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El repetir el mismo día una y otra vez es un concepto tan maravilloso que, desde El día de la marmota, muchas películas y series han usado dicho artilugio narrativo para explorar diferentes vetas. La última en hacerlo es Before I Fall, adaptación de la novela homónima que agrega a la ecuación una dosis intensa de Mean Girls, con mucho menos humor, y de la reciente 13 Reasons Why para quitarle el velo una vez más a esa terrible etapa de la vida que llamamos escuela secundaria, con un giro decididamente sobrenatural.
En la vida de Samantha Kingston -la ascendente y soberbia Zoey Deutch– no falta nada: una hermosa familia, hogar, amigas, un novio con el que está a punto de perder la virginidad en el Día de Cupido. Nada falla. La vida le sonríe y claramente está en la punta de la cadena alimenticia de su hábitat social. Aproximadamente la primera media hora de película se encarga de retratar con pelos y señas toda la experiencia escolar, para que luego de un grave incidente en una fiesta, seguido de un abrupto accidente en la ruta, se dispare el efecto repetitivo y Samantha despierte en su cama, asustada y con una sensación muy extraña. ¿Sucedió de verdad o sólo fue un sueño?
Si algo tiene de interesante la película de Ry Russo-Young es la manera fresca de retratar a la juventud de hoy en día, apegada a sus teléfonos, apps varias y esa tendencia a exagerar miradas, comentarios o actitudes hasta convertirlos en verdaderos feudos de sangre que pueden terminar mal para todos los involucrados. Sam y compañía son pesadas en serio, en particular la Lindsay de Halston Sage, una abonada ya en adaptaciones literarias. El cuarteto se come al mundo y no le importa meterse de lleno en territorio de bullying. La protagonista comienza entonces un viaje de introspección en sus actitudes para con sus amigas y el resto del alumnado, y ahí es donde la realizadora y su guionista Maria Maggenti sobresalen en relación a otros dramas estudiantiles similares. No es que los personajes estén perfectamente escritos, ya que hay caídas en clichés varios, pero parten desde una sinceridad notable que abre el juego a una charla en vez de resultar completamente aleccionadora en temas de discriminación juvenil.
Puede que Before I Fall tarde un poco en llegar al nudo de la trama, pero vale la pena esperarlo. Para ese entonces, uno ya conoce a los jugadores en posición y cuando el día recomience el peso de la acción recae en Deutch completamente. No por nada se la considera una estrella en crecimiento, porque le otorga tanta personalidad a Samantha con un carisma natural, sin mayores esfuerzos, que es casi imposible no vivir con ella el viaje que tiene por delante. Zoey es bellísima, obviamente, pero hay momentos muy crudos y descarnados donde el peso de repetir las mismas 24 horas hacen mella y la actriz aparece sin maquillaje, cansada, angustiada y sin salida. Es valiente que momentos así aparezcan en películas juveniles, donde la apariencia lo es todo y la gente se despierta totalmente maquillada. Y ni hablar de ese final que pone de cabeza las expectativas que uno tenía y resignifica un poco todo lo que pasó anteriormente, algo extremadamente raro en este subgénero tan popular y comercial.
A pesar de la superficialidad que presenta a primera vista, Before I Fall es una entrada mas en el canon joven que tiene algo que decir sobre las vivencias en la escuela secundaria y como ésta moldea lo que una persona puede llegar a ser cuando llega a ser adulto. El giro narrativo no es más que una excusa para explorar las relaciones interpersonales entre alumnos, amigos, amantes y las decisiones que tomamos todos, ya sean buenas o malas. Y ese final, perfecto.
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