Crítica de Solo el Amor

Noah es el líder de una banda de punk que busca pegarla. Todo cambia cuando conoce a Emma, una joven abogada estructurada que vive siguiendo el mandato familiar impuesto por un padre estricto. Ambos chocan por accidente y sus vidas se entrelazan en un apasionado romance.

Solo el Amor

Más allá del fracaso, se debe reconocer el riesgo asumido. Solo el Amor es un buen ejemplo de algo que quiso ser, pero no pudo. Se arriesga a ser algo más, se pretende una comedia romántica propia del cine norteamericano, y tacha varias casillas de elementos trillados que se presume un proyecto del estilo debe tener. No lo logra y de hecho tiene varios problemas groseros, pero uno puede valorar el intento.

Noah Langdon –así se llama este adolescente argentino promedio- es un joven músico que busca su gran oportunidad junto a su banda, de limitada repercusión en redes sociales y próxima a dar un show en un escenario en el que muchas grandes bandas dieron el salto. Previo a ello conoce a Emma, una joven abogada atribulada por una profesión que no la apasiona pero que ejerce por precepto de su padre, y ese breve encuentro, con promesa de futuro, dispara en él la inspiración para componer un tema que le abre las puertas hacia una carrera artística.

Quien le da las llaves hacia el éxito es Maia Levin, una manager interpretada por Andrea Frigerio en modo Desearás, tan exagerada en sus formas y mezclando frases en inglés cuando habla que en cierto punto el ridículo pasa a un segundo plano y empieza a funcionar. El ascenso al estrellato es inmediato, previo a un cambio radical de imagen y estilo, y con ello llegan los problemas de una fama que a Noah se le hace difícil manejar, pero que es peor para Emma. El amor solo no es suficiente para la joven abogada, que se vuelve blanco de ataques vía redes sociales de fanáticas obnubiladas por el frontman de Capricho, y el convertirse en figura pública debilita los cimientos sobre los que se erigía su relación.

Solo el Amor

Claro que esas pequeñas muestras que da la película no alcanzan para desgastar un amor tan profundo, con lo que se elige un cuestionable rumbo legal tan tirado de los pelos como poco desarrollado. Sabemos que algo pasa, no entendemos bien qué ni por qué ni quién lo puso en marcha, pero el buen Gerardo Romano –de lo mejor de la película, con sus escasas intervenciones- deja en claro que nuestro ignorante protagonista quedará pegado. Y eso, sea lo que sea, es suficiente para signar la suerte de nuestros jóvenes enamorados.

Diego Corsini (Pasaje de Vida, Solos en la Ciudad) vuelve a trabajar en un terreno que conoce como es la comedia romántica, ahora en compañía de Andy Caballero, un director proveniente del rubro musical. Los talentos de ambos se ven amalgamados en Solo el Amor, una película del subgénero con estética bien cuidada, propia de un videoclip -de hecho hay un videoclip en un momento-, y ambientada en el mundo del rock. En términos estilísticos está muy bien, hay mucho juego de luces que le dan una presencia particular, en tanto que se tiene que reconocer el importante diseño de producción del que dispone.

Sin embargo, dichas cualidades que deberían ser complementos se convierten en los principales elementos de interés, gracias a una historia trillada de poco vuelo –por momentos absurda, lo cual sorprende- y un cúmulo de actuaciones acartonadas que nunca terminan de cuajar, con diálogos impostados y poco inspirados. Solo el Amor tiene claro lo que quiere ser, pero nunca llega a serlo. Quiere hablar sobre arte y es superficial a más no poder, quiere hablar sobre la industria voraz de la música y es torpe en su planteo, quiere hablar del amor y peca de ingenua. Solo el amor no alcanzaba…

estrella2

 

 

 

 

[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]