Crítica de Our Souls at Night

Addie Moore y Louis Waters son una viuda y un viudo que han vivido uno al lado del otro por años. Los dos casi no tiene relación, pero todo eso cambia cuando Addie trata de establecer una conexión con su vecino.

Lo que pocos conocen de Ritesh Batra, director de esta pequeña joya otoñal que acaba de estrenar Netflix, es su origen indio. Dabba (The Lunchbox) es, hasta ahora, su película más reconocida con nominación al BAFTA incluida, y ya lo presentaba como un realizador al que seguir de cerca. Our Souls at Night no pudo ser un mejor título para bautizar a esta obra de barniz nostálgico, acerca de la afinidad entre solitarios de la tercera edad. El cineasta nos relata la relación naciente de una pareja vecina que se «conoce» hace años, pero que detona a raíz de lo que podríamos llamar irónicamente una «propuesta decente».

Ambos son viudos y, tal como manifiestan, «las noches son lo peor». Es así como Addie (Jane Fonda), una mujer de carácter fuerte, le propone a Louis (Robert Redford) acompañarla a lo largo de ellas. Pero no sólo eso, la oferta de esta mujer incluye utilizar la cama como zona de confesiones de vida. De tal forma es que él, un hombre más circunspecto, conservador y algo dubitativo, acepta la proposición. No hay interés por el romance, sexo, ni nada similar. El modo debe sospecharlo el espectador.

La historia engancha inmediatamente. Se trata de un rescate desde los recovecos de la soledad. La invitación a pernoctar es también una (re)iniciación a la apertura emocional. La pareja se transforma en un par búhos amistosos, quienes poco a poco meditan sobre su pasado y abren fisuras en su memoria. Aprenderán a calmar su inercia, a comprender sus historias y, no menos importante, a superar el insomnio que los aqueja desde la pérdida. La retroalimentación de los personajes es dulce y la dirección actoral está manejada con una ternura envidiable. Entendiendo el entorno y las circunstancias es también un exquisito y elegante recado al «qué dirán», sobre todo por tratarse de un contexto pueblerino.

El interrogatorio nocturno se comienza a sentir comprometido tras ciertas revelaciones y la aparición de nuevos personajes que hacen peso como subtrama lógica, y hay data fuera de campo que vuelve más interesante el relato. Algunos cinéfilos recordarán, tal vez, la suavidad de tramas como The Bridges of Madison County, o aquella escena clásica del parloteo de los desolados personajes de Lost in Translation, quienes comparten una madrugada habitando la misma cama sólo para dedicarla a confesiones somnolientas impulsadas por la necesidad.

Our Souls at Night es una película que conjuga muy bien el descubrimiento de la intimidad con la curiosidad del condescendiente empático y la carga espiritual. Una aventura de nuevos acompañantes que se ven obligados a rastrear datos de sus propios familiares y de considerar los errores propios. Una película pequeña, sutil, más agraciada que agridulce y que tal vez se sienta monótona para ciertos espectadores, especialmente los más jóvenes.

Con cierto aire melodramático, el film funciona muy bien. No obstante considero que es un caso atípico dentro del catálogo de la popular plataforma de streaming. Netflix, tal vez usando su algoritmo mágico, ha resuelto reunir a la dupla añorada Redford-Fonda; precisamente en una curiosa producción con tonalidad de telefilme y decorada con el más trivial de los soundtracks que se podría esperar. Es notoria la sobriedad y los convencionalismos. La película está blindada contra riesgos, con elipsis breves y una buena administración de información ofrecida a cuentagotas. Es un cine de personajes, de imagen subordinada al diálogo.

estrella3

 

 

 

 

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