Crítica de Doctor Sleep / Doctor Sueño

Años después de los acontecimientos de The Shining, el adulto Danny Torrance, traumado y con problemas de alcoholismo, debe rescatar a una niña de un grupo que se alimenta de seres con habilidades como las de ellos.

Doctor Sleep, Ewan McGregor, Mike Flanagan, Stephen King

«Brindo por mis cinco meses de sobriedad, y todo
el irreparable daño que me han causado».

Jack Torrance, The Shining.

Un plano aéreo sobre el verde da comienzo a Doctor Sleep, en la forma en que con la cámara arriba de un helicóptero se abría The Shining. Pero mientras Stanley Kubrick dedicaba algunos minutos a florearse con estas impactantes imágenes del Parque Nacional de los Glaciares –previo a pasar a la entrevista laboral del protagonista-, Mike Flanagan (The Haunting of Hill House) prefiere no dedicarle demasiado y lanzarse de lleno a su nueva película, a través de sus prólogos. Dos historias se desenvuelven en paralelo en los años ’80, una de las cuales es la de Danny Torrance como un niño todavía traumado por los eventos vividos en los pasillos del Hotel Overlook. El ser perseguido por toda clase de fantasmas y por su padre, devenido en un loco asesino con hacha en mano, es suficiente para marcar de por vida a cualquiera y este chico no será la excepción. Y en eso sí elige hacer foco el cineasta, dedicándose a desarrollar el estado mental en el que se encuentra este pequeño –no hay final feliz después de vivir algo así- antes de pasar a mostrar sus padecimientos de adulto.

Danny (Ewan McGregor) siguió los pasos de Jack por el camino del alcohol y la violencia, un sendero cargado de frustraciones del que pareciera no haberse podido alejar. Flanagan explora durante solo algunos minutos esta etapa de su vida, básicamente aquellos en los que toca fondo. El escape en busca de nuevos aires le da la oportunidad para finalmente tener una vida nueva. El primer paso es reconocer que tiene un problema y así empieza a dejar atrás un pasado oscuro, suficiente como para ennegrecer sus dones. Es en esta etapa de recuperación que conoce a Abra Stone, una joven con un resplandor más fuerte que el que nadie haya sentido. Él, ahora un adulto al que la chica extiende la mano por ayuda, tiene dos caminos por delante, aquellos representados por las dos figuras masculinas que lo marcaron a fuego desde la infancia. Se hace cargo del problema como Dick Hallorann y busca guiarla por este despertar divino plagado de riesgos o elige la ruta de su padre, Jack, y sucumbe a sus demonios internos.

Es allí donde Doctor Sleep toca una cuerda sensible. En recuperar a ese niño que apenas sobrevivió a una tragedia familiar de orden sobrenatural y hacerlo transitar las penurias de una madurez bañada en whiskey, como si no le hubiera quedado otra posibilidad más que repetir los problemas de su padre. Esa es una de las facetas de la película de Flanagan, una adaptación directa de la novela de Stephen King, pero es una muy rica y que da mucho para explorar. La lucha por el alma de Abra es una lucha por el alma propia de Danny y, como se podrá ver, está lejos de ser una pelea fácil.

Doctor Sleep, Rebecca Ferguson, Mike Flanagan, Stephen King

El realizador se propuso una tarea más bien difícil con Doctor Sueño, al buscar honrar a los dos popes detrás de ambas The Shining, con una mirada diametralmente opuesta de lo que debió haber sido la película. Stephen King odió lo hecho por Stanley Kubrick y desde hace casi 40 años que debe masticar bronca porque esa película es una obra maestra de terror psicológico y una de las grandes adaptaciones de su obra. Flanagan, entonces, se propone quedar bien con Dios y el Diablo. Hacer una transposición fiel de lo escrito por el Rey del Terror, que a la vez rinda tributo a lo que hizo el icónico cineasta en pantalla grande. Y en esa búsqueda, triunfa. Hay un notable diseño de producción para recuperar los pasillos del Hotel Overlook y traer de regreso a esos fantasmas que acechaban a Danny, en tanto que se recuperan escenas filmadas por Kubrick y se las recrea con diferentes actores que cumplen bien con la tarea. Ni hablar de la música de los Newton Brothers, una que se inspira directamente por lo que hiciera hace casi cuatro décadas Wendy Carlos.

El riesgo, claro, es que lo mejor de una película sea repetir lo que hizo la otra. Pero, además, Doctor Sleep tiene que ser la suya propia. Así es que el director se toma todo el tiempo que puede para cocer a fuego lento su adaptación, con dos horas y media que no se sienten. Flanagan busca sacar el mayor provecho a cada escena y así es que desarrolla a todos sus principales personajes, sean protagonistas o antagonistas –que genial es Rebecca Ferguson– y sus respectivos aliados. Esa dedicación a cada una de las piezas importantes del tablero tiene su recompensa con ciertas escenas brutales, en las que el director hace gala de su formación en el género. Y algunas imágenes cargadas de sangre le hacen ganarse bien la clasificación restringida.

Doctor Sueño se dedica mucho más a lo que es el resplandor como poder que lo que lo hacía la película de Kubrick –aunque ahora no pareciera haber límites y es un poder que permite hacer cualquier cosa-, y ofrece una nueva óptica con la que ver los acontecimientos de su antecesora, o mejor dicho conecta ciertos puntos que la primera dejaba a interpretación. No es algo que busque hacer esta película, que no quiere dejar nada abierto, por más que sacrifique el ritmo en las múltiples presentaciones de personajes, prólogos y demás. Todo eso, eventualmente, habrá valido la pena.

Doctor Sleep podría haber colapsado bajo el peso de su propia ambición, pero no lo hace. Es una adaptación de una secuela literaria, sí, pero también tiene que recuperar el estilo de la versión cinematográfica original y además abrirse su propio terreno. No muchos pueden hacer una tarea semejante y salir airosos. Pero Mike Flanagan resplandece.

8 puntos

 

 

 

 

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