Crítica de Operation Fortune: Guy Ritchie ATP

Jason Statham y el director británico, juntos una vez más.

Nathan (Cary Elwes) es informado vía telefónica el robo de piezas tecnológicas importantes que pueden poner en jaque el actual orden mundial. Luego de una reunión con el agente Knighton (Eddie Marsan) la información está poco clara: no se sabe quién lo robó, para qué y ni siquiera qué fue el artefacto tan preciado que está en disputa. Ante tantas cuestiones sin resolver, solo un hombre junto a su equipo puede despejar las dudas y llegar al fondo del embrollo: el problemático y poco formal Orson Fortune (Jason Statham).

Con un conflictuado armado de escuadrón ante bajas inesperadas, el espía se hace de los servicios de Sarah Fidel (Aubrey Plaza) y JJ (Bugzy Malone) y en sus primeros pasos de la investigación logran dar con quien está metido en el conflicto es Greg Simmonds (Hugh Grant), excéntrico millonario quien regularmente negocia con terroristas. La carnada para dar con el filántropo será su máximo ídolo, la estrella de Hollywood Danny Francesco (Josh Hartnett), para seguirlo bien de cerca y encontrar las respuestas que pone en aprietos a todo el globo.

Lo nuevo de Guy Ritchie, Operation Fortune: Ruse de Guerre representa la vuelta del destacado realizador a la pantalla grande, tras sus últimos proyectos estrenados en servicios de streaming y, como primera parada analítica, cabe destacar que el género de acción pasando por tintes de espionaje y humor vuelve a ser la temática predominante en su nuevo trabajo.

Sin embargo, la historia que transcurre por varias partes del mundo cuenta con algunas diferencias respecto a obras anteriores. Uno de los puntos pasa porque encontramos una figura femenina importante en la primera línea del reparto como es el rol de Plaza, y no todo el cast se caracteriza por la testosterona. Anteriormente sólo lo vimos en las adaptaciones que el director enmarcó como fue en The Man from UNCLE con el papel de Alicia Vikander y en las dos partes de Sherlock Holmes con Rachel McAdams y Noomi Rapace, por lo que refiere a historias por fuera de novelas o series de televisión reconocidas esto brillaba en su ausencia.

La presencia femenina no implica espacios de reflexión y está bien naturalizada, más allá de algún que otro comentario sobre el inicio que parece referir sobre el propio realizador con respecto a este tema. Más allá del espacio a la mujer –que finalmente tiene espacio para la acción en la filmografía del británico- varias aristas se alejan a lo que vimos anteriormente de él y, también, que fueron su identidad en el género: la incorrección política o la crudeza no son tan visibles en este nuevo trabajo, en lo que puede ser uno de los trabajos para el público más amplio.

Si bien la sátira o la acidez es visible a través de los diálogos y de las interacciones de Statham con el resto del reparto, parece bajarse un nivel a la locura propia del director y convertirse en un proyecto un tanto más genérico en cuestión de espionaje, más allá de algún que otro retazo con la marca Ritchie.

¿Un actor se entromete en una misión secreta? Toda la posibilidad de utilizar el sarcasmo sobre la industria y la frivolidad brillan por su ausencia, y sólo parece una ocupación en el personaje de Hartnett, ya que no hay lugar para la ironía sobre Hollywood. Queda claro que lo apuntado principalmente refería a las secuencias de acción y toda la investigación que tiene encomendado al grupo.

Tanto la cuestión de género como de la industria corridos a un lado –tampoco cada largometraje debe contener un comentario o denuncia social-, lo más llamativo de las aventuras de Fortune pasa por el recorrido bastante lineal de la trama, principalmente en lo referido a la acción. Una vez “resuelta” o encaminada la vertiente de espionaje, el plano combativo se resuelve de manera sencilla o sin ningún escollo realmente dificultoso, donde la mayor decepción pasa por climax y último acto.

Queda claro que lo más interesante transita por la química de los integrantes del grupo, donde el hombre calvo es el director de orquesta donde cada línea de interacción pasa por él. Si bien no sorprende sacando su costado humorístico, ya que sabemos que logra alternar bien entre los dos estilos, no quedan dudas que el realizador sabe posicionarlo y logra los mejores trabajos del actor, a quien se lo ve cómodo y firme, con más espacio para desarrollar a diferencia de otros trabajos similares como en la saga Fast & Furious.

Más allá de eso, cada intérprete logra un sólido trabajo en el código impuesto del film, sorprendiendo Plaza estableciéndose en el género –y logrando los pergaminos para protagonizar como lo hizo en Emily The Criminal– y todo el histrionismo de Hartnett que no siempre lo hemos visto en ese rol, a cargo de la comicidad más burda. Línea aparte –o a la misma altura que Statham- lo tenemos a Grant sacando todo su nivel para exteriorizar las características particulares del villano de turno de manera extravagante.

Más allá del entretenimiento, lo nuevo de Ritchie lamentablemente pasará por el sendero de lo olvidable donde no logra destacarse en cuestiones de género y cuesta encontrar su huella ya que se posiciona en lo genérico. Seguimos bancándote Guy, siempre sos bienvenido igualmente.