Valentín es el soltero más mujeriego de Acapulco hasta que un día una mujer de su pasado deja a una beba en su puerta y desaparece. Valentín decide ir a Los Ángeles en su búsqueda, pero en vez de encontrar a la madre, encuentra un hogar para él y su nueva hija, Maggie.
El estreno en salas argentinas de No se aceptan devoluciones viene de la mano de la sorpresa que generó en tierras norteamericanas, donde se convirtió de la noche a la mañana en un éxito taquillero hispano parlante. Convirtiéndose rápidamente en un boca a boca impresionante, la producción de 5 millones terminó con 90 de recaudación, algo impensado si nos atenemos a la trillada y pasatista trama que nos ofrece el director y protagonista Eugenio Derbez.
El playboy que se dedica a malgastar su vida conquistando incautas extranjeras hasta que le llega el momento de la verdad con la aparición de una hija bebé no es la invención de la rueda, y hasta podría funcionar con el inusual trabajo que consigue Valentín para darle sustento a la familia que le acaba de caer del cielo. No hay problemas hasta aquí, la relación entre el carismático Derbez y la pícara Maggie de Loreta Peralta tiene la suficiente química para llevar adelante la historia que contiene varios momentos agradable y cómicos, y hasta hacen que uno se olvide de los flagrantes errores de elenco, donde los secundarios se dedican a dar lástima en mediocres actuaciones.
No hay una gran diferencia entre el comediante Derbez y un Adam Sandler, digamos, y el humor sigue la línea de comedia de los esperpentos del americano, con un sabor mas continental. Donde el terreno se vuelve cenagoso es con un giro melodramático por demás injusto y hasta innecesario, que invierte el gran esfuerzo que le costó a la comedia de hacer sentir a gusto al espectador con demasiados elementos prestados. Es como estar viendo Grown Ups y que de buenas a primeras la película se transforme en My Sister’s Keeper con tal de generar una lágrima en la audiencia, y se genere el tan sabido comentario «para reír y para llorar de emoción y alegría».
No se aceptan devoluciones no aporta nada nuevo, es lo mismo que ya se ha visto hasta ahora, pero tiene a su favor que lo protagoniza una dupla querible y entrañable. Lamentablemente, la película se inclina en su final por su lado más dramático que hace que todo lo que hemos visto a ese momento pierda su gracia.
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No hay mejor dupla que la de Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio.
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