Crítica de Albert Nobbs / El Secreto de Albert Nobbs

Basada en el relato corto de George Moore, The Singular Life of Albert Nobbs, la película, que transcurre en la Dublin del siglo XIX, se centra en una mujer que, para poder sobrevivir, debe vestirse y vivir el día a día como un hombre.

Albert Nobbs, Glenn Close

¿Alguna vez escucharon la frase «vehículo de lucimiento»? Albert Nobbs bien podría ser un producto que encaje perfectamente con ella ya que, como un gran entero, probablemente no sea grande, pero destaca con dos actuaciones memorables y tan especiales que cualquiera de las dos actrices, estando en pantalla, levantan la trama un par de niveles más.

El personaje principal, del cual toma la película su nombre, es un papel muy particular y difícil. Siendo la película un proyecto encarado con pasión por Glenn Close (quien también personificó al mismo en la obra teatral), la soberbia actriz personifica a una mujer de mediana edad camuflada como hombre para sobrevivir dentro del seno de una sociedad dublinesca a principios del siglo XX. Una época cruenta y llena de peligros para hombres desempleados, cuyos riesgos se acrecientan para mujeres a la intemperie.

Así es como Albert Nobbs nace; nunca sabemos la verdadera identidad femenina del personaje, pero no importa, porque al ver a una Glenn Close totalmente transformada (pelo corto, nada de maquillaje y una voz muy masculina que supura acento irlandés) ya se convierte en el centro de atención y el motor del film. Pero la suya no es la única actuación potente de la película: cuando entra en pantalla Hubert Page, el papel de una estelar Janet McTeer, no hace más que confirmar la nominación en los pasados Oscars. Ambas actrices conforman un duo dinámico excepcional y, quizás, la razón más sustancial para ver la película.

El asunto de Albert Nobbs es que, con casi dos horas completas de duración, cae en un estado soporífero al seguir la historia contada desde el punto de vista de la servidumbre, en este caso, del personaje de la joven y talentosa Mia Wasikowska. Este enfoque diluye la trama y, aunque esté conectada fuertemente y es un aspecto vital y de importancia, no tener en pantalla a Close o a McTeer afecta. No es culpa de su director, un formidable Rodrigo García que sabe como hacer que el guión y el elenco (en el que se encuentran el joven Aaron Johnson y el consagrado Brendan Gleeson como el doctor residente del hotel) tomen forma, pero la trama apunta demasiado al sentimentalismo y la tragedia como para ser tan coherente como podría haber sido.

Albert Nobbs no es una película excelente; tiene carencias en su historia y se hace demasiado larga cuando sus dos motores principales, las grandiosas Glenn Close y Janet McTeer, no están en pantalla entregando su todo en sendas actuaciones memorables por las cuales vale la pena sentarse a disfrutar (con la caja de Kleenex al lado) de la susodicha película.

7 puntos

 

 

 

 

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