Lo Mejor del 2017, según Lucas Rodríguez

En orden alfabético, como siempre, acá van las mejores películas del año para Lucas Rodriguez.

2017, años brutales si los hay. Desde cualquier óptica, el año fue una salvajada en todos los ámbitos y esferas de la sociedad e incluso un lugar como el cine se vio afectado. El carbón y el diamante no son muy diferentes entre sí, resta la fuerza que se le ejerce a uno para lograr el otro, y cada año que pasa el medio ejerce por necesidad una fuerza bruta que empuja a los cineastas a superarse y buscar nuevas maneras de hacer llegar su cine a todo espectador, sin sonar repetitivo. Este conteo anual bien refleja esa necesidad: hay unas cuantas secuelas, pero lo que realmente las destaca es la manera en la que se reinventaron a sí mismas y lograron escapar a la repetición innecesaria, para otorgar una experiencia única e irrepetible. Claro que hay rezagadas del año anterior, pero no podían no estar en uno de mis conteos, por más berrinches que más de uno haga. Sin más demora y estrictamente en orden alfabético, ¿empezamos?

BLADE RUNNER 2049: secuela del seminal trabajo de Ridley Scott del año 1982, ¿funcionará? En las manos de otro director hubiese fracasado, pero a cargo de Denis Villeneuve el resultado es un aplastante noir futurista que le corre en círculos a su original con temas tan profundos como transcendentales, al mismo tiempo que encierra un misterio por más de dos horas y media que se va revelando poco a poco. Y por si no fuera suficiente, es la película más visualmente impactante del año, con una fotografía cortesía de Roger Deakins que si no gana el Oscar el próximo año puede provocar una rebelión de lo excelente que es, adentrando a uno en la atmósfera del futuro. Háganse un favor y véanla en la mejor calidad posible que puedan, con o sin haber visto la original. El viaje vale la pena.

DUNKIRK: Christopher Nolan lo ha hecho de nuevo. No hay género que se le resista, y la vuelta de tuerca narrativa que le da al cine bélico es impresionante, como todo producto de la factoría Nolan que se precie. Intensa y desesperante, no le bastan ni dos horas al director para mantener al espectador al filo de la butaca con el tenso escape desde Dunquerque. Es una de las proezas fílmicas del año, insoslayable por donde se la mire.

GERALD’S GAME: el año pasado, Mike Flanagan entró en el conteo pero en menciones especiales. Esta vez merece su lugar hecho y derecho con la maravillosa adaptación que hizo de la infilmable novela de Stephen King. Infilmable para muchos pero no para él, que entrega una película de suspenso en donde le permite a Carla Gugino ese papel protagónico que siempre se le debió. Intensa por donde se la mire, es una de las mejores adaptaciones del Rey del Horror y posee el momento más brutal que se haya visto en el cine -o en casa, mejor dicho, ya que la distribuyó Netflix en una de sus mejores decisiones en años-.

– IT: y como no podía ser de otra manera, la adaptación magnánima de una de las obras más queridas de King tiene su lugar en el podio. Gracias al visionario local Andy Muschietti es que tenemos la versión de Pennywise que siempre necesitamos, en una película que nunca pierde de vista que tiene que aterrorizar al espectador al mismo tiempo que nos cuenta la vida y obra del Club de los Perdedores. No tiene desperdicio alguno, y Bill Skarsgård le cerró la boca a muchos tras la demostración actoral al encarnar al villano absoluto. No puedo esperar a ver qué harán con la inminente segunda parte de la historia.

– LA LA LAND: para los tontos que sueñan. Entré a ver la película odiado para con los musicales. No son lo mío, no son lo mío, me decía. Y tras el primer número musical en plena autopista, quedé enamorado. Obnubilado. La oda a los sueños cumplidos y perdidos de Damien Chazelle me destruyó emocionalmente con cada canción y cada interacción entre la Mia de Emma Stone y el Seb de Ryan Gosling. Tragicómica como la vida misma, te hincha el corazón para arrancártelo en escenas posteriores, y así sucesivamente.

– LOGAN: estaba negado con el universo X-Men, hasta que Logan me rescató. Había que despedirse a lo grande de Wolverine, y Hugh Jackman y James Mangold encontraron la manera de hacerlo: a lo grande y a los tiros, con sangre y violencia, un lobezno desatado defendiendo a su cría. Fox aprendió mucho de Deadpool y siguió el ejemplo para decirle adiós a la encarnación del personaje que personificó Jackman durante casi dos décadas, y el resultado es un western mutante que deja de lado todas las estupideces de viajes temporales favoreciendo los temas que realmente importan. Imprescindible para recuperar la fe en los mutantes.

MOONLIGHT: si La La Land era devastadora, Moonlight es totalmente aniquiladora. Segmentada en tres partes iguales con la vida de Chiron, mientras crece sabiendo que es diferente, y cómo se relaciona con las personas que lo rodean. Impulsada por excelentes actuaciones de todo el elenco y robada de su momento de gloria absoluta luego del gafe en los Oscars con el premio a Mejor Película, es uno de los dramas más sensibles, crueles y esperanzadores al mismo tiempo que se hayan visto en años.

STAR WARS: THE LAST JEDI: Luke Skywalker lo advirtió, y no lo escuchamos: «No va a salir como lo planeas». Y así sucedió. The Last Jedi le pega una patada al tablero de juego y resignifica su historia al momento, en jugadas arriesgadas pero muy bienvenidas frente a una franquicia que parecía haberse quedado dormida en los laureles. Rian Johnson tomó las riendas y se nota desde el cuidado aspecto visual hasta el sublime guión que le otorga profundidad a los personajes, tanto viejos conocidos como lo que recién se suman a la acción. Y es una película de aventuras pura y dura, por más que su duración diga lo contrario. La vara está alzada, a ver que hace J.J. Abrams con el episodio IX.

WAR FOR THE PLANET OF THE APES: la conclusión de la impensada trilogía de precuelas a la distópica saga de los simios llega a su punto más álgido en la historia de Caesar y sus seguidores. Una de las historias más oscuras que ha visto el año, con un nivel supremo de animación computarizada que realmente no permite a uno pensar qué habrá más allá de esto, todo al servicio de uno de los blockbusters más sesudos y gratificantes en años.

WONDER WOMAN: el universo DC no la está pasando nada bien, pero hay una luz al fondo del túnel y esa es la que trae Diana Prince. Wonder Woman no será una película perfecta, pero es una visión única del icónico personaje, que viene potenciada por una directora capaz como lo es Patty Jenkins y en el cuerpo de la explosiva Gal Gadot, denostada ni bien aceptó el papel pero cuyo encanto y sencillez tomaron al mundo por sorpresa. El lazo dorado salvó por lo pronto a DC y un salvataje de ese tamaño merece un lugar en este repaso anual.

Mención especial.

GET OUT: una sátira oscura a los problemas raciales de hoy y de siempre, con una vuelta de tuerca aterradora y muy en sincronía con las historias contadas en <em>The Twilight Zone. Su guión es muy inteligente, su elenco está presto para la ocasión y es una película muy entretenida, pero creo que ha causado más revuelo en Estados Unidos por su situación crítica racial que por otra cosa. También le noto que el giro ya fue utilizado en una película de terror con Kate Hudson y lo han reconstruido a gusto y placer. Eso no quita que sea una genial película, pero se pasaron con las alabanzas un poco.

Faltan, sí, una parva de películas, así que los invito a discutir en los comentarios conmigo qué quedó afuera, o qué sacarían. ¡Un saludo y próspero 2018 para todos!