Crítica de Motherless Brooklyn / Huérfanos de Brooklyn

Ambientada en los años ’50, en la ciudad de Nueva York, la historia sigue a Lionel Essrog, un solitario detective afectado por el síndrome de Tourette, que se aventura a resolver el asesinato de su mentor y único amigo: Frank Minna.

Motherless Brooklyn, Edward Norton, Willem Dafoe

A fines de la década del ’50, Lionel trabaja para un detective privado en Brooklyn. Pero Lionel no es como los demás, dice que tiene vidrio molido en el cerebro, que se le pone en contra y que le hace decir cosas en cualquier momento. Pero ese cerebro también es su mejor aliado porque recuerda todo, porque es metódico y porque es la mejor herramienta de un detective. Motherless Brooklyn está escrita, dirigida y protagonizada por un brillante Edward Norton; una gran historia de detectives que, si bien tiene algún que otro problema de ritmo, se destaca por la astucia de su guion y por recordar a un cine que hace tiempo no se ve.

Lionel Essrog (Edward Norton) tiene Tourette, aunque en la película nunca dan el nombre específico de su condición, toda su vida lo llamaron «Freakshow». Cuando su madre murió fue a parar a un orfanato de Brooklyn donde las monjas creían que podían curarlo a golpes. Por suerte se cruzó con Frank Minna (Bruce Willis), un detective privado que vio en él algo que el resto no: una persona que tenía mucho para dar. Le decía Brooklyn, pero nunca lo menospreció, era lo más cercano que tenía a una figura paterna. Pero cuando un caso se complica y Frank es asesinado, Lionel seguirá los pasos de su mentor para encontrar a los culpables.

Cuando empieza a tirar del hilo se encuentra con Laura Rose (Gugu Mbatha-Raw), que trabaja para Gabby Horwitz (Cherry Jones) y que pelean contra la gentrificación de la ciudad, impulsada por Moses Randolph (Alec Baldwin), un constructor que forma parte de todos los gobiernos, que representa el poder real para el cual todos trabajan y el villano de esta historia. La investigación lo irá involucrando más y más con estos personajes y, para deleite del espectador, hará que todos en la sala intenten resolver el misterio detrás de la muerte de Frank al mismo tiempo que el protagonista.

Motherless Brooklyn, Edward Norton, Alec Baldwin

La película está narrada por Lionel, como todo policial negro debería hacerlo. El uso del narrador en este caso a veces bordea la sobre explicación y por momentos cae en algún que otro cliché, pero nunca pierde la atención del espectador. Norton se hizo de los derechos de la novela de Jonathan Lethem a principios del ’00, pero recién ahora pudo concretar el proyecto. Se rodeó de un elenco excepcional y le hizo varios cambios a la historia para que se sienta como algo propio. El más importante es, quizás, el cambio de época. A diferencia del libro -que transcurre en los ’80-, Motherless Brooklyn tiene lugar en 1959, permitiendo usar muchos de los elementos clásicos del film noir y el policial. La comparación más rápida y evidente se da con la magistral Chinatown y, si bien no llega a ser una obra maestra, tiene suficiente como para ser una película memorable.

El personaje de Norton, en manos de cualquier otro, podría haberse inclinado más por la parodia, por el ridículo o por la lástima. Por suerte no es el caso. Sí, tiene Tourette y esto le impide relacionarse con el mundo como una persona «normal», pero esto no se presenta como lo que lo define, sino como una característica más del personaje, incluso lleva a momentos genuinamente graciosos, sin necesidad de caer en lugares comunes o forzados.

El aspecto técnico merece un párrafo aparte porque es lo que le da ese aire clásico y nostálgico, al mismo tiempo que ayuda a contar una historia que se siente original. La hermosa fotografía, a cargo del dos veces nominado al Oscar Dick Pope, hace que cada toma y cada encuadre sea bello. La musicalización de la película sumerge al espectador en una nostalgia cargada de sentimiento, Daniel Pemberton consiguió esto con el jazz, acercando este film todavía más al mundo clásico del género. Norton se rodeó de un equipo brillante que lo ayudó a crear esta genial y entretenida película de detectives. Una historia que se siente única al mismo tiempo que conocida, que tiene grandes actuaciones y una historia que mantiene al espectador interesado hasta el último minuto.

8 puntos

 

 

 

 

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