Crítica de Battle of the Sexes

El electrizante partido de 1973 entre la número 1 del mundo Billie Jean King y el ex campeón y timador serial Bobby Riggs fue conocido como «La Batalla de los Sexos» y se convirtió en el evento deportivo televisado más visto de la historia.

El año 1973 tuvo la característica de albergar uno de los hechos más trascendentes de la historia del deporte, propagándose hacia las esferas de la lucha feminista y convirtiéndose en un fenómeno sociopolítico de gran envergadura. Battle of the Sexes presenta el enfrentamiento entre la tenista número uno del circuito por aquel entonces, Billie Jean King, contra el retirado Bobby Riggs de 55 años. Jonathan DaytonValerie Faris, co-directores de la prestigiosa Little Miss Sunshine (2006), junto al guionista Simon Beaufoy (Slumdog Millonaire, 127 hours), se encargan de mostrar cómo dicho emciemtrp pasó a ser algo más relevante para la historia de Estados Unidos.

A diferencia de cualquier película tenística, en donde la pelota podría saturar la pantalla con su presencia constante, en Battle of the Sexes lo que se ve del juego es relativamente poco en relación a lo que sucede por fuera de las canchas, a raíz de una correcta decisión estética. Y gracias a la dirección de Dayton y Faris, estas escenas se vuelven mucho más bellas en cuanto a lo que los personajes y el vínculo entre ellos cuenta.

Billie Jean King -interpretada por Emma Stone– parecería ser una joven decidida a luchar por los derechos de las mujeres dentro del mundo de la Federación Estadounidense de Tenis, y su personalidad lleva a pensar que su objetivo también está por fuera del deporte, con el empoderamiento femenino. Allí es donde el film enseña su mejor exponente: las contradicciones de King, quien a pesar de su firme postura no puede evitar sentirse aprisionada por tener que comportarse con una cierta imagen a nivel personal. Esto se nota especialmente en aquellos momentos que tienen a su amante Marilyn (Andrea Riseborough) como co-protagonista, lo mejor de la obra gracias al delicado intimismo que consigue la dupla de realizadores.

Otro gran logro que no debe pasarse por alto es la personificación de personajes entre los que se cuentan Riggs (Steve Carell), Gladys Heldman (Sarah Silverman) y Ted Tinling (Alan Cumming), entre otros, que genera a la perfección un rechazo o empatía del espectador para con ellos. Quizás construyéndolos sin tanta profundidad pero con una presencia justificada y objetivos claros, sean deliciosos o espantosos.

Lo que podría discutirse es el desaprovechamiento de Carell, quien se atañe más que nada a escenas cómicas, sin llegar a componer a un Bobby Riggs que además de «cerdo machista» también posee sus propios conflictos. Por otro lado, justamente son las escenas deportivas en las que el relato se acelera, sin el tratamiento que sí está presente a lo largo del film. Por último, también cabe destacar el perfecto trabajo de fotografía a cargo de Linus Sandgren, sumado a la producción y el diseño de arte, el cual recrea la estética visual del auge de la década del ’70 con elevado nivel de detalles y apelando a un gran número de recursos creativos.

Acorde a lo que podría esperarse de Dayton y Faris, Battle of the Sexes se apoya en los personajes para construir un film en donde también se pone de relevancia el movimiento feminista, el machismo y la cultura del show de Estados Unidos. Y allí es donde más se acentúan las contradicciones, porque si finalmente algo tan determinante se vuelve un espectáculo, cuánto de real hay en ello. Las dos caras de Billie Jean King, luchando en contra de una imagen y sufriendo los perjuicios de la misma.

estrella35

 

 

 

 

[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]