esos chistes vulgares, pero a veces la realidad supera la ficción. Es el caso de la banda Les Prêtres (Los Curas), que en 2010 tomó a Francia por sorpresa al reunir a tres clérigos para lanzar un álbum con fines benéficos, de lo que Coexister toma su basamento para construir una película reuniendo a tres hombres de fe muy diferentes entre sí. Escrita, dirigida y protagonizada por el comediante frances Fabrice Eboué, la amable comedia apunta a reírse de manera irreverente de los preconceptos de cada punto religioso del trío musical, pero mayormente se queda en las buenas intenciones al buscar mofarse sin tapujos de las ridiculeces que pueden presentar ciertos detalles de cada religión.

El productor caído en desgracia Nicolas tiene problemas maritales y, por si fuese poco, es puesto en jaque por la presidente de la empresa multirubro para la cual trabaja para conseguir un éxito para su decadente productora antes de quedar de patitas en la calle. Con la ayuda de su energética compañera y co-productora Sabrina (Audrey Lamy) idean un plan maestro en el cual reunir a tres religiosos de diferentes fondos eclesiásticos y convertirlos en una sensación. ¿Por qué? No hay porqué, es una idea nacida de la desesperación que puede y debe dar sus frutos, sino no existiría la comedia. Por un lado está el párroco Benoît (Guillaume de Tonquédec) que lucha contra deseos pecaminosos, el rabino Samuel (Jonathan Cohen) que no puede encaminar su vida luego de un trágico episodio en su templo y finalmente el falso imán Moncef (Ramzy Bedia), un borracho mujeriego que descubre el poder que le confiere su nueva imagen religiosa. Unidos a la fuerza y con varias artimañas de parte del hábil Nicolas, el inesperado grupo comienza su viaje con un hilarante primer video musical -uno de los puntos fuertes de la comedia por su franca inverosimilitud, que sin embargo es extremadamente gracioso- para luego verse a merced de sus diferencias.

Coexister

Eboué traza el marco narrativo más simple posible y deja espacio a sus protagonistas para expresar sus dotes humorísticos en pantalla. Por momentos funciona, ya que Tonquédec, Cohen y Bedia construyen una excelente química entre ellos que hace funcionar al motor del film. Pero la caída en lugares comunes del género no la hacen más relevante en estos tiempos de intolerencia racial y religiosa, siendo un chiste común la circuncisión en el caso del judío, el terrorismo en el caso del imán y así un etcétera de cúmulos que pregonan dejar atrás las diferencias entre nosotros pero que nunca terminan de meter el dedo en la llaga como lo prometía, por ejemplo, la adicción accidental de uno de los curas a la cocaína, que lo vuelve una especie de rockstar con kipá incluido.

Hay escenas hilarantes como las entrevistas que salen mal, los videoclips de la banda y alguna que otra más, pero son pequeños oasis en una meseta narrativa que amaga mucho y nunca se decide en ir a la yugular. Hay un genial equipo técnico detrás y delante de cámaras, pero el chispazo de Eboué se ha quedado en una buena intención, y su cumbayá de religiones le sabrá a poco para aquellos que tenían en mente algo más sacrílego.

estrella2

 

 

 

 

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