Crítica de Druk: un brindis a la complejidad de la vida

Luego de llevarse numerosos premios, entre ellos el de Mejor Película Internacional en los premios Oscars 2021, llega a Netflix una de las películas mejor valoradas del cineasta danés Thomas Vinterberg.

¿De qué va? Cuatro profesores de mediana edad, desolados por una vida monótona y aburrida, deciden realizar un experimento con la finalidad de dar un vuelco a sus vidas. El experimento consiste en comenzar a consumir diariamente cierto grado de alcohol y comprobar si esto realmente les permite sacar lo mejor de ellos.

Luego de arrasar en diversas premiaciones y festivales, alzándose con premios como mejor película internacional en la 93 edición de los Premios Oscars y mejor película extranjera en los Premios César y los Premios BAFTA, por citar sólo algunos, la plataforma Netflix agrega en su variado menú una de las películas más llamativas y brillantes de 2020, nos referimos al filme danés Druk -conocida en español como La Otra Ronda-; obra cinematográfica dirigida por uno de los principales fundadores de la experiencia experimental Dogme 95, Thomas Vinterberg (Kursk, Jagten, Festen).

Este singular filme, a través de un sutil tono de tragicomedia, expone la vida de cuatro profesores de secundaria: Martin (Mads Mikkelsen), Tommy (Thomas Bo Larsen), Peter (Lars Ranthe) y Nikolaj (Magnus Millang), hombres de mediana edad que han decidido dar un vuelco a sus monótonas y aburridas vidas. Con la finalidad de lograr tal cometido, los cuatro profesores deciden comprobar la hipótesis del psiquiatra noruego Finn Skårderud, quien afirma que mantener 0,05% del alcohol en la sangre -durante todo el día- permite que las personas alcancen su máximo potencial, y exponer los resultados del experimento en un ensayo académico colaborativo.

Es así como estos cuatro personajes comienzan a consumir cierto grado del alcohol diariamente y comprueban -al principio- que los resultados son bastante positivos. A través de la ingesta de alcohol los cuatro profesores comienzan a ser más sociables, confiados, divertidos y menos rígidos. Es decir, gracias al experimento y al consumo de pequeñas dosis del alcohol -las cuales irán en aumento según avanza el estudio- los cuatro sujetos logran que sus aburridas vidas se vuelven más divertidas, más enérgicas, más espontáneas y esto los lleva a filosofar sobre las ventajas que el consumo de alcohol les ha concedido. Sin embargo, a medida que avanza la historia, abruptamente entenderán que sumergirse en las profundidades del alcoholismo no es la repuesta que les permitirá dejar de lado el lado más opaco de la vida, tampoco es la fórmula para recuperar el espíritu de la juventud que con el paso del tiempo se ha perdido.

De esta menara, lo que comienza como una oda al alcohol y la libertad, rápidamente se convierte en una obra filosófica en la que Thomas Vinterberg plantea cómo todos los excesos pueden llevarnos a lugares muy oscuros de los que difícilmente podemos salir.

Estos planteamientos están finamente detallados a través de un sugestivo y provocador guion, a cargo de Tobias Lindholm (Kollektivet, Jagten) y el propio Vinterberg, el cual nos regala diálogos extraordinarios, profundidad filosófica y muchas interrogantes que nos invitan a reflexionar sobre la compleja realidad de la bebida, sobre todo en una sociedad en que su consumo parece prevalecer desde la juventud. Pero también, desde una mirada mucho más profunda, pareciera indicarnos que Vinterberg utiliza el alcohol como una metáfora perfecta que le permite cavilar sobre la libertad del hombre y las restricciones que establece toda sociedad.

Todo esto, además, se ve consolidado por el gran trabajo actoral de sus protagonistas, pero principalmente por la magistral interpretación de Mads Mikkelsen (Chaos Walking, Doctor Strange, Hannibal). La transformación que su personaje va evidenciando a lo largo del filme no deja indiferente a nadie, el personaje de Martin sobresale al lograr colarse en nuestra dermis para hacernos sentir sus más profundas emociones, un personaje que se mueve entre la luz y la sombra, y esto queda claramente evidenciado en una escena final sorprendente e inolvidable.

Por otra parte, la fotografía de Sturla Brandth Grøvlen nos recuerda los primeros momentos de la filmografía de Vinterberg, aquellas obras pertenecientes al movimiento Dogme 95, en donde los colores cálidos y fríos están presentes con una clara intencionalidad narrativa. Asimismo, el ritmo de la cinta se caracteriza por estar marcado por una cámara trepidante, que se mueve bajo el mismo espíritu de la obra.

En resumen, podemos decir que Druk es una película reflexiva, un texto fílmico que a través de las diversas preguntas que va dejando nos invita a dialogar con él. Si bien pudiéramos decir que Vinterberg parece vacilar ante exponer claramente cuál es su postura ante el consumo de alcohol en Dinamarca, también es cierto que esa forma “pasiva” de acercarse a este fenómeno socio-cultural es su mayor potencial. Para cerrar, sólo queda decir que Druk es una obra 100% Vinterberg, así que, si te entusiasma este director, será una obra que no podrás olvidar.

estrella9

 

 

 

 

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