Crítica de Amor de Película

Martín y Vera llevan 7 años de pareja. Ella logró convertirse en una exitosa actriz, pero él todavía no logra despuntar como director. Una historia que habla sobre las segundas oportunidades, las primeras impresiones y la (re) construcción del amor.

Amor de Película tiene una problemática primera parte que condiciona todo lo que vendrá después. Hay una serie de escenas narradas por el personaje de Nicolás Furtado, que aspiran a desentrañar los mecanismos de una comedia romántica tradicional. Chico conoce a chica. Es una introducción que se extiende de más y la gracia de la explicación en off se desvanece rápido, pero ahí está él y Natalie Pérez dando muestras de su química, uno de los fuertes de este proyecto. Pero esa historia se termina y es hora de que la película empiece en serio, su problema es que ya arrastra varios minutos a cuestas de una curiosa elección que se condice con todo lo demás.

Corte a negro y en la vida de Martín y Vera pasaron siete años, uno al lado del otro. Se conocieron en el rodaje de un corto que ambos protagonizaron y que él dirigió. Ella pasó a ser una de las actrices más solicitadas, él un director de publicidades cuya carrera cinematográfica no despega. Parecieran llevarse bien, pero de un momento al otro todo cambia. Las peleas, los reclamos. ¿Hay un por qué? ¿Entendemos el conflicto que atraviesan, si es que hay uno? Amor de Película eligió mostrarnos un amor de cortometraje y una separación de película. Vera tiene cosas que reprochar a Martín, cosas que no se ven sino que ella dice de un momento al otro y no se entiende de dónde surgen. Es que no conocemos a los personajes, conocemos a los personajes que alguna vez interpretaron.

Sebastián Mega Díaz no termina de definir qué tipo de película quiere. Es una mirada divertida a la comedia romántica como género para deshilvanar sus códigos o es una comedia romántica hecha y derecha que no le puede escapar a sus lugares comunes. Entre ambas se puede llegar a una armonía –algo así logró Isn’t it Romantic? este año-, pero esa deconstrucción queda relegada a los primeros minutos y Amor de Película deviene en otra tradicional pieza del género, que apeló a cierto recurso de originalidad para desmarcarse un poco.

Hay química entre Furtado y Pérez, hay una buena participación de Guillermo Pfening como un director de teatro que busca aprovechar la pelea de los protagonistas para quedarse con ella –un rol trillado, pero del que salen divertidas escenas gracias a su trabajo-, también hay inspirados momentos musicales y diálogos que arrancan sonrisas. Sus casi 90 minutos son llevaderos, se trata de una comedia amable mas no entrañable, que podría haberse visto fortalecida de abrazar por completo la comedia romántica tratando de encontrar algo que la distinga dentro de un campo familiar, en vez de buscar forzar un tono con el que no se compromete. Y así desarrollar más a los personajes de Furtado y Pérez dentro de la película, y no dentro del corto dentro de la película.

 

 

 

 

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Migue Fernández

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