Crítica de Skyscraper

El ex líder del equipo de rescate de rehenes del FBI, Will Sawyer, ahora evalúa la seguridad para diversos rascacielos. En una misión en China, él encuentra al edificio más alto y seguro del mundo completamente en llamas, por lo cual ha sido incriminado. Will debe encontrar a los responsables, limpiar su nombre y de algún modo rescatar a su familia.

Skyscraper

La maquinaria detrás de The Rock está bien aceitada y el hombre es una fuerza de trabajo imparable, con una ética profesional sin igual que lo ha convertido en una de las más grandes superestrellas de Hollywood. Uno todavía puede sorprenderse de que, en apenas un lustro, el antiguo luchador de la WWE se haya forjado un camino de tanto éxito en múltiples plataformas. Al hombre se lo adora en redes sociales, da claves de estilo de vida, tiene su propio programa de televisión, su canal de Youtube, su marca de tequila, su línea de ropa y mucho más. Todo ello, claro, sin contar su incansable labor en la pantalla grande, al punto de que puede estrenar una nueva película cuando la anterior recién llega al formato hogareño, todo mientras filma otra y tiene tantas más en fila a las que abocarse. Pero el sello de Dwayne Johnson no es garantía absoluta de calidad.

Seguro, la presencia del musculoso augura un buen rato en el cine. Pero no hay más que ojear sus últimos títulos como para notar que en forma reciente ha tenido tantas pifias como aciertos. Por una aceptable The Fate of the Furious hay una pobre Baywatch. Por una muy buena Jumanji: Welcome to the Jungle hay una mediocre Rampage. Ningún extremo le hace justicia a Skyscraper, un film que pareciera fuera de época, con una vibra más bien de los años ’90 y con otros indestructibles héroes de acción al frente. Citar de ejemplos a Die Hard y The Towering Inferno es obvio porque son títulos que se nombran desde el anuncio del proyecto, pero es a las dos a las que elije «homenajear». Lo que hay es una clara influencia de ambas y este opta por hacerles algunos guiños.

Gracias a Dodgeball es que siempre se puede depositar confianza en Rawson Marshall Thurber, quien regresó con fuerza una década después de aquella para la muy buena We’re the Millers. Desde entonces se volvió un firme colaborador de The Rock, con la aceptable Central Intelligence y ahora con esta, en tanto que ya desarrollan su próxima película juntos. El director es uno que entiende mucho de humor y que ha demostrado ser capaz de mezclarlo con acción, no obstante aquí opta solo por la adrenalina despojada de comedia. The Rock es el carismático protagonista pero no hay espacio para sus one-liners o su ceja rebelde, hay un rascacielos en llamas y su familia corre peligro.

Peligro, hay que decirlo, que no se siente particularmente real. Johnson es un superhombre con todas las letras y con alguna que otra modificación es el tipo de héroe que suele encarnar, uno capaz de hacerlo todo por aquello que ama. Aquí también carga con su buena cuota de daño personal. En su anterior colaboración era algo emocional, como un agente que se rehacía tras años de sufrir bullying. Aquí es un ex oficial del FBI que se reinventa como asesor de seguridad, después de que una operación fallida lo deja con una pierna amputada. La cuota de inspiración está siempre presente y aquí contribuye a lo que en general es el tono de la película, que si bien no tiene humor eso no implica que se tome tan en serio.

Es una película que solicita una suspensión de cierta lógica para funcionar y que en ese sentido lo hace muy bien. El salto de The Rock desde la grúa al edificio, algo en lo que se concentró la campaña publicitaria, debería ser aceptado como algo que simplemente sucede gracias a la magia del cine, no como una oportunidad para enfocarse en su desinterés por las leyes de la física. Son muchas las hazañas improbables que el protagonista va a encarar y el director las filma como corresponde, con el héroe suspendido en el aire y con sensación de vértigo. A falta de sorpresas en la trama, se compensa con una seguidilla de set-pieces cada una más grande que la otra.

Skyscraper tiene un sólido primer acto. Una potente primera escena, seguida de la preparación del protagonista para la presentación de su vida y demás. También lleva a un intenso combate mano a mano que puede ser el mejor de la película. Pero cuando esta decide encerrarse en el rascacielos, se limita. Los personajes son pocos –uno que podía tener una dinámica interesante con el héroe sale de juego al poco tiempo- y el único que interesa desarrollar es el de Dwayne Johnson, algo que se hace solo con secuencias de acción. También podría haberse beneficiado de un villano más destacado, la estereotipada femme fatale de la taiwanesa Hannah Quinlivan es de lo mejor de los malos.

Si bien no se puede señalar que sea particularmente novedosa -se la ha visto de una u otra forma en diferentes oportunidades-, sí hay que reconocerle que técnicamente es un lanzamiento original a nivel global. Más allá de sus obvias influencias, no es una adaptación, precuela, secuela, desprendimiento o parte de un universo cinematográfico. Más allá de que se podría esperar más del realizador –aunque en Central Intelligence apenas cumplió-, es un tanque pochoclero cargado de adrenalina y que se disfruta. Eso puede ser suficiente.

estrella3

 

 

 

 

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