Crítica de Callcenter

Dante y sus compañeros trabajan en un callcenter en el turno noche. En un día de trabajo como cualquier otro, por un problema técnico, dejan de recibir llamadas, pero deben quedarse hasta que el sistema vuelva a estar operativo. Durante ese tiempo se conocerán entre ellos, a su entorno y a sí mismos.

Callcenter, Thelma Fardín

De todos los trabajos mundanos y banales que existen, el ser empleado en un callcenter debe ser una de las tareas más arduas y desagradecidas de toda la industria. Aparte de ser un trabajo reconocido con infamia por ser mal pago, los encargados de atender las líneas deben soportar la toxicidad de la gente del otro lado del teléfono, quienes no quieren ser molestados o, en algunos casos, molestan con preguntas extremadamente vacuas. La película de Sergio Estilarte y Federico Velasco toma forma alrededor del turno noche de uno de estos lugares para desarrollar una comedia que se encasilla dentro del subgénero workplace (enredos en oficinas y otros lugares de faena), pero que no aporta demasiado a dicho género en materia de observaciones mordaces y, más que nada, humor en general.

En Callcenter tenemos entonces a un grupo de cinco (los ecos de John Hughes y su monumental The Breakfast Club están a la orden del día) comandados por una adusta líder de grupo que se encargan del turno noche del proyecto Telephone, enfocado en la empresa Kord Enterprises. Cada uno a su manera se irá presentando y, tras una caída del sistema que los deja varados en la oficina sin mucho más que hacer, se reunirán para explorar sus sueños y miedos con respecto al presente y a su futuro. Con mucho de la película de culto Office Space como plantilla de despegue y, un poco también de la genial Waiting… -con Ryan Reynolds y Justin Long-, la comedia arranca muy rígida, casi con miedo a escaparle a los lineamientos del guion, por lo cual cada parlamento suena vacío y carente de vida. No es culpa de los actores, que se rigen por el libreto y apenas tienen lugar a la improvisación, que podría haber ayudado a relajar ciertas escenas. El picaresco argentino está presente, sí, pero no termina de cuajar con la idea que tiene la película de sí misma, nunca entregándose completamente a la localización nacional del subgénero.

Callcenter, Thelma Fardín

Dentro del elenco encontramos pocas caras conocidas por fuera de Demián Salomón (quien estuvo recientemente en la recomendada película de terror Aterrados) y Thelma Fardín, tristemente célebre estos días por su angustiante caso de abuso sexual cuando era menor de edad. Ambos salen bien parados con sus líneas argumentales, uno con el peso narrativo de la historia y su incipiente acercamiento a su colega/modelo a medio tiempo, la otra con una noticia inesperada que la mueve de su eje y una relación prohibida con alguien de su entorno universitario que forma un irónico espejo distorsionado con la realidad de la actriz y su acoso.

Eventualmente, vemos como Callcenter parte de un lugar muy transitado, para luego estirar sus músculos y dejar que sus protagonistas sigan el curso de la historia hasta buen puerto. Las interacciones comienzan a llenar la pantalla y el grupo resulta más cálido de lo que se pensaba al principio, pero a esa altura ya no se puede subsanar la falta de arrojo a la hora de encarar una comedia del estilo y se queda sin gas a mitad de camino, pese a las buenas intenciones de todos los involucrados.

4 puntos

 

 

 

 

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