7 películas de inteligencias artificiales que se rebelan

Tú eres mi creador, pero yo soy tu señor.

Se estrenó en cines del mundo Terminator: Dark Fate, la sexta y última entrega de la saga, con dirección de Tim Miller (Deadpool) y producción del mismísimo James Cameron. De esta forma, se acerca cada vez más el final de la franquicia sobre la guerra entre la especie humana y la Inteligencia Artificial Skynet, el sistema informático de defensa estratégico de Estados Unidos, que se vuelve consciente de sí mismo y percibe a los seres humanos como una amenaza a exterminar. Pese a que el cine impresiona con este escenario de fantasía futurista, la amenaza robótica ha pasado de ser un recurso común de la ciencia ficción a un tema de mayor interés social, principalmente en organismos internacionales, gobiernos y prestigiosas universidades.

Lo dijo en algún momento el visionario novelista Isaac Asimov con su desarrollo sobre el Complejo de Frankenstein, el cual hacía referencia al temor de las mismas fuerzas utilizadas por el ser humano para controlar la naturaleza y que se volvían contra la humanidad. Tanto es así, que la novela de Mary Shelley de 1818 finaliza con una inmortal frase del engendro: «Tú eres mi creador, pero yo soy tu señor». Si bien la obra señala la creación de vida orgánica, el Complejo también se aplica a otro tipo de vida que el ser humano puede engendrar, como lo es un simple programa informático.

Este neoludismo surge con las máquinas robotizadas más complejas provenientes de los modernos procesos de industrialización, que supusieron un cambio de percepción por la imitación a la inteligencia del hombre. Más recientemente, la aplicación de la informática perfeccionó la ilusión de vida que producían, dando lugar a un renacimiento del miedo a la sublevación que tuvo su pico con la creación de las primeras inteligencias artificiales. Con la incorporación de la programación, las máquinas comienzan a competir con el ser humano en otras áreas como el cálculo. No solo nos superaron en el trabajo físico, sino que ya existen, de hecho, programas inteligentes que se dedican justamente a crear otros programas inteligentes.

¿Es acaso, como indica la película en cartelera, un «destino oscuro» al que estamos siendo conducidos? ¿Son los programas inteligentes una herramienta al servicio del hombre? ¿O quizás las palabras de Frankenstein hace 200 años atrás profesaron un siniestro fin para la humanidad? Pese a notables avances, actualmente aún no se ha concretado la creación de una verdadera Inteligencia Artificial. Por lo pronto, y mientras esperamos atentos, repasemos un par de películas en donde estas creaciones tomaron el control.

 
I, Robot (2004)

I, Robot, Sonny, Will Smith

Para el 2035, los humanos dependen cada vez más de las máquinas, utilizando robots para diversas funciones. El policía John Spooner (Will Smith) investiga, con la ayuda de una experta en psicología robótica, un homicidio cuyo principal sospechoso pasa a ser un robot llamado Sonny. Y, si eso es cierto, significa que los robots habrían encontrado una manera de romper las leyes de la robótica. En este caso, nada podría detenerlos en la conquista del mundo.

Enunciadas por Asimov en un relato de 1942, las tres famosas leyes constituyen una base ética para el desarrollo actual de sistemas autónomos. Si bien en una primera instancia se presentan como infalibles, la película demuestra que, sin pasarlas por alto, un robot puede llegar a no saber distinguir una situación de peligro como lo haría un ser humano, radicalizando la interpretación de la lógica de Asimov. Destaca también por sus diálogos inteligentes que establecen conflictos entre hombre y máquina, no sólo filosófica sino también pragmáticamente.

Virtuosity (1995)

Virtuosity

Sid 6.7 es un asesino de laboratorio virtual, compuesto por la personalidad de 183 psicópatas utilizados para entrenar a oficiales de policía. Pero se las arregla para escapar del ciberespacio, y así poner en peligro a la población de los Ángeles. Y si crees que es invencible en el mundo de los bytes, espera a ver de lo que es capaz en el mundo real… Al ser inmune a los medios convencionales de exterminio, sólo un experimentado ex policía (Denzel Washington) podrá frenarlo.

Se juntan aquí no solo la tecnología de nanobites sino también la posibilidad de escape que se le da a un programa informático a un ambiente más abierto y de posibilidades ilimitadas. Básicamente es la suma de todos nuestro miedos tecnológicos: un programa basado en la psiquis de asesinos que no solamente toma consciencia sino que adquiere un cuerpo indestructible. Gracias a la nanotecnología se recupera de cualquier lesión infringida. Y si a esto le sumamos el rostro de demente que sabe ejercer un jovencísimo Russell Crowe, tenemos una idea original y muy adelantada a su época.

Tron: Legacy (2010)

Tron: Legacy

Cuando un experto programador de 27 años investiga la desaparición de su padre, se encuentra con la posibilidad de ingresar al mundo digital donde este ha vivido aislado durante 25 años. Se adentra así en un cosmos denominado La Red, el cual está dominado por un avatar en principio desarrollado para cuidarlo, pero que al sentirse abandonado por su creador determina que subyugar esa tierra es la mejor opción.

Un lugar saturado de luces de neón y oscuridad. De carreras y peleas en formato gladiador. De bipolaridad en cuanto a la pertenencia del centro o la periferia. Un paraje constantemente frío y meticulosamente construido por Joseph Kosinski, quien conduce un reino digital a puro detalle y reglas bien definidas. Una idea que el cine retomaría parcialmente más tarde con Wreck-It Ralph (2012), sobre cómo continúa la vida detrás de la pantalla del videojuego, aunque en este caso el programa no piensa de la misma forma que el programador.

The Matrix (1999)

The Matrix

Con estética cyberpunk y demoledores efectos especiales -que marcaron un antes y un después en el rubro-, la historia de The Matrix parte de una premisa muy similar a la de Terminator: una vez que adquieren autoconciencia, las máquinas se rebelan contra su creador… y ganan. La diferencia radica en que en este film el concepto de aniquilación o erradicación de los humanos no se busca en su totalidad, por lo que es suplantado por conceptos como utilidad, necesidad y elección para ambas especies. Sí, los humanos han perdido su mundo por culpa de las máquinas, pero por mucho que puedan odiarlas son incapaces de sobrevivir sin ellas y viceversa.

Algo que resalta también es como evoluciona a lo largo de la saga la actitud de los programas hacia lo humano. Hay un dinamismo existencial que se va advirtiendo paulatinamente. Queda claro cuando se contrasta el odio total por los programas agentes y más tarde encontramos programas que persiguen deseos tan humanos como el sexual, o que se sienten agradecidos por tener descendencia. Es evidente que en un siglo tampoco los humanos han sido capaces de comprender a las máquinas.

Ex Machina (2014)

Ex Machina

La historia comienza cuando un joven programador gana un ascenso en su compañía para participar en un nuevo experimento de inteligencia artificial desarrollado por el mismísimo presidente de la empresa, un genio millonario, excéntrico y solitario. El proyecto implica una prueba con un robot llamado Ava y el objetivo es detectar el nivel de veracidad de los sentimientos que pueden surgir entre esta IA y un humano. Si el experimento falla, el robot será descartado y el proyecto reiniciado. El problema es que Ava alcanza un nivel tan sofisticado de seducción y hay tanto secreto detrás de su creación que la relación entre ella, el científico y el joven adquiere contornos impredecibles. Un relato al más estilo Frankenstein pero en plena era digital.

Se presenta al espectador desde el inicio como ciencia ficción que no es rehén de sus efectos digitales, a pesar de ser uno de los departamentos más interesantes del trabajo. La película hace honor al género, al usarlos para una trama que tiene como objetivo discutir temas filosóficos sobre la fe, la ética, el sentido de omnipotencia del hombre y su relación con/para/sobre la tecnología. Un film que cita a la creación como aquello que hace que nuestras generaciones sean perfectas, pero también puede ser subestimada severamente en su existencia y autonomía por el propio ego del creador.

Avengers: Age of Ultron (2015)

Avengers: Age of Ultron

Todavía atormentado por la destrucción causada por Loki y los Chitauri, Tony aspira a construir una tecnología importante destinada a poner fin a la vulnerabilidad de la Tierra. Su plan es hacer una inteligencia artificial perfecta que pueda asimilar y razonar contenido que no esté en su programación básica: una inteligencia en constante evolución. Pero resulta que Ultron no es como los villanos de otras películas. No es Loki o HYDRA. Es una amenaza robótica que conlleva lo peor de la personalidad de Stark y, por lo tanto, se convierte en un antagonista completamente diferente y mucho más peligroso. Ultron es infantil, egocéntrico y la forma que usa Internet para crear varios cuerpos lo hace que sea imposible de capturar. No siendo suficientemente infranqueable, el robot se alía con los gemelos Maximoff, que odian a Stark y persiguen su propio viaje de venganza, para destruir al equipo de adentro hacia afuera.

Esta IA es astuta, inteligente y cínica. Mientras imita, se opone a Iron Man, lo que crea una dualidad fascinante entre los personajes. Joss Whedon, por su parte, desliza también varias preguntas muy legítimas a través de los discursos del androide. En cuanto al concepto de creación, se alza otra alternativa: JARVIS, quien se opone al caos y la imprevisibilidad del villano con una forma de pensar más racional y pacífica.

Stealth (2005)

Stealth

Ambientada en un futuro cercano durante la creciente amenaza del terrorismo, la historia gira en torno a tres aces del aire al mando de aviones de guerra avanzados. Con máxima precisión de ataque, estos van a servir de prueba piloto de compatibilidad, y luego de posible suplantación, con una nueva máquina aérea de suficiente inteligencia, capacidad de aprendizaje y evolución en técnicas de combate y toma rápida de decisiones. Una premisa similar a las anteriores, que se origina con la idea de tener una herramienta automatizada que facilite la tarea humana.

Pero como siempre sucede en la ficción, las mejores ideas a veces terminan en un revés catastrófico. No deja de ser tal vez una mezcla vergonzosa de Top Gun (1986) y 2001: A Space Odyssey (1968) en cuanto a la audacia de los pilotos y la voz metálica del programa. Lo nuevo en aporte es el entorno. Hasta ahora no se había incursionado en inteligencias artificiales que se amotinaran en pleno combate aéreo. Luego de ser golpeado por un rayo, «EDI» comienza a pensar por sí mismo y deduce enemigos al azar; no solo obtiene su propia voluntad sino también su propósito personal.

No, aun no llegamos a este umbral científico… ¿Pero quién esta al 100% seguro de que el dispositivo desde el cual estás leyendo estas líneas no te esté observando, y esbozando para sí una sonrisa maliciosa?