Akira Kurosawa: 5 películas para conocer al más grande del cine japonés

Uno de los cineastas más influyentes que existieron.

Akira Kurosawa

Un 23 de marzo de 1910 nacía en Japón el que sería uno de los más célebres directores del cine oriental, calificado incluso por Steven Spielberg como «el Shakespeare del cine contemporáneo». Un aspecto notable de las películas de Akira Kurosawa es la amplitud de sus influencias artísticas, ya que algunas son adaptaciones de obras del mencionado y reconocido dramaturgo inglés –Ran, Trono de Sangre, Los Canallas Duermen en Paz-. Este descendiente de una línea familiar de antiguos samurais tuvo un estilo cinematográfico con fuertes críticas al régimen japonés de la Segunda Guerra Mundial, aunque también abundan sus juicios al individualismo, las tradiciones japonesas y sus famosos westerns.

Kurosawa dirigió también transposiciones de obras literarias rusas, de grandes autores como Dostoievski y Tolstói, perfeccionando su estilo y dedicando grandes cantidades de tiempo y esfuerzo para lograr el efecto visual deseado. Tuvo una técnica cinematográfica propia, que otorgaba a sus películas un aspecto único. Le gustaba emplear lentes de teleobjetivo que aplanaban el encuadre y creía que situando las cámaras lejos de los actores se lograban mejores interpretaciones. También utilizó varias cámaras al mismo tiempo, lo que le permitía filmar un mismo plano desde distintos ángulos. Otra peculiaridad era su empleo habitual de los elementos meteorológicos como fuertes lluvias, calores intensos, nieblas o vientos helados.

Las películas de Kurosawa han tenido gran influencia en el cine mundial y todavía inspiran a muchos directores.

Realizadores como Ingmar Bergman, Roman Polanski, Bernardo Bertolucci, Martin Scorsese o Quentin Tarantino han manifestado públicamente su admiración y respeto por el director japonés. En algunas ocasiones también ejercieron como productores de sus películas: Francis Ford Coppola y George Lucas fueron productores ejecutivos en Kagemusha (1980) y Steven Spielberg y George Lucas produjeron Sueños (1990).

Si no conoces su obra pero te intriga saber quién fue este genio, te invitamos a que descubras a un grande resumido en 5 películas imperdibles y que mejor lo definieron:
 
Los Siete Samuráis (1954)

Los Siete Samuráis, Akira Kurosawa

Una de las obras más aclamadas y que mayor influencia tuvieron no solo en directores conocidos como Tarantino, sino también en el manga y el anime. Dura no menos de 3 horas y se divide en dos actos. La historia tiene lugar en el Japón del siglo XVI, en un humilde pueblo agrícola que es constantemente atacado por saqueadores ya que son débiles y no saben cómo luchar. Cansados de ser atacados, deciden contratar a un samurai para defenderlos. En el momento en que era favorable encontrar tal servicio, los señores feudales ya no tenían samurais y muchos de ellos fueron degradados a Ronins. Solo ofreciendo comida como pago, los campesinos reclutan seis samuráis y un mercenario harapiento para que los preparen para la batalla más grande de sus vidas.

Se muestran dos estados de ánimo en el epílogo de la obra. El arte de la guerra no parece enorgullecer a sus practicantes. Kurosawa nos presenta un tipo diferente de guerrero, una clase esencialmente humanista, quien a pesar de felicitarse por la victoria en la guerra llora sinceramente y lamenta a los muertos que también lucharon. Cabe señalar que el director es el autor del primer uso de la cámara lenta con fines dramáticos, precisamente en este film. Básicamente inventa un lenguaje cinematográfico propio que elogia su trabajo como pilar de la gramática del cine.

Rashomon (1950)

Rashomon, Akira Kurosawa

En los días del Japón feudal, el encuentro entre una pareja y un bandido en el camino resulta en la muerte de su esposo. Esta trama ordinaria recibió una estructura narrativa genial que, filmada con maestría, trae a la pantalla tres relatos diferentes de esta intriga. El bandido, la esposa e incluso el difunto esposo, cada uno tiene su propia versión de la historia. La película no decide por el espectador cuál es el argumento real, pero las tres variaciones demuestran la decadencia del espíritu humano.

No es solo el guion lo que la hace imperdible. La fotografía impacta en su audacia. Por ejemplo se utilizaron espejos para reflejar el sol; un detalle esencial para resaltar primeros planos en medio del paisaje natural del denso bosque de la ubicación. Esencialmente, antes de elegir la historia real, lo que está en el corazón del mensaje poético de Rashomon son los valores humanos. Cuando te acostumbres a este estilo interpretativo y de actuaciones (a nuestros ojos) exageradas y teatrales, vale la pena verla más de una vez.

Ran (1985)

Ran, Akira Kurosawa

Mori Motonari fue un poderoso señor feudal cuyo dominio militar era prácticamente imparable y sus acciones violentas llevaron a la sangrienta gloria de su clan. Al igual que en El Rey Lear, Ran es la historia de un viejo tonto que sufre la discordia de sus hijos luchando por la tierra conquistada de su padre. Una película pintada con los tonos vivos de sangre, fuego, cielo y tierra convertidos de un campo de batalla a una tumba gigante. Desesperada, casi nihilista, pero que sin embargo encuentra la belleza en el horror. Un retrato de un mundo donde la vida no tiene sentido, donde el hombre es esencialmente cruel y donde la naturaleza no es un escenario hermoso, sino una presencia punitiva.

Kurosawa pasó casi una década preparándose para la filmación de esta obra, cuando estaba perdiendo la vista, haciendo guiones gráficos para todo el proyecto en forma de pinturas de colores. Quizás por esto Ran es una de las películas visualmente más sofisticadas de la historia, donde incluso el caos y la carnicería pueden seducir la mirada del espectador. Su uso del color es particularmente extraordinario y da orden al caos y la violencia. La más épica de las epopeyas, así como la más cruel y hermosa, la más despiadada y desesperada.

Yojimbo (1951)

Yojimbo, Akira Kurosawa

El protagonista es un asesino a sueldo, un samurái desempleado, que busca ganarse la vida haciendo trabajos como guardaespalda. En esta búsqueda, ingresa a una ciudad amenazada por dos pandillas rivales que propagan la violencia. Negocia sus servicios con las dos pandillas, sin decidir cuál defender ya que pronto se da cuenta de que ambos lados son malos. El héroe, sin embargo, no es todopoderoso y, lejos de su espada, es capturado y golpeado casi hasta la muerte.

La fotografía en blanco y negro atenúa las escenas violentas. Y, típico del oeste, el héroe solitario llega a la ciudad, cumple su misión de hacerla más limpia y se dirige solo a destinos nuevos y desconocidos.

Yojimbo marca el regreso de Kurosawa a las películas de época, y el cineasta nos deja ante un ronin aparentemente cínico, sin grandes posesiones y algo insolente. El viento y el polvo marcan constantemente el territorio, así como el espacio desértico que lo rodea, mientras que el diseño de sonido espesa el efecto del viento que se acerca a este lugar. Debe decirse que el uso de un enfoque profundo se utiliza con gran éxito para aumentar la narrativa, así como el uso de de la iluminación, destacando las escenas nocturnas y las de acción.

Los momentos finales son intensos e inquietantes, apareciendo como la culminación de un trabajo donde la violencia aumenta gradualmente y el protagonista regresa para mostrar su enorme carisma.

Vivir (1952)

Vivir, Akira Kurosawa

Con guion del propio Kurosawa, esta obra se ha convertido en una de las más emotivas en su carrera. Kanji Watanabe es un empleado gubernamental cuya vida estuvo dedicada enteramente al trabajo. En la vejez y al borde de la jubilación, se da cuenta de que prácticamente ha vivido en una oficina su vida entera y que no ha logrado nada para sí mismo ni para los demás. Sumado a esto, le diagnostican un cáncer terminal, por lo que intentará dar sentido y cambiar el estado de las cosas en los pocos meses de vida que le queden.

Un film que nos invita a pensar sobre la existencia humana y en el equilibrio entre el vivir y hacer algo en el mundo y el sobrevivir para acumular riqueza. Así también está la desesperación de casi todo ser humano: el miedo a la muerte, a lo desconocido, la comprensión de que al final de una existencia no se ha hecho nada. La enfermedad es la razón de una nueva vida y nueva postura.

Vivir logra articular una visión crítica del mundo, la humanidad y el significado de la vida. Lo hace de una manera poética y política, una pareja que rara vez logra actuar de la mano en el cine pero que cuando sucede el resultado es de aquellos que marcan para siempre al espectador.