Crítica de Insidious: The Last Key

En este thriller sobrenatural, que trae de regreso a Lin Shaye como la Dra. Elise Rainier, la brillante parapsicóloga debe enfrentarse a su embrujo más temible y personal a la fecha: en su propio hogar familiar.

Insidious: The Last Key

Es sabido que James Wan tiene el toque de Midas, capaz de convertir en franquicia cualquier proyecto que toca. Saw dio pie a otras siete películas, The Conjuring a una suerte de universo cinematográfico e Insidious no fue la excepción, bajo el paraguas de una Blumhouse que en forma continua entrega producciones de calidad con presupuestos ínfimos, que se transforman en verdaderos éxitos de taquilla. Pero como la serie de películas de El Juego del Miedo y tantas otras han dejado bien en claro, cada entrada en la saga corre el riesgo de palidecer en relación a la original, con un rápido agotamiento de recursos por su reiteración y con cada vez menos sorpresas. Insidious: The Last Key no es la excepción.

La Noche del Demonio nunca fue El Conjuro, pero tenía elementos a favor que se vieron reflejados en las dos primeras entregas, aquellas que dirigió el cineasta malayo. Quizás sin pensar que tenía combustible para dar lugar a otras tres producciones es que en la primera se tomó la decisión de matar al personaje de Lin Shaye, quien desde entonces pasaría a convertirse en la cara más reconocible de este mundo. La secuela no dejó caer la posta al poner un moño en torno a toda la historia de la Novia de Negro, no obstante ya se empezaba a evidenciar la limitación que se había impuesto respecto a Elise Rainier. El tercer capítulo no hizo más que confirmarlo al tener que llevar la acción hacia el pasado con una precuela, que terminaba de consolidar a los personajes secundarios de las otras dos como quienes pasarían al frente. Pero la historia de cómo ella conoció a Specs y Tucker es de apuestas más bajas si se conoce el destino de todos, lo mismo que sucede en esta oportunidad con La Última Llave, que viene a completar el círculo.

Insidious: The Last Key

Esta cuarta película -y segunda precuela- se inicia llevándonos al pasado, con una Elise que desde niña manifiesta su don para comunicarse con los espíritus. Es una efectiva apertura que nos da una aproximación más acabada a esta espiritista, en tanto que nos introduce a Josh Stewart (The Collector, The Dark Knight Rises) como su violento padre, un hombre que la castiga físicamente por no poder entender su habilidad. Una entidad maligna acechaba ese hogar en los años ’50 y lo continúa haciendo en la actualidad, con un nuevo propietario desesperado que convoca al equipo de investigadores de lo paranormal. El sendero que transita The Last Key es conocido, sin ofrecer novedades dentro del género pero tampoco en el interior de la saga.

Desde la salida de Wan, Insidious se enredó con su línea temporal y perdió vigor, aunque no tanto como el de otras largas franquicias de terror. En el proceso, catapultó a Lin Shaye hacia el centro como la verdadera protagonista. Su labor es encomiable y todo lo vinculado a ella es lo que ha fortalecido a las últimas dos producciones, de hecho su mera presencia justifica la existencia de ambas. El guión de Leigh Whannell tiene algún as que se guarda bajo la manga, más allá de que se desenvuelve bajo parámetros familiares. Es la dirección de Adam Robitel (The Taking) la que permite avizorar algún elemento de distinción, sin la mano de Wan para crear atmósferas pero tampoco refugiándose en el efectismo de los sustos inesperados. Más bien demuestra pulso para jugar con la expectativa del público, al disponer todo para asustarlo pero no hacerlo cuando uno se lo espera, sino demorarse unos segundos de más.

Insidious: The Last Key juega sobre seguro. Repite recursos que funcionaron mejor en las otras y ha perdido esa cuota de artesanía que tenían las primeras dos, eligiendo las respuestas fáciles a la construcción de climas. Mantiene esa calidad en la producción que se asocia a los nombres de Wan y Jason Blum, pero no tiene mucho más que ofrecer por fuera de una despedida a Elise Rainier acorde a la altura que alcanzó en estos años.

estrella25

 

 

 

 

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