Crítica de Captain Fantastic

Un padre, dedicado a enseñarle a sus seis hijos cómo sobrevivir en los profundos bosques del Pacífico Noroeste, es forzado a abandonar el paraíso que él mismo creó.

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Probablemente sea el año 2016, siglo XXI, capitalismo, urbanismo, anonimato. Y los primeros planos que inundan la pantalla parecen documentales de un pasado remoto en el cual el hombre abrazaba la naturaleza para fundirse con ella, no para dominarla. El idealismo que siempre va a entrar en conflicto con la práctica. Un relato que se sitúa fuera del sistema pero que aún así sabe que jamás podrá librarse de su sombra, aunque mostrando siempre que hay una vida por fuera del tiempo contemporáneo.

La vida creada por Ben, interpretado por el querido Viggo Mortensen, y su difunta esposa es una idea de utopía, descrita incluso como la República de Platón realizada. Olvidándose de las diferencias que puede llegar a haber entre lo que pensaba el filósofo y lo que crean los Cash (sin ir más lejos hablemos del repudio del griego por las artes), el director logra describir una familia que vive en el bosque armoniosamente, que entrena el cuerpo y el cerebro de forma rutinaria (irónicamente como si fueran militares), de forma que resulte natural y agradable en lo perceptivo. Sin grandes pretensiones, solo mostrando la bella simplicidad de algo tan complejo como la rutina, una que está situada lejos de lo que la sociedad urbanizada podría imaginar.

La fotografía echa luz natural a un concepto clave para definir esta sencillez por las cosas que suceden que es la muerte de la madre, en donde el espectador se introduce en la narración. Para estos niños que sufren semejante pérdida, poco a poco la muerte se va convirtiendo en un acto más de la naturaleza. Claro que esta relativa paz tendrá que verse conflictuada por su relación con el otro mundo, el que no conocen más que por los libros que lo critican y a partir del cual se basa el humor que le imprimen estos pequeños personajes al film. Estas escenas en que la familia se ve envuelta dentro de situaciones desconocidas están conducidas de tal forma que los Cash jamás resultan avergonzados sino lo contrario, logrando que el espectador sepa que en discusiones así ellos siempre llevarán las de ganar.

Pero cuando el verdadero conflicto aparece es donde el film demuestra que no se puede tomar una posición definida. Solo cuando se presenta el padre de la esposa de Ben, encarnado por Frank Langella, se entienden los pros y contras de la vida que llevan estos niños y su papá, de forma que no se pueda tomar partido por ninguno.

Por otro lado, es debido a esta construcción, que evita cualquier tipo de complejidad, que los momentos más tensos no logran tomar el vuelo dramático necesario para compenetrarse con los hijos de Ben, los que más sufren esta dirima. Más aún, frente a un ligero desarrollo de personaje, el punto de referencia de todo el relato es Ben. Con este, la dirección de Matt Ross y la actuación de Mortensen describen hábilmente el sufrimiento de un padre que pierde a su esposa y desea evitar a toda costa que sus hijos se contaminen de la sociedad.

Sin embargo, no por lo anterior los niños dejan de ser personajes simpáticos y queribles, que también irán a descubrir qué tanto sirve lo que aprendieron con el padre y cómo se verán desenvueltos en el mundo real, aunque sin la dedicación suficiente del relato para profundizar en estos problemas.

A fin de cuentas, Captain Fantastic es una mirada idealista de una vida alternativa que es más colorida que su contraparte. Lo que mejor le sienta es que esta idea de utopía resulta simple y pura, sin ornamentos ni pomposidad. Allí radica su belleza. Desdramatizar las penas, la angustia, la muerte; como los personajes, un film que se define por estas mínimas acciones.

estrella4

 

 

 

 

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