Algunas líneas sobre la franquicia Toy Story

Yo soy tu amigo fiel.

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Mas allá de ser historias universalmente adoradas por todo el público, la serie Toy Story guarda un lugar particular en el corazón de todos aquellos que crecimos con el vaquero Woody y el superhéroe espacial Buzz Lightyear en los dulces años ’90. ¿Cuál es el primer recuerdo que tienen ustedes de este pilar de animación estrenado en 1995, que posicionó inmediatamente al estudio Pixar en la cima para ya nunca bajar de ella? Mi momento en particular fue en la Hora de Películas en una biblioteca local, donde su sala audiovisual estaba llena de almohadones cómodos y en donde la magia de los personajes brotaron y llenaron mi mente con una historia fascinante. No debo ser el único que tuvo un momento mágico, y las sucesivas generaciones han ido descubriéndola a su ritmo. Con el motivo del inminente estreno de Toy Story 4, me tomé la libertad de sacar un pasaje en la máquina de la nostalgia y recorrí las tres primeras películas para explorarlas a fondo y descubrir si siguen tan vigentes como las recuerdo (spoiler alert: siguen siendo obras maestras del cine).

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Toy Story

Con un estilo de animación que asombró en 1995 y sigue haciéndolo hoy en día, el estreno de Toy Story supuso un antes y un después en el campo de las películas animadas. Hoy en día podemos ver con cierta picardía que los movimientos de los humanos en la película se notan raros y algo artificiales, pero basta con ver la suavidad de las acciones de Woody y el resto para saber que estábamos viendo algo diferente. Con una pasmosa duración de 81 minutos y una economía narrativa sorprendente, el espectador se introduce de lleno en el mundo del cuarto de Andy y sus juguetes, que cobran vida cuando su dueño deja de jugar con ellos. La disolución del apacible status quo que manejan los juguetes y la celosía de Woody con la llegada del nuevo e impresionante juguete, en la forma de Buzz, dispara una aventura de rescate en la cual nace una amistad duradera hasta el infinito y más allá.

Las voces originales de Tom Hanks y Tim Allen como Woody y Buzz, respectivamente, siguen siendo icónicas y totalmente perfectas para los roles, mientras que el resto de las voces no se quedan atrás y ahora forman parte del colectivo imaginario de todos. Cómo olvidar, por supuesto, la banda sonora de Randy Newman, quien se saldó con uno de los temas más recordados de nuestra infancia, uno que todavía logra poner los ojos llorosos hasta al más rudo. Y por cierto, si pensamos que los momentos lacrimógenos están reservados para las secuelas, revisen nuevamente la escena de Buzz y la canción «I Will Go Sailing No More» para lágrimas adicionales.

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Toy Story 2

Pensar que una de las mejores secuelas de la historia del cine casi se estrena directamente en el mercado de consumo hogareño. Tras el cataclismo provocado por el estreno de la primera parte, una vez que las aguas se calmaron se comenzó la pre-producción de una secuela, una que apuntaba al mercado directo a video, mientras el resto del equipo de Pixar se encontraba arduamente en la creación de otra joyita, A Bug’s Life. Pero la promesa que demostró el proyecto hizo que se elevara a un estreno comercial, y tras un reinicio de la historia y en tan sólo nueve meses de producción, una maravilla vio la luz. Toy Story 2 presenta al grupo de juguetes en su mejor vida, hasta que se les aparece un problema insoslayable: el inexorable paso del tiempo. Con el aciago descubrimiento de esta verdad universal y el rapto de Woody por parte de un malvado coleccionista, el grupo se pone en su aventura más ambiciosa al momento para salvar a su líder.

Desde cualquier arista que se la mire, la secuela es brutal. Han pasado 20 años desde su estreno, pero la animación no ha envejecido, luce fabulosa y rivaliza a todo lo hecho hasta el momento en la materia. Tres cuartos de los estrenos desearían verse así de bien, y es para aplaudir lo que el arduo trabajo del equipo Pixar logró en tan poco tiempo. No sólo en materia de aspectos técnicos, sino narrativamente hablando. La historia de Woody se expande hasta niveles insospechados, y la introducción de la vaquera Jessie, el adorable caballo Tiro al Blanco y el engañoso minero Stinky Pete abren un nuevo mundo de posibilidades para la aventura. El mensaje sobre el crecimiento de los dueños y el olvido no está mejor expresado que en la canción «When She Loved Me» que interpreta Jesse y sigue destruyendo corazones con las agridulces verdades que establece en una de las escenas más recordadas de toda la saga. La original habrá sentado precedentes sobre cómo hacer una película de animación, pero la secuela toma la posta y la sobrepasa a cada momento, entregando acción adrenalínica, una variedad de escenarios infinitos a explorar y la solidificación de una serie en su máximo esplendor.

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Toy Story 3

Tan sólo la fantástica escena inicial es confirmación absoluta de que la serie todavía tenía algo para contar luego de la universalmente aclamada segunda parte. Mas allá de un nivel de animación íntegro que le hace honor a toda la saga hasta el momento, Toy Story 3 es considerada la Boyhood de la serie, en el sentido de ver a un pequeño Andy crecer frente a nuestros ojos y a un paso de iniciar su viaje hacia la universidad. Los planes de los juguetes incluyen engatusar a su dueño para jugar una vez más con ellos y no caer en el olvido, pero el ático es el futuro más asequible para ellos. Una confusión, como siempre ocurre, los termina enviando hasta la guardería Sunnyside y la promesa del mullido y amable Lotso de no pasar al olvido al no tener dueño fijo y hacer felices a una generación tras otra de niños. Un nuevo mundo se abre para el grupo, pero la reticencia de Woody lo pone contra las cuerdas al no poder asir la situación general, que se entrecruza con sus férreos ideales de pertenencia a su dueño original. Sunnyside pronto revela su verdadera cara y, esta vez, la misión de rescate se vuelve una de evasión y sigilo, con algunos de los momentos más hilarantes de la serie en dicho escape.

Hay dos momentos por los cuales se recuerda a Toy Story 3 y ellos son la escena del incinerador de basura, y la sesión de juegos de Andy y la pequeña Bonnie. No hay canciones que golpeen fuerte en esta ocasión, sino el artefacto de Pixar actuando con máxima precisión para estrujar nuestros corazones. La escena en el basurero con los personajes uniendo manos frente a un futuro incierto es mucho menos duro en posteriores visionados, pero visto por primera vez es impactante por no decir menos. Pero la cereza en la torta es el sentido adiós de Andy al legar sus juguetes -una parte de su familia, si se quiere- a una nueva generación que sabrá apreciar a esos seres de plástico; una escena temida y ansiada a partes iguales por décadas. Con el cierre de la trilogía, cada bloque de la historia se denota necesario y hasta imposible de obviar. Lo que alguna vez suscitaba dudas respecto a la necesidad de seguir estirando una historia ahora representa una tranquilidad absoluta, ya que sabemos que Pixar no decepciona nunca, y Toy Story 4 llega como un epílogo que no sabíamos ansiábamos tanto.

Y ustedes, ¿cómo esperan esta cuarta entrega?