Crítica de Ant-Man And The Wasp

En las secuelas de los eventos de Captain America: Civil War, Scott Lang lidia con las consecuencias de sus elecciones, tanto como superhéroe y como padre. Mientras lucha por equilibrar su vida hogareña con sus responsabilidades como Ant-Man, es confrontado por Hope van Dyne y el Dr. Hank Pym con una nueva misión urgente.

Ant-Man And The Wasp

Scott Lang eligió de qué lado estaba en Civil War y se fue a pelear con el Capitán América, lo cual tuvo sus consecuencias. En Ant-Man and The Wasp, dos años después del combate en Alemania, el hombre hormiga está en San Francisco cumpliendo arresto domiciliario y jugando con su hija, sin ningún tipo de contacto con los Pym. La segunda entrega de este superhéroe viene a reforzar todas las cualidades de la primera y a sumar a la heroína que el MCU tanto necesitaba.

Después de que Edgar Wright se bajara de la dirección de Ant-Man (2015), Peyton Reed se hizo cargo de la película. Debido a este cambio de dirección en mitad de la producción, era difícil definir qué tanta marca de autor de Reed había. En Ant-Man and The Wasp, como único realizador, es fácil distinguir el estilo del director y qué elementos decidió profundizar en esta segunda parte. Es graciosa, familiar, tiene al eternamente joven y querible Paul Rudd y un conflicto que da la talla con los personajes.

Por el relato de Hank Pym (Michael Douglas) en la primera, sabemos que Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer), su esposa, se había vuelto subatómica para detener un misil. En esta vamos a ver el momento en el que ella se despide de su hija. En parte para mostrarnos la carga emocional que esto tiene para Hope, pero también para que Marvel pueda hacer uso de su fetiche preferido: rejuvenecer actores con CGI. Este flashback nos muestra cuál será el núcleo de la película: después de que Scott volviera de ese estado, Hank cree que puede encontrar la forma de traer de regreso a su esposa. Con la ayuda de Hope (Evangeline Lilly), concentrarán todas sus fuerzas en esto.

Ant-Man And The Wasp

Por otro lado, tenemos a los enemigos. Hannah John-Kamen interpreta a Ava, una de esas villanas que tienen un pasado lo suficientemente complicado como para justificar sus acciones y con la que sentimos empatía -podemos notar ciertos paralelismos con el mejor de este estilo, Roy Batty en Blade Runner-. Walton Goggins interpreta a Sonny Burch, el otro antagonista. Un traficante de tecnología que no da la talla en ningún momento y en varias oportunidades sus intervenciones se sienten forzadas. Debido a estos factores, en el segundo acto la trama parece por momentos perderse y es salvada por el relato de Luis (Michael Peña) sobre la situación sentimental de Scott. Si bien este recurso ya se había usado en la primera, no se siente gastado por la circunstancia en la que se da. Además, Peña funciona perfectamente como comic relief.

Es evidente que Marvel tomó cartas en el asunto de género y decidió darle mayor importancia a los personajes femeninos. Gracias a ello, en esta película podemos ver a la mejor heroína del universo cinematográfico. Hope no solo es inteligente y fuerte, sino que sus motivaciones nada tienen que ver con un interés romántico. Está siempre a la altura de Ant-Man, muchas veces es superior, y si bien hay un interés emocional entre ellos, en ningún momento se siente forzado ni toma más protagonismo del que debería. Los ejecutivos tienen que tomar nota de lo que se hizo con este personaje y aplicarlo a todas las demás. Otra mujer importante en la trama será Cassie, la hija de Scott. Abby Ryder Fortson vuelve a interpretarla y se roba el protagonismo en cada una de las escenas en las que aparece.

Otro de los puntos fuertes de la película está en el tamaño del argumento. Así como sus protagonistas, esta es una historia pequeña. No tiene grandes implicaciones en este universo. El conflicto central es personal, afecta sólo a los personajes involucrados y gracias a esto tampoco hay una necesidad exagerada de relacionar la historia con el resto del MCU. Las referencias a Alemania y los hechos de Civil War son las suficientes -hay que tener en cuenta que los sucesos de esta película son previos a Avengers: Infinity War-. Pero, así como es uno de sus fuertes, por momentos le juega en contra y no logra generar una sensación de peligro real.

Como casi siempre en estas películas, tiene dos escenas post-créditos. La primera será de vital importancia para Avengers 4, la segunda está ahí para reírse de que nos sigamos quedando hasta el final. Una trama entretenida, que a veces parece estirarse, pero que es salvada por grandes actuaciones, chistes por doquier y –no voy a dejar de decirlo- la heroína más badass que Marvel nos dio hasta la fecha.

estrella35

 

 

 

 

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