Crítica de Bullet Train

Brad Pitt se convierte en el nuevo héroe de acción del director de John Wick.

En 1987, con más de 20 años, un joven actor estadounidense de Oklahoma apareció por primera vez en la pantalla grande; algunos años después, su vida cambiaría por completo al ser seleccionado como uno de los protagonistas de la película de Ridley Scott, Thelma y Louise. Desde entonces, el mundo ha estado pendiente de todo lo que protagoniza este joven llamado Brad Pitt. Hoy en día, a sus 58 años y habiendo evitado a duras penas ser cancelado por los detalles que se rebelaron en su divorcio, el actor regresa, abriéndose camino como protagonista de una vertiginosa película de acción.

Basada en la novela María Beetle, del escritor japonés Kōtarō Isaka, y traducida al inglés por Sam Malissa, fue adaptada al cine como Bullet Train, por el director estadunidense David Leitch. Por si no lo conocen, Leitch, ha trabajado durante años como coordinador de acción y especialista —fue el doble de Pitt en The Fight Club— antes de co-crear John Wick; fue quien puso a Charlize Theron, a prueba en Atomic Blonde; además, dirigió la famosa Deadpool 2. Todo esto, para enfatizar y dejar claro que Leitch, claramente, conoce un millón de recetas diferentes para crear películas de acción, con caos y un tipo de comedia que se ama o se odia.

En esta ocasión, Pitt (cuyo nombre clave es Ladybug, y quien, según él, cuenta con la peor suerte del mundo), aborda un tren bala en Japón, con órdenes de adquirir un maletín lleno de dinero en efectivo. Por desgracia, no es el único contratado para adquirirlo, y parece ser que los otros, son los mejores asesinos en sus campos. Mientras que el personaje de Brad solo quiere completar la tarea y desembarcar, los otros albergan motivos más personales. Los diversos villanos, van desde una joven misteriosa (Joey King), un par de agentes con nombres de fruta (Aaron Taylor-Johnson y Brian Tyree Henry) que no paran de hablar de Tomás y sus amigos (sí, la serie animada sobre trenes con caras), hasta un asesino vengativo interpretado por Benito A. Martínez Ocasio, alias, Bad bunny. Así, aunque todos los personajes matarán o correrán el riesgo de ser asesinados, hay una rara colección de grises entre sus intenciones. Sin embargo, Bullet Train, plantea un enigma de entrada ¿Quién está moviendo los hilos detrás de la aparición de tantos villanos, asesinos o ladrones en un mismo lugar? ¿Cuál de estos es peor que los otros? Y sobre todo ¿Qué ocurre cuando cinco historias violentas se entrecruzan entre sí?

Desde que el tren empieza su marcha, la película no se detiene, con un ritmo acelerado y acciones vertiginosas, el entorno claustrofóbico en el que se desarrolla, en realidad, funciona en beneficio de la puesta en escena de las secuencias de lucha, que son brutales, sangrientas y, con frecuencia, provocan risas. De hecho, más de uno imita el enfrentamiento interrumpido de «Kill Bill», incluido el divertido dilema de cómo intentar matar a alguien sin violar las reglas del «vagón silencioso» del tren.

En mi opinión, la cinta se sostiene en un precario y eficaz equilibrio. Primero, tenemos que admitirlo, por un carismático Brad Pitt, junto con un elenco que hace un excelente trabajo y que parecen genuinamente estar divirtiéndose. Lejos, muy lejos de ser original, el tono burlón y la cantidad de actores famosos, mantienen la atención en esta entretenida película. Sin embargo, está lejos de ser perfecta. A pesar de que soy de esas personas que le encanta ver cameos, son tantos los que aparecen y sin un propósito más que destinados a brindar pequeñas recompensas a la audiencia, que es posible parpadear y pasar desapercibido alguno. No puedo evitar sentir que son talentos desperdiciados, incluso, los que se suponen son parte de los protagonistas como Zazie Beets, que aparece tan poco tiempo en pantalla, que es inevitable pensar que merecía más.

También, parece que se utilizaran los cameos para distraer a la audiencia del hecho de que entre tantos personajes, luchas y comentarios irónicos, la trama se pierde en la narración, de manera que deja al espectador intentando recordar si ya sabemos cuál es la motivación de los personajes o si solo los estamos viendo golpearse y hacer chistes durante más de una hora. Y es que la historia que el guionista Zak Olkewicz adaptó, no posee suficiente combustible para mantener ese tono de manera constante. Incluso, los flashbacks extensos para sacar la narrativa de su espacio confinado no pueden agregar suficiente intriga a las maquinaciones de estos personajes extraños en un tren.

Finalmente, también creo que desperdiciaron la configuración japonesa, que se maneja muy superficialmente; más allá de un par de bromas, y de haberla aprovechado para utilizar actores y clichés japoneses, el tren podría estar ubicado en cualquier lugar del mundo y no habría mayor diferencia. Para mí, una manera de definir esta película es que cuenta con un montón de buenos actores desaprovechados y con una fórmula divertida pero que es repetitiva y poco original. Aguanta para pasar un rato divertido, pero no esperen que nos acordemos de esta en un par de años, excepto por la colaboración entre Bad Bunny, Logan Lerman, Sandra Bullock (que también actúan, aunque solo sean cinco minutos) y Brad Pitt que parece estar utilizando esta película para decir «miren todo lo que puedo hacer, aún estoy aquí».

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