Crítica de Calabria, de Pierre-François Sauter

Tras la muerte de un emigrante calabrés que llegó a Suiza en busca de trabajo, dos empleados de funeraria, Jovan y José, que también son emigrantes, viajan a Italia para repatriar el cuerpo a su pueblo natal.

Nacemos, morimos. El ciclo de la vida es bastante estricto en ese sentido y todas las culturas le otorgan relevancia a estos dos momentos. Se celebran o conmemoran de una u otra manera. Calabria es un documental de Pierre-François Sauter que muestra en primera persona el trabajo de una funeraria, pero que intenta ser una celebración a la vida y la diversidad de Europa, a través de un roadtrip para devolver los restos de un inmigrante a su Italia natal.

José y Jovan trabajan en una funeraria en Suiza. Ambos son inmigrantes, portugués y serbio, respectivamente. Los primeros 20 minutos de la cinta transcurren casi en silencio, se muestra con lujo de detalle el proceso que lleva preparar un cuerpo para el velatorio. Recién después de todo esto se presenta la verdadera trama: ellos deberán llevar el cuerpo de otro inmigrante hasta la región de Calabria, un viaje de 1600 kilómetros en un coche fúnebre.

El documental tiene una idea muy clara: pretende mostrar que Europa es una tierra de inmigrantes. No sólo por ellos, durante el viaje se van encontrando con otras personas que decidieron dejar atrás sus raíces para buscar un mejor futuro. A lo largo del viaje vamos descubriendo por qué los dos protagonistas decidieron quedarse a vivir en Suiza, sus historias pasadas y sus personalidades. José es más introvertido, serio. Toca la guitarra y lloró la muerte de Paco de Lucía. Jovan es alegre, charlatán y habla constantemente con la familia por teléfono. En Serbia era cantante, uno muy bueno, pero la vida lo llevó por otro camino.

Calabria cumple su objetivo y transmite lo que pretende, pero de una forma tediosa. La película dura casi dos horas y es imposible que al espectador, aunque sea por momentos, no se le haga larga. Hay tomas que se usan hasta el hartazgo y que ya al final molestan. Y si bien la intención es mostrarnos la pluralidad real del continente y resaltarlo en el contexto actual, lo que más se recuerda es el proceso que lleva presentar un cuerpo para un velorio o cómo se lo pone en la bolsa al salir de la morgue.

 

 

 

 

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Julieta Cáceres

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