Crítica de Hotel Mumbai

Mumbai, 2008. Los huéspedes del hotel Taj Mahal Palace viven momentos de terror. Un grupo de terroristas paquistaníes invade el lugar y mantienen a las personas como rehenes por 68 horas…

Hotel Mumbai, Dev Patel, Armie Hammer

Como muchas predecesoras en su género, Hotel Mumbai tiene la aciaga tarea de transformar una tragedia histórica en un pormenorizado recuento de situaciones, hechos y desgracias sufridas, en este caso, durante los atentados ocurridos alrededor de la ciudad de Mumbai en noviembre de 2008. Sin llegar nunca a niveles de tensión dramática de maestros como Paul Greengrass en United 93 o Peter Berg en Patriot’s Day, la película del primerizo director australiano Anthony Maras es un buen exponente del género que camina la fina línea entre reconstrucción sentida y regodeo visceral.

Durante los primeros minutos se dan a conocer los personajes que pronto serán arrojados al fuego del terrorismo. Por un lado esta el mozo Arjun (un Dev Patel infaltable en un proyecto de este calibre para la historia india), quien deja a su floreciente familia para seguir el precepto del Taj Mahal Palace Hotel donde el huésped es Dios. De ser el logo del hotel en la vida real, es indicativo de la ampulosidad religiosa que recorre toda India, de ser una coincidencia del guion de Maras junto a John Collee, es evidencia de un manejo poco sutil que se adelanta a hechos futuros. Entre los huéspedes se encuentran una heredera musulmana (Nazanin Boniadi) junto a su marido norteamericano (Armie Hammer), el retoño de ambos y su niñera, un ex-soldado ruso (Jason Isaacs) y el cocinero en jefe del hotel (Anupam Kher) y otros personajes que no vienen al caso pues como espectadores seguiremos sólo el viaje de las caras que podemos reconocer. El lado villano tiene la vara corta de todo el asunto, ya que este grupo de forajidos pakistaníes apenas si son jóvenes adultos, liderados por una voz al teléfono que los guía a través de la masacre que van a cometer y apenas resultan engranajes sin personalidad ni distinciones por sobre sus víctimas.

Hotel Mumbai, Dev Patel, Armie Hammer

Pronto, todos los peones se encontrarán fatídicamente reunidos dentro de las paredes del hotel y la masacre no se hace esperar. Es cuando la balacera y la carnicería indiscriminada arrecian que la mano de Maras se vuelve impactante y no esconde la mirada, atrapando la atención de la platea y te clava en la butaca con su ferocidad. No tiene nada que envidiarle a Greengrass o Berg, y muchas veces se torna difícil de ver por la manera tan vívida que utiliza el director para conducir su historia. Es narrativamente hablando donde hace aguas el film, poniendo todas las cartas sobre la mesa pero nunca ahondando en las razones de tamaña masacre, o las motivaciones detrás de los malos. Volvemos al mismo punto de siempre, el fanatismo ultrarreligioso que no conduce a ninguna parte y continúa hoy mismo a más de diez años de este mismo atentado, siendo una constante dentro de los ciclos de noticias actuales.

Entonces, ¿cuál es el objetivo que se propone Hotel Mumbai? Retratar los heroicos intentos del staff del hotel de salvar la mayor cantidad de vidas posibles, sí. Pero al no explorar qué los mueve a los criminales es una oportunidad perdida que sólo los representa como villanos salidos de una película de Steven Seagal o Jean Claude Van Damme. Donde el film le escapa a lo obvio es en sus interpretaciones. Patel está en la cima de todos con una interpretación heroica encomiable, mientras que Boniadi, Hammer y Isaacs acompañan con solvencia como los huéspedes más notorios al momento del atentado. El resto se desempeña loablemente, pero de nuevo, el lado de los victimarios carece de una representación con más aristas, amén de algunos intercambios que ofrecen un poco de luz a las vidas de estos sujetos.

Hotel Mumbai puede resultar difícil de ver por su temática y por la vicisitud realista de sus imágenes, pero no es nada que un noticiero no transmita en hora pico, además de estar acompañada de un gran elenco por detrás que realza el espectáculo y le otorga ese componente humano necesario para atravesar un horripilante evento histórico como el presente.

7 puntos

 

 

 

 

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