Secciones
El gender swap sigue pisando fuerte en Hollywood. Los estudios se dieron cuenta que buena parte de la población mundial es mujer, con lo que entre las incontables remakes, reboots, reinterpretaciones, secuelas, precuelas, desprendimientos y más que se ponen en desarrollo de propiedades conocidas, una variante adicional es la del intercambio de género. Y con los tiempos de cambio que se viven en la industria, difícilmente sea una tendencia pasajera. El último caso en sumarse a la lista es Ocean’s 8, que ofrece una contrapartida femenina a la trilogía de Steven Soderbergh. Y supone otro buen ejemplo de lo que representan este tipo de proyectos, tanto con sus puntos fuertes como sus limitaciones.
De movida estamos hablando de una heist movie, por lo que desde el arranque ya tiene puntos a favor. Posiblemente todo el mundo ame una buena película de asaltos. El subgénero existe desde hace décadas e históricamente ha tenido adeptos, sin necesidad de cambiar una fórmula probada de éxito. El reunir al grupo de bandidos, planificar el robo, la ejecución, el alterarlo sobre la marcha cuando surgen obstáculos, la huida, todos esos ingredientes están presentes en los grandes films de asaltos y se los disfruta a lo grande por ellos. Esta nueva entrega no es la excepción a la regla y tacha todas esas casillas en su construcción, diseñada firmemente al estilo de un trabajo de Danny Ocean, Rusty Ryan, Linus Caldwell y demás.
Sandra Bullock es quien lidera el equipo frente a cámaras como Debbie, la hermana del personaje de George Clooney. Al igual que el otro en la primera entrega, acaba de salir de prisión con un plan infalible, metódicamente diseñado, para conducir uno de los robos del siglo y necesita apenas unos minutos en pantalla para demostrar su notable habilidad para el timo. Hay que enfatizar la condición de similitud con su pariente, dado que el personaje se presenta como un suplente del otro -con revancha personal incluida-, en la forma en que la mano derecha que es Cate Blanchett funcionará como un doble de Brad Pitt. Las dos amigas de larga data reunirán a un equipo de especialistas para cada instancia del plan, Helena Bonham-Carter, Rihanna, Mindy Kaling, Awkwafina y Sarah Paulson, todas con poco tiempo de pantalla como para ser algo más que una función. Quien se lleva los premios es Anne Hathaway, no obstante, en el papel de la actriz que será víctima del golpe.
Gary Ross (The Hunger Games) no es Soderbergh y a su película le falta el dinamismo del ganador del Premio de la Academia -ese que consigue con intensa edición-, al que pareciera querer imitar. Están los cameos de celebridades y los de algunos personajes de la trilogía original, pero no está tan cerca del ingenio con el que se preparó sobre todo la primera. Un aspecto que no la favorece es la falta de un villano reconocible, ni hablar de que el robo se produce con una facilidad pasmosa. Quita emoción la capacidad con la que el grupo se infiltra y adueña de cada instancia del plan. No hay un desafío, no hay peligro. Funciona como una máquina perfectamente engrasada, lo que la despoja de ese vértigo que hace que este tipo de producciones sean apasionantes.
Tratándose de una película de robos, la misma funciona. Y lo hace sobre todo por el gran ensamble que tiene frente a cámaras. Las ocho actrices centrales demuestran una química evidente que carga al film hasta la línea de llegada, y si bien no se ve nada particularmente novedoso, hay un glamoroso viaje de placer en el proceso. No caben dudas de que se buscará continuar el desarrollo con algunas continuaciones y en ese sentido promete, dado que si hay algo que estuvo bien fueron ellas. Quizás con una historia más jugada, con algo más de riesgo, podría funcionar mejor. Al menos con una que no sea tan básica.
[ratingwidget_toprated type=»pages» created_in=»all_time» direction=»ltr» max_items=»10″ min_votes=»1″ order=»DESC» order_by=»avgrate»]
