Crítica de American Assassin / Asesino: Misión Venganza

Sigue el ascenso de Mitch Rapp, un recluta de operaciones encubiertas bajo la instrucción del veterano de la Guerra Fría, Stan Hurley. En la película, los dos son enviados en una misión para evitar la Tercera Guerra Mundial en el Medio Oriente.

American Assassin es un tipo de proyecto demasiado visto. Un thriller de acción con un mortífero agente que excede las expectativas de sus superiores, pero al que no le gusta la cadena de mando y tiene una agenda propia. Mitch Rapp es Jason Bourne con pasado. Y no demuestra mucho con lo que sobresalir en su primer paso a la pantalla grande, uno que se espera de pie a una saga debido a que es el protagonista de 12 novelas. Su salto a los cines es en el marco de una película algo competente y predecible, con ciertos elementos de interés y poco que la pueda diferenciar de otras tantas compañeras de género.

La historia de origen de este joven agente es tan oportuna como punzante. Un sorpresivo atentado terrorista en una playa deja a su prometida muerta y a él malherido, en el marco de un brutal tiroteo masivo –muy bien llevado- cuya veracidad se ve reforzada por hechos de actualidad, como los ataques de los llamados lobos solitarios en Europa. Su hambre de venganza llama la atención de una directora de la CIA, que lo lleva a una unidad de élite de operaciones encubiertas, de esas que entrenan soldados que dejarán a su suerte si algo sale mal en la misión.

Esto es el pie para conocer al Stan Hurley de Michael Keaton, lo mejor que tiene para entregar este thriller de acción. Lejos de constituirse en una figura paterna, es un jefe de armas tomar, severo y rudo, al que la trama le da alguna oportunidad de desquiciarse en cámara y ser del delirio de la platea. Dylan O’Brien es un correcto protagonista si no se lo piensa demasiado. Lleva una barba desprolija para ocultar la cara de bebé, pero es difícil dejar de ver a un adolescente actuando como adulto –por más que tenga 26 años-. De igual modo es imposible de creer que sea capaz de vencer en un mano a mano a Scott Adkins, el mismísimo Yuri Boyka, pero la magia del cine todo lo puede. Uno al que le sienta mejor el papel de villano que de héroe es a Taylor Kitsch, por fuera de que las motivaciones de su Ghost resulten ser absolutamente precarias y que la vuelta de tuerca respecto a su personaje se anticipe desde los adelantos.

Eso ocurre porque el guión de Stephen Schiff (Lolita, The Americans), Michael Finch (Hitman: Agent 47, The November Man), Edward Zwick (The Last Samurai, Jack Reacher: Never Going Back) y Marshall Herskovitz (Love & Other Drugs, The Great Wall) circula por caminos conocidos, con giros argumentales muy anunciados, sintiéndose cómodo en ser un exponente más del género antes que ofrecer elementos que podrían interesar al público en una potencial franquicia con O’Brien creciendo como el protagonista. Michael Cuesta (Kill the Messenger, Dexter, Homeland) logra inyectar algo de ese componente de realismo que ha caracterizado a su carrera, eso hasta que la acción asume el control de la historia y la lleva por un rumbo más exagerado y menos satisfactorio.

De Londres a Tailandia, pasando por Budapest, Medio Oriente y Roma, American Assassin no tiene lo suficiente como para dejar de ser una apuesta genérica. El hecho de priorizar la acción hiperbolizada y un misterio mediocre por sobre el desarrollo de personaje, pareciera dar cuenta de una falta de entendimiento respecto a aquello capaz de lanzar y consolidar una saga, sea literaria o cinematográfica.

estrella25

 

 

 

 

[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]