Crítica de Cars 3

Sorprendido por una nueva generación de corredores ultra-rápidos, el legendario Rayo McQueen repentinamente se encuentra dejado de lado en el deporte que adora.

El mundo Cars es para los espectadores, casi en forma unánime, el producto más flojo de Pixar. Quizás por ser una réplica exacta de nuestro mundo pero cambiando autos por personas, o por poner la aventura menos innovadora de todo lo que el estudio de Luxo ha ofrecido. La tercera parte -nobleza obliga- no dista mucho de sus antecesoras pero integra algo que le faltaba y es la desesperanza, porque Rayo McQueen ya no es el mismo, sufre de lo que todo ser humano sufrió o sufrirá en algún momento: el recambio generacional.

El día que Pixar reveló un afiche que rezaba «A partir de ahora, nada será como antes» junto a un McQueen volando por la pista en pleno accidente, la reacción pública intuía que el estudio había decidido optar por un cambio significativo y trágico en la carrera profesional del 95. La historia nos pone frente a un protagonista siendo devorado por los nuevos corredores y por su propia vejez, lo que convierte de gran forma a Cars 3 en la búsqueda de McQueen de tener que reinventarse y de evitar lo inevitable.

Claro que no por ello la narración abandona el mundo de las carreras y el humor infantil, los elementos menos atrayentes del film y del mundo Cars propiamente dicho. El gran condimento que enturbia el relato es la nostalgia de un McQueen apesadumbrado por la muerte de su mentor Doc Hudson -ocurrida entre Cars y Cars 2, pero que repercute gravemente en el protagonista en la presente obra-. La relación del mismo con su maestro es la responsable de los momentos más emotivos y para el desarrollo del Rayo.

Así como el protagonismo del personaje principal de la saga es prácticamente absoluto, también hay una considerable disolución de importancia en el grupo que compone Radiator Springs, entre los que se encuentran Sally y Mate. Para compensar esta pérdida la historia introduce a una nueva compañera en la figura de la entrenadora Cruz Ramirez, responsable de las mayores situaciones cómicas. McQueen y Ramirez se embarcan en aventuras forzadas que se desprenden en un tercer acto que llega apresurado y que pierde verosimilitud, aunque al mismo tiempo expone un giro imprevisto y creativo que termina de delinear perfectamente los cambios por los que atraviesa el viejo corredor colorado.

Cars 3 no resiste a las características heredadas de sus antecesoras. La tragedia del Rayo que da pie al conflicto queda solo en el shock para volver a la brillantez de la saga. Pero el optimismo colorido de las carreras camina junto a la melancolía. McQueen ya no corre para vencer a los competidores sino que se ve perseguido por el inoxidable y engullidor paso del tiempo.

estrella35

 

 

 

 

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