Crítica de Gräns / Border: Sentí algo hermoso

Tina es una agente de aduanas reconocida por su eficiencia y por su extraordinario olfato. Pero cuando Vore, un sospechoso hombre, pasa junto a ella, sus habilidades se ponen a prueba por primera vez.

Gräns, Border

Ah, John Ajvide Lindqvist, qué retorcido sujeto. El escritor sueco, autor de la turbia novela «Déjame entrar» que dio paso a las excelentes adaptaciones suecas y americanas, está de vuelta con otra tortuosa historia en Gräns, una fábula adaptada a los tiempos que corren que mezcla romance, misterio y autodescubrimiento de una forma ingeniosa y con audacia, sin tapujos.

Gräns no es una película fácil de digerir. Eso se nota al instante, ni bien el espectador posa los ojos frente a la protagonista Tina (una fabulosa Eva Melander, escondida tras una tonelada de maravilloso maquillaje). Algo no está bien con ella, ya que posee rasgos que rayan en lo primitivo y sus actitudes bien lo confirman. Su puesto en la aduana, donde literalmente olfatea a centenares de personas en busca de objetos ilegales, la pone cara a cara con la reacción de la gente frente a su fealdad. Tina sabe que algo no está bien con ella, pero sigue su vida cotidiana como si nada. Eso es hasta que conoce a Vore, un hombre que posee sus mismos rasgos y demuestra un interés más que claro en ella.

Gräns, Border

No es muy difícil identificar qué es lo que está mal (o lo que está bien, depende la óptica) en las fisonomías de Tina y Vore, es una obviedad ligada a la mitología nórdica, que parece haber cruzado la frontera -una de las varias interpretaciones del título del film- hacia nuestro mundo. Pero eso no es lo que ocupa la mente del director Ali Abassi y de su historia, sino la liberación que siente la protagonista al descubrir su verdad y lo que ello implica. El film se abre a su costado fantástico sin nunca abandonar su cimiento realista, pero su giro la torna cada vez más audaz… y más incómoda. ESA escena (todos sabrán cuál es cuando la vean) es uno de los momentos más crudos, bellos e incómodos que me han tocado ver en mucho tiempo, y eso es mucho decir. A medida que transitan estas situaciones, la interpretación de Melander y su compañero Eero Milonoff se desbocan, dan rienda suelta a los instintos más básicos de sus personajes, y transmiten muchísimo con una construcción fabulosa de carácter que con solo unos movimientos faciales comunican todo lo que necesitan.

La fantasía oscura de Gräns se entremezcla también con la trama policial, con un caso que comienza con una detención casual en la aduana y se enreda con el despertar de Tina de una manera sublime y dolorosa. Entra en juego la noción del bien y el mal en la mentada mitología nórdica, y en si una persona puede cambiar en la ya clásica batalla entre la naturaleza y la crianza. La película de Abassi tiene a su favor un elenco maravilloso, y una labor de maquillaje que no por nada le valió una nominación al Oscar en la última edición de los premios. Son detalles que de manera inmersiva arrojan al espectador de su zona de confort hacia páramos fantásticos, siempre con unos bellísimos paisajes de por medio.

Gräns no es una película fácil de digerir, casi inclasificable en su mezcolanza de géneros, pero que brinda una experiencia única y extraña, acercando de manera solemne y con un giro fantástico la inclusión social a través de lo que nosotros consideramos comúnmente como monstruos.

7 puntos

 

 

 

 

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