Crítica de Annihilation / Aniquilación

Para descubrir qué le ha ocurrido a su marido, una bióloga liderará a un nuevo grupo de científicas en una peligrosa expedición secreta hasta el Área X, una zona dominada por extraños fenómenos que no se rigen por las leyes de la Naturaleza y que han provocado la desaparición de anteriores equipos de investigadores.

Annihilation

Alex Garland es sui generis. Empezó como novelista en 1996 con La Playa, la cual fue adaptada en 2002 por Danny Boyle y protagonizada por Leonardo DiCaprio. Luego, se abrió camino como guionista con 28 Days Later, Sunshine, Never Let Me Go y Dredd, cuatro exponentes enormes del cine posmoderno de ciencia ficción. No conforme con su rol de escritor, firmó y dirigió su ópera prima: Ex Machina, cuento macabro y lleno de lirismo acerca de la Inteligencia Artificial y las relaciones humanas. Todo ese trabajo de hormiga desemboca en su segunda película, su segundo pleno.

Basada en la novela homónima de Jeff VanderMeer -primera parte de la trilogía Southern Reach-, dibuja el camino zigzagueante e hipnótico de cinco mujeres designadas a explorar el Área X, una zona en la Florida donde se suceden sucesos biológicamente extraños. Una de ellas es Lena (Natalie Portman), quien decide ser participe tras la repentina y extraña aparición de su marido (Oscar Isaac) -soldado de una misión de exploración previa-, a quien creía muerto.

En Annihilation, Garland realiza su obra magna. Es tal el conocimiento del género, de las formas y los códigos, que la película se transforma en una fuerza en si misma: arrolladora, perturbadora y hermosa, por partes iguales. El cineasta decide fragmentar el relato, yendo y viniendo en el tiempo, para así construir un viaje sostenido en la tensión y el misterio, que respeta y abraza el material que adapta pero del cual también toma distancia, con tal de dar origen a un compost nuevo. Basta ver cómo la palabra «aniquilación» adquiere una aplicación contextualmente diferente en ambas; quizás porque ese es uno de los temas de la película: las miradas nubladas y la falta de perspectiva del ser humano para con su entorno.

Annihilation

El itinerario del viaje y su desarrollo hacen que las motivaciones y la construcción de los cinco personajes femeninos se sientan reales. No hay nada que perder para ellas en ese ecosistema, están desnudas, despojadas de la carga del mundo que dejaron atrás. Son turistas en una tierra donde no corren las preconcepciones, son rehenes de una naturaleza que de a poco comienza a revelarle sus reglas, a mimetizarse, a amalgamarse con ellas. Natalie Portman se encarga, a la perfección, de construir un personaje tenaz y muy fuerte, pero sensible y observador al mismo tiempo. Jennifer Jason Leigh, Tessa Thompson, Tuva Novotny y Gina Rodriguez, por su lado, hacen lo mismo y se convierten en parte del prisma al que hace mención la película.

Garland y el director de fotografía Rob Hardy vuelven pictórico lo etéreo y retratan la atmósfera refractaria y tecnicolor del Área X con una bella puesta en valor e intención de cada uno de los planos: la cámara es una exploradora más, quizá la más expuesta, pero también la más sensible y abierta de la expedición. La música de Geoff Barrow y Ben Salisbury contiene varios leitmotivs reconocibles, como hacía rato no se escuchaba en la composición de una película de este género; hay melodías que acompañan determinados patrones del relato con arreglos clásicos, y otras que se enredan con sonidos hermanos del ruido, a medida que la historia comienza a cambiar de forma.

Como dijo Stanley Kubrick alguna vez: «La capa donde el cine vive es infinitamente misteriosa, y está más allá del argumento y los personajes». Garland coincide con esa declaración -como quien escribe- y entiende que es ahí donde habita el alma de su cine, y su propio faro al final del camino.

Detrás de Aniquilación hay ideas y conceptos propios de la ciencia ficción dura y la metafísica -una cruza entre Arthur Clarke y H.P. Lovecraft– pero a su vez hay narración, hay drama. Hay escenas que parecen sacadas de una película de terror, hay otras que abrazan el surrealismo. Hay cine. Y sobretodo hay coraje y confianza en el espectador. Los últimos 20 minutos son de una belleza apabullante. Su contundencia plástica le habla más a nuestros sentidos que a nosotros como espectadores, y aflora incógnitas y cuestionamientos de todo tipo. Porque Annihilation es una película sobre preguntas, no sobre respuestas. Y en un mundo donde parece haber cada vez menos de las primeras, eso es tremendamente valioso. Cuidemos este tipo de cine, luchemos para que siga existiendo, porque como dice Lena en un pasaje de la película, no se trata de destruir, sino de crear.

estrella5

 

 

 

 

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