Crítica de Cats

La película sigue a un grupo de gatos que vive en un basurero y que todos los años tienen una tradición: seleccionar al gato que ascenderá al cielo gatuno y regresará en una nueva vida.

Cats, movie

El tiempo pone las cosas en su lugar.

Hoy puede ser fácil reírse de Tom Hooper, capaz de unir al mundo en un sentimiento unánime de disgusto por su último trabajo. El chiste era menos gracioso hace cerca de 10 años, cuando se imponía por sobre los hermanos Coen, Darren Aronofsky, David O. Russell y, sobre todo, David Fincher para llevarse el Premio Oscar al Mejor Director por The King’s Speech, que también se hizo con el de Mejor Película. Una crowd-pleaser disfrutable, hecha a la medida del gusto de los votantes, era elegida por encima de The Social Network. Un ejemplo claro de la frecuente miopía de la Academia, el no terminar de validar al que indudablemente es uno de los films definitivos de la década en favor de la eventual carnada de la temporada… Hago un poco de historia reciente porque Hooper puede tener en su repisa un Oscar, pero Fincher difícilmente vaya a tener una Cats en su filmografía.

Sinceramente, no entiendo cómo es que existe una película así. 90 millones de dólares de costo es una cifra nada menor como para invertirla en un proyecto de estas características y que nadie con dos dedos de frente haya presentado reparos a la idea de ponerle rostro humano a los gatos. Más allá de esa chocante primera impresión, Cats parece a todas luces un musical difícil de llevar a la pantalla grande, sobre todo por motivos argumentales. La historia ve a un grupo de gatos, llamados jélicos, que se unen en una celebración anual para hacer sus números de canto con baile y que finalmente se elija cuál es el que ascenderá a una vida nueva. No hay mucha vuelta que darle.

Se sucede así una seguidilla de coreografías poco vistosas, mientras que la recién llegada Victoria se adentra en este mundo felino, cada uno con su canción particular que habla de su vida y con un estilo propio, sea en términos musicales como en lo que se refiere a la danza. No es que se busca adaptar lo teatral al formato cinematográfico, básicamente se resuelve que la forma de llevar a Cats a la gran pantalla es filmando sus distintas secuencias, a la espera de que el lenguaje funcione de la misma forma. Quizás no se entienda que hay una diferencia entre filmar algo y hacer cine.

Cats, Judi Dench

El espectador se ve así sometido a cerca de dos horas difíciles de tolerar, a un número musical detrás de otro que celebra a los gatos pero sin ningún tipo de lucimiento. Las canciones pero sobre todo los bailes no tienen ningún impacto, no se puede decir que ninguno de los artistas involucrados sobresalga demasiado en la ejecución, o al menos que la cámara permita hacer gala de sus coreografías. Allí donde el cine debería haberse impuesto, para resaltar a los artistas, hay una perezosa puesta de cámara que anula todo tipo de brillo. Un gato canta, otros bailan a su alrededor, nada queda. Todo resulta innatural y carente de alma.

Los aspectos más redimibles son los que hacen mayor economía de recursos. Uno no entiende por qué Ian McKellen formó parte de una producción semejante -ojalá le hayan pagado bien-, pero no se puede hacer más que admirar el compromiso del actor. El inglés realmente se cree que es un gato y su número como Gus es de lo mejor que tiene para ofrecer, un monólogo más bien sobrio de un artista que recuerda mejores tiempos. De igual forma, «Memory» es sin duda la mejor canción del musical y Jennifer Hudson la entona con emoción, sin otro acompañamiento más que su notable voz. Después, el ridículo.

Por alguna razón que la película es incapaz de dejar en claro, Cats es un musical tremendamente exitoso en el teatro, de donde no debería haber salido. Hubiera sido mejor si se dejara a los artistas con disfraz de gato, pero evidentemente se quiso hacer una experiencia pesadillesca plena apostando a la captura de movimiento. El más grosero de los errores de una película que los tiene a montones –ni los subtítulos locales se salvan del bochorno-. Un grotesco fracaso con el sello de Tom Hooper, un director ganador del Oscar.

2 puntos

 

 

 

 

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