Crítica de Somos Campeones

Marco es un segundo entrenador de un equipo de baloncesto que, tras un accidente producto de una borrachera, será sentenciado a entrenar a un equipo de baloncesto muy especial, formado por personas con discapacidad intelectual.

Somos Campeones

No se puede negar que Somos campeones es una película totalmente manipuladora emocionalmente, que apunta y dispara para calar hondo en el costado mas sensible del espectador. Es insoslayable el manual de la feel good movie que lleva bajo el brazo el director Javier Fesser, pero el madrileño está tan confiado de que lo va a lograr que poco y nada le interesan que se noten los hilos… y lo consigue. Su última película ha resultado un éxito rotundo de taquilla en su país natal, y ha logrado lo imposible: que España la haya seleccionado como entrada oficial de cara a los Oscars 2019, derrotando al favorito Asghar Farhadi y su Todos lo Saben.

El tópico de personas con capacidades especiales podía ser delicado, pero precisamente la delicadeza de Fesser en el tratamiento de toda la película, dotando al film de un sentido del humor necesario para dar normalidad a lo que aparentemente no se considera como tal, es muy meritorio. Su protagonista, el Marco Montes de Javier Gutiérrez, arranca su viaje como un ser detestable al que el karma instantáneo le llega en una decisión: o ir a la cárcel por manejar alcoholizado o entrenar a un grupo de discapacitados para jugar al básquet. Javier es tremendamente soberbio y discriminador, pero es más que obvio que este grupo selecto de peculiares personas le enseñará más que una lección en las dos horas que dura la comedia.

Somos Campeones

Durante esas dos horas, que se extienden un poco más de lo que deberían, la comedia y el melodrama están a la orden del día con personajes y situaciones extremadamente hilarantes, donde nunca se toman como chiste a los disminuidos mentales, sino que ellos mismos son la fuente de la gran parte de escenas graciosas. Y cuando digo graciosas, son carcajadas puras que salen, y eso que el humor español no es para todos los gustos. Somos Campeones tiene ese halo de universalidad que de seguro no faltará mucho para que le den luz verde a una versión norteamericana.

Me sorprendió mucho el nivel actoral, donde cada integrante está impecable y también pueden seguir sus libretos con un timing envidiable. Es un grupo bien aceitado, incluso para la comedia, que ya de por sí es tiene un tono engañoso que ni los mejores humoristas a veces logran. Pero si bien la comedia tiene sus grandes momentos, es cuando se llega al momento sacarino donde toda la lección cobra su significado, tanto que me encontré con un nudo en la garganta. Sí, podrá sonar una música melosa para empujar las lágrimas aún más, pero el resultado del partido final y las reacciones de todos los involucrados van a generar una sensación en la platea que va más allá de lo convencional de la trama, de la corrección y la inclusión social. Es un momento épico que le enseña tanto al protagonista como al espectador, y es esa escena pivotal donde Somos Campeones trasciende y se convierte en una pequeña gran maravilla.

estrella35

 

 

 

 

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