Crítica de Condorito: La Película

El pajarraco más querido de Pelotillehue emprenderá, junto a su tenaz sobrino Coné, una peligrosa aventura para rescatar a su desaparecida suegra Doña Tremebunda, abducida misteriosamente por una banda alienígena.

Más de una década y media después de la desaparición física de René Ríos Boettiger, el historietista chileno mejor conocido como «Pepo», llega a la gran pantalla el personaje que lo hizo famoso: Condorito. No solo eso. La película se dispone a capturar la empatía de los fans de aquel cómic -me incluyo-, en eso que me gusta denominar como el anclaje marketinero vía nostalgia. A su vez, pretende engolosinar a las nuevas generaciones -en especial al grupo más reciente de la era millenial-, quienes están más familiarizados con pantallas y botones que con la textura del papel.

Condorito: La Película es una de las experiencias animadas del año. De esos eventos que, al menos para este lado del mundo, hará memorable el 2017. La misma comienza exhibiendo las famosas viñetas monocromáticas de la clásica publicación, la más popular del mundo hispano junto a Mafalda. Y luego, vaya que estalla la aventura.

El universo de Pepo es incluido casi a plenitud y la animación ha sido planificada para el disfrute en 3D. Toda la pandilla está presente. Desde Don Chuma, el mejor amigo del pajarraco,  hasta su acérrimo adversario Pepe Cortisona. También hay cameos de Washington (su perro leal) y se hacen notar visajes repentinos a las ideas bizarras que solían poblar los breves cuentos de la célebre gacetilla, aquellas colas de lagartos hurgando en tachos de basura o el extraño hombre sonámbulo caminando sobre la vereda. No podía faltar el «Bar El Tufo», el boliche de reunión entre los amigos. Mucho menos, el partido de fútbol entre el equipo de Buenas Peras y el de Pelotillehue, eternos rivales y un excelente gancho para el inicio. Se incluyen gags desopilantes y se cuela uno que otro chiste para adultos.

Acerca de la trama, tal y como ha sucedido en otros casos emblemáticos, la salida más confiable ha sido incluir a un grupo de guionistas talentosos y habituados a la comedia., entre ellos el joven argentino Martín Piroyansky. El plan es llevar todo a un escalón arriba y, más allá de seleccionar alguna viñeta en particular, lo óptimo ha sido convertir el universo de este cómic en un vertiginoso relato de proporciones épicas que incluya todo, a todos y al giro más legendario posible. Tal como pasó con la exitosa The Simpsons Movie (2007), se conduce la trama a niveles apocalípticos. Es así como un grupo de aliens se involucra y obliga al protagonista a –literalmente- salvar el planeta.

Condorito: La Película tal vez no pueda competir contra los músculos de los grandes estudios de Hollywood. Sin embargo, la calidad de esta producción poco y nada tiene que envidiarle a éxitos como la española Las aventuras de Tadeo Jones (2012) o el caso de otros títulos animados previamente realizados en Latinoamérica. Un dato no menos curioso es saber que Condorito. La Película en realidad fue producida en un estudio ubicado en Lima (Perú). Llevó mucho tiempo de preparación e involucró a gente de diversas nacionalidades, en una joint-venture fílmica que incluyó talentos de México, Chile y Argentina para la recreación de las voces. De igual manera, al reconocido director Alex Orelle, de origen británico, quien hizo dupla junto al peruano Eduardo Schuldt.

Condorito: La Película es un reto que plantea algunos lugares comunes. Personajes como Doña Tremebunda y Coné son esenciales para la historia. Al final del día, se trata de una fábula sobre heroísmo y perseverancia. Parafraseando al genio Roberto Gómez Bolaños: «El heroísmo no consiste en carecer de miedo, sino en superarlo». El héroe es ciertamente famélico, torpe y puede llegar a ser cobarde. Sin embargo, es poseedor de las cualidades latinoamericanas más corrientes: la alegría, la picardía, el empeño y la sagacidad para el ardid, incluso para aquel que permita la solución fortuita. Esta vez también tiene el dilema de contar con dos antagonistas en simultáneo, algo no muchas veces visto.

La comedia aprovecha para elaborar parodias a clásicos como Indiana Jones and the Temple of Doom (1984) y nos podemos topar con simpáticos guiños a Star Wars (1977) y hasta Titanic (1997), en tanto que no pueden faltar las expresiones «¡Reflauta!» y el sello inigualable «¡Plop!». La película supera, con creces, los intentos de animación muda y en 2D que fueron producidos en los años ’80 en forma de clips televisivos -algunos de ellos pueden hallarse en Internet-. En esta nueva experiencia el soundtrack, además, colabora al impulsar con entusiasmo los mejores momentos. Sin duda, una gran oportunidad para desplumarse con divertidas sorpresas que aseguran la carcajada de grandes y pequeños.

estrella3

 

 

 

 

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