Crítica de Captain Marvel

La historia seguirá a Carol Danvers a medida que se convierte en una de las heroínas más poderosas del universo, cuando la Tierra se ve envuelta en medio de una guerra intergaláctica entre dos razas alienígenas.

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Con el estreno de Captain Marvel, el Universo Cinematográfico salda una deuda pendiente desde hace años, al poner a una mujer por primera vez al frente de una de sus películas. No fue Black Widow, como siempre se hubiera supuesto, la que sacó al MCU de su déficit sino que se introdujo a una superheroína poco conocida para quienes no son del mundo de los cómics. Carol Danvers es una poderosa y noble guerrera de habilidades inconmensurables, cuya única referencia dentro de este armado colectivo era su logo en el final de Avengers: Infinity War, cuando Nick Fury dedicó sus últimos instantes de vida para solicitar su ayuda. Inmediatamente establecida como la única capaz de equilibrar la balanza contra Thanos, necesitó su film individual para desarrollar sus habilidades e instalarse ante una audiencia global. Y lo hace, con lo que el objetivo puede darse por cumplido. Pero lo hace con una película que sigue los pasos de 20 anteriores, y que no ofrece demasiado cambio a una fórmula que ya es suficientemente familiar.

Brie Larson (Room, 21 Jump Street) es quien da vida a la protagonista, atormentada por un pasado que no recuerda y bendecida con una enorme fuerza que todavía está lejos de dominar. Su entrenamiento es a las órdenes de Yon-Rogg (Jude Law), su mentor y comandante en la Starforce, una fuerza Kree de élite que cumple misiones a lo largo de la galaxia. Durante esos primeros momentos de película, pareciera quedar en claro que la innovación se acaba con poner a una mujer al frente. En términos visuales no hay nada que una Guardians of the Galaxy no haya mostrado antes y mejor, mientras que en lo musical suena como cualquier otro film del MCU, por fuera del ocasional sintetizador. Eso cambia una vez que la acción la lleva a la Tierra, cuando el film deja de tropezar torpemente y se endereza, en la que se descubre que estamos ubicados a mediados de los ’90.

Pronto se nos introduce a la otra clave de esta producción en Samuel L. Jackson (Pulp Fiction). Rejuvenecido con tecnología de punta –que en él funciona realmente bien, no tanto para Phil Coulson-, el personaje también recibe una suerte de historia de origen y le da al actor una de sus participaciones más jugosas dentro de este universo, algo que no ocurría desde Captain America: The Winter Soldier (2014). El Nicholas Joseph Fury de esta precuela es diferente al personaje que conocimos desde Iron Man (2008), ajeno a la existencia de amenazas alienígenas o individuos de enorme poder. Menos cínico o desgastado por la tarea de proteger incansablemente a la Tierra, tiene un aire más relajado y se permite ser una rica fuente de humor. Tiene una gran química con Larson, lo que resulta en la columna vertebral de toda esta entrega. Lo mismo puede decirse a partir de la aparición de Maria Rambeau.

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Otro de los fuertes de Captain Marvel tiene que ver con la forma en la que está pensada. Los directores Anna Boden y Ryan Fleck (Half Nelson, Mississippi Grind, It’s Kind of a Funny Story), que escribieron el guion con Geneva Robertson-Dworet (Tomb Raider) –y entre los tres concibieron la historia con Nicole Perlman (Guardians of the Galaxy) y Meg LaFeuve (Inside Out)-, proponen una historia de origen que no es del todo tradicional para lo que el estudio acostumbra. A diferencia de Tony Stark o tantos otros que repitieron sus pasos en su salto al cine, al comienzo de esta película Vers ya tiene un poder enorme que no puede dominar. Ese pasado olvidado que la acecha es lo que pone en jaque a sus habilidades, con lo que su viaje implica una reconstrucción de esos recuerdos perdidos y su identidad. En ese sentido, la dupla de realizadores demuestra buenas ideas a la hora de escarbar en su memoria, con montajes paralelos que conectan su empoderamiento a lo largo de su vida –rodeada de hombres que le decían lo que no podía hacer- o con una secuencia particularmente inventiva, atada al personaje de Annette Bening (American Beauty).

Pero Captain Marvel no puede escapar al uso de la fórmula de la compañía, lo que le termina por jugar en contra. Aún sin conocer al personaje, su historia, la guerra que pelea o el tiempo en que esta transcurre, la película se siente familiar. Allí donde Black Panther eligió ponerse creativa, esta resolvió ser más conservadora. Hay batallas de naves espaciales al estilo Star Wars, suena música de No Doubt, Nirvana o R.E.M., pero persiste una sensación de que James Gunn influenció a este proyecto y se buscó repetir resultados aplicando una receta similar. El humor siempre es bienvenido en films de este calibre para alivianar tensiones o no pasarse de solemnes, y aquí por lo general funciona bien, no gracias a las múltiples referencias a los ’90 que se proponen. Tampoco colabora cierta falta de ritmo.

Y desde luego que siempre está la cuestión del villano, algo con lo que el MCU ha tenido su buena cuota de dificultades. Es interesante el recorrido de los Skrulls dentro de esta película y el hecho de ser metamorfos da pie a buenas secuencias. El Talos de Ben Mendelsohn viene a ofrecer un sólido contrapunto para la Capitana dado que, a diferencia de ella, él tiene bien en claro por qué pelea. A fin de cuentas, el verdadero enemigo es la propia guerra y lo que hace con los que las pelean. Son muchas las manos manchadas de sangre. Al ser todas piezas dentro de un tablero bélico, sin embargo, las apuestas se vuelven algo más impersonales. El hecho de seguir órdenes por motivos no aclarados, termina por dar pie a un antagonista pobre.

Captain Marvel introduce a una de las superheroínas más fuertes cuando más se la necesita, justo en la previa de Avengers: Endgame. Con algunas escenas de acción logradas, sin demasiado despliegue, presenta el enorme poder de este personaje nuevo capaz de pelear con las manos atadas, una gran adición a las filas de la compañía, que se demoró bastante en poner a una mujer al frente de uno de sus títulos. Es que Larson, la ganadora del Premio de la Academia por Room, exuda un nivel de carisma y confianza suficiente como para sentarse a la mesa de los grandes y tranquilamente liderar el contraataque. Los críticos de trailers y pósters se chocarán de frente contra el gran trabajo de la actriz, de mirada cómplice y sonrisa contagiosa.

6 puntos

 

 

 

 

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