Algunas líneas sobre Las cosas por limpiar / Maid

En campaña para que Margaret Qualley reciba todos los premios.

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¿De qué va? Una madre soltera hace trabajos domésticos para llegar a fin de mes mientras lucha contra la indigencia y la burocracia.

Titulada así en Latinoamérica, «La asistenta» en España y originalmente Maid (Mucama), la miniserie de 10 capítulos de Netflix no ha dejado indiferente a nadie. Basada en «Maid: Hard work, Low pay, and Mother’s will to survive» (Mucama: Trabajo duro, poca paga, y la voluntad de sobrevivir de una madre), las memorias reales de Stephanie Land, fue el libro más vendido del New York Times. Si bien está ligeramente basado en el libro, su creadora Molly Smith Metzler se tomó algunas libertades con el material para ayudar a la dramatización de la historia, incluyendo las temáticas de la adicción y las enfermedades mentales.

Situada en Washington, en las localidades ficticias de «Port Hampstead» (Port Townsed es donde realmente vivió Stephanie) y «Fisher Island» (Whidbey Island), la historia sigue a Alexandra «Alex» Russell (Margaret Qualley, Once upon a time… in Hollywood) quien una noche, luego de una pelea donde casi sale herida, escapa de su novio junto a su hija de 2 años, Maddy (Rylea Nevaeh Whittet). Sin saber adónde ir o a quién recurrir, pasa la noche en un auto he intenta de varias formas acceder a ayudas y programas gubernamentales para víctimas de violencia doméstica. Alex hará lo posible por tener una mejor vida, para ella y para su hija, mientras lucha con su familia, su pasado, su abusivo ex y un sistema que parece hacer todo lo posible por no ayudarla.

La propia Stephanie Land comentó sobre la serie: «Escribí un libro para que las personas que luchan por sobrevivir pudieran verse representadas de una manera auténtica, y pudieran sentirse menos solas. MAID, la serie de Netflix que se inspiró en mi libro, continúa ese legado de una manera que me deja absolutamente impactada».

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Y esto es absolutamente cierto. MAID hace un excelente trabajo en mostrar cómo una persona de clase baja, cuya relación la ha aislado del mundo real, se enfrenta a diferentes tipos de ventajismos desde lo económico hasta lo legal. Alex, a quien su novio le ha «controlado» los gastos sin permitirle usar nada sin su consentimiento, se encuentra con que no tiene más que 12 dólares para sobrevivir, mientras averigua qué hacer o adónde ir. Por otra parte, al no poseer ningún papel legal y no haber presentado una denuncia policial porque «él no le pegó», tampoco cuenta con el apoyo judicial para conseguir una vivienda o siquiera una oportunidad laboral digna. No tiene estudios universitarios, no tiene «habilidades especiales», ni nada que a ojos del sistema gubernamental le sirvan para valerse por sí misma. Los «beneficios» y la paga miserable del único trabajo que consiga serán la primera bocanada de aire para un personaje que se ahoga en su soledad, y que además tiene que tratar con gente que la denigra constantemente y la revictimiza una y otra vez.

Para colmo de males no puede contar con sus padres, Paula (Andie MacDowell de Cuatro bodas y un funeral, la madre real de Qualley) y Hank (Billy Burke, Crepúsculo) porque son uno peor que el otro. Ella porque, además de su situación mental sin atender, suele ser irresponsable y poco empática con lo que le sucede a su hija, y él porque al igual que su yerno sufre de la adicción al alcohol y ataques de ira. Hank, además, será una pieza clave para que su hija sepa qué camino seguir, porque en su conversión al Evangelismo ha desarrollado más empatía por su yerno que por su propia hija.

La serie trata el abuso psicológico, el maltrato verbal y físico, la manipulación dentro de las relaciones tóxicas, al mismo tiempo que expone con diferentes casos que la violencia doméstica puede ser un ciclo generacional que cuesta mucho romper y requiere de mucha ayuda y apoyo. De hecho, nos coloca todo el tiempo dentro de la cabeza de Alex al presentarnos a un Sean redimido que, una vez que perdió a su mujer y su hija, decide tratar su adicción y sus problemas. Sin embargo, como en la vida real, un cambio repentino nunca es sólido y menos si ese cambio es «por alguien». Porque implica, como todo lo anterior, una forma de manipulación hacia la víctima.

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Alex, que ve estas recaídas en personajes como Danielle o su madre, no es por eso alertada de su propia situación. La serie presenta su abanico de motivos para volver, al mismo tiempo que nosotros como espectadores luchamos contra la angustia de verla incapaz de salir adelante por más fuerza que le ponga a sus intentos. Pero Alex, como todas, necesita sus tropezones y caídas para poder conseguir el apoyo adecuado y cerrar esa puerta definitivamente. Denise (BJ Harrison, Run), la mujer que atiende a las víctimas en el refugio por violencia doméstica, lo aclara en sus primeras apariciones: «A algunas le puede tomar hasta 7 intentos, a mí me tomó 5». Debo agregar que es por mucho mi personaje favorito.

Alex necesitará sólo un momento, en el que vea su ciclo repetirse, para abrir los ojos. En el mientras tanto nosotros podemos disfrutar de una serie que hace un trabajo excelente en representar estas problemáticas con la seriedad que necesitan y con la certeza de que el trabajo de Qualley merece el Globo de Oro. Falta para la entrega de premios pero, sin dudas, merece ganar alguna de sus nominaciones.

Como dato de color, al final de cada capítulo se proporciona la dirección web de asistencia a las víctimas de violencia doméstica o abusos, un sitio internacional del que Netflix toma parte y proporciona los teléfonos y datos necesarios.

estrella45

 

 

 

 

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