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Crítica de Avengers: Endgame

Iron Man, Capitán América, Thor, Rocket, Black Widow, Hulk, War Machine y Nebula deben encontrar la manera de vencer a Thanos, luego de que haya conseguido su objetivo de recolectar todas las Gemas del Infinito.

Publicado por Migue Fernández el 24 de abril de 2019

Crítica de Avengers: Endgame

El estreno de una película como Avengers: Endgame desnuda un fenómeno muy propio de esta época. Vivimos en tiempos de absolutos. Lo mejor de la historia, lo peor de la historia. El término medio pareciera no existir. El tomate es uno rojo o uno podrido, pulgar arriba, pulgar abajo. Lo que tengas para decir no importa, dame estrellas. Ponerle un 7 a una película equivale a decir que no es gloriosa. Para ponerle un 6 le hubieras puesto un 2. Me hubieras dicho lo mismo. Uno ve que el público se ha visto arrastrado hacia esa lógica, el problema más grave es cuando son los colegas los que caen en ella. Hay una necesidad de exacerbar opiniones. Necesito mayúsculas más grandes para expresar mi parecer. El 10 no me alcanza. La coherencia pareciera entenderse como tibieza. Y eso, evidentemente, no genera Me Gusta. Hay que alimentar a la bestia, dándole exactamente lo que quiere leer.

Avengers: Endgame no es la mejor película de superhéroes que se haya hecho. ¿Cómo podría serlo, si ni siquiera es la mejor del MCU? Eso sí, no hay dudas de que es la más ambiciosa. Dicha ambición ha llevado a que muchos busquen describirla como un evento cinematográfico, antes que una película. Si interpreto a Endgame como una épica conclusión a una franquicia en desarrollo desde hace 11 años, en lugar de como un film de tres horas, puedo hacer caso omiso a ciertas cuestiones. Pero con toda su carga a cuestas y la relevancia que esta comporta dentro del MCU, no deja de ser una película. Una que tiene estructura de tres actos.

El primero tiene fortaleza. Es emotivo, de reconstrucción, el camino hacia la sanación. Se perdió y hay que encontrar la forma de ponerse de pie. Los Vengadores desarmados, recogiendo las piezas de su fracaso. El tercero es épico y conmovedor, de esos que cumplen con las expectativas y las rebasan. Es Marvel en todo su esplendor, una explosiva celebración del Universo y los héroes que lo integran. Es lo que queda. De lo que se va a hablar. El despegue sin problemas, el aterrizaje impecable. Pero no mencioné nada del segundo acto. Y ahí es donde hay dificultades. O turbulencias, para seguir con la metáfora.

Cada Vengador debe hacer su parte para inclinar la balanza a su favor en la lucha con Thanos. Y para ello, Avengers: Endgame elige un recurso complejo que no siempre tiende a funcionar. Que de hecho genera dudas. En su segundo acto, entonces, la película se enmaraña y complica. Sale indemne del otro lado de la nube, pero en el proceso va hacia atrás y adelante, da vueltas, toma un desvío y el camino es más largo. Pero nunca se descarrila. Estamos hablando de Los Vengadores, después de todo. Hay una decena de héroes que interactúan entre sí. Hay acción y humor por montones, también mucho fan service, a veces más de la cuenta. El viaje, entonces, no deja de ser placentero. Pero la película en sí, se desarma y pierde contundencia.

Los hermanos Anthony y Joe Russo entienden los tiempos. Hay momentos para la risa, los hay para emocionar, los hay para la épica. Es interesante mirar atrás y comparar con lo que a la distancia se ha visto como una desilusión, como es Avengers: Age of Ultron –personalmente en su momento la disfruté mucho-. Aquella también tuvo una ambición desmedida y aplastante de la que, si se sopesa todo lo que se puso en juego, salió bastante airosa. Manejar una decena de personajes con sus personalidades bien diferenciadas, hacerlos pelear juntos, sembrar las semillas de un futuro enfrentamiento, introducir a un trío de nuevos héroes, a un villano de peso, desarrollar una batalla por la humanidad y establecer otros arcos argumentales para continuar el armado del MCU en más secuelas. Tanto Infinity War como Endgame han tenido mejor resultado no por falta de ambición, sino por concentrar mejor sus esfuerzos. Los héroes ya están establecidos, el villano también y no hay que plantear estrategias a futuro, dado que se las tomó como punto final. Más allá de que el Universo Cinematográfico de Marvel siga su curso y que técnicamente ni siquiera sea el final de la Fase 3 –en camino hay otra película, a estrenarse en meses-, se la interpretó como el cierre de una etapa.

Y hay algo que resulta clave desde la concepción, en el trabajo de los Russo como en el de los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely. Hay una decena de personajes, pero el foco sobre todo está puesto en la Vieja Guardia. En los que empezaron todo, los seis Vengadores originales, la primera línea de defensa. El chasquido quebró a todos, se llevó algo de todos. Todos han perdido algo, todos tienen razones por las que seguir dando batalla o por las que huir de ella. Las apuestas son altas, los miedos también. Infinity War fue una de las pocas películas en las que los héroes perdieron. Y besaron la lona con dureza. Avengers: Endgame tiene que ver con sacudirse el polvo –o la ceniza- y levantarse de nuevo. Porque eso es lo que un héroe hace. Cae y se pone de pie. Y como The Avengers dejó en evidencia con la inolvidable pelea de Nueva York, la unión hace la fuerza. Si pierden, que sea juntos, como equipo. Ya han visto lo que sucede cuando el grupo está fracturado.

Avengers: Endgame tiene un arranque fuerte y un cierre todavía mejor. Tiene todo aquello que el fanático necesita. Hay un trato justo para cada personaje. Hay secuencias para el aplauso, las hay para la lágrima. Hay muchos cameos y todavía más comedia, pero las altas apuestas nunca se ignoran. Incluso en la hora más oscura no se olvida que es una película, una de superhéroes que hemos llegado a conocer y querer, y que no hace falta revolcarse en la melancolía. No pierde de vista lo que es. Y es, sobre todo, un espectáculo. Uno que se gana un adjetivo que en estos tiempos suele usarse con mucha liviandad: épico.

Con objetividad, por lo que es, debería tener un punto menos. Pero por lo que aspira a ser, por lo que representa, por lo que logra y, sobre todo, por sus personajes, este es el puntaje que se gana.

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