Crítica de Piranha 3D / Piraña 3D

Tras un temblor marítimo que remueve las profundidades del Lago Victoria, unos prehistóricos peces carnívoros quedarán en libertad, haciendo estragos en la población.

Piranha 3D, 2010, Alexandre Aja, Ving Rhames, Adam Scott

Piraña 3D no es sólo una película de terror, es antes que nada una parodia del género y particularmente de Tiburón, la gran obra de Steven Spielberg que supuso un quiebre en la historia del cine. No es casualidad entonces que sea Richard Dreyfuss, protagonista de la otra, quien fatalmente descubra a estos peces asesinos. La tranquila ciudad de Lago Victoria se ve convulsionada en la época del spring break (descanso de primavera) cuando la población se multiplica por 10 y se convierte en un lugar exclusivamente para jóvenes excitados y borrachos. Para el desarrollo de la trama esto ocurre por dos motivos, en primer lugar para no incluir escenas de sexo innecesarias y así mostrar algo de piel, como suele ocurrir en estas películas, porque básicamente desnudos hay por todos lados, y en segundo lugar para que la masacre de las pirañas no se limite a unos pocos y la carnicería incluya a miles.

A partir de Grindhouse se ha logrado imponer esta recuperación del cine clase B con un estudio y buen presupuesto detrás, convocando a algunas estrellas que sin duda vivieron épocas mejores. Elisabeth Shue, Jerry O’Connell, Ving Rhames y Christopher Lloyd forman parte de un elenco que se embarca en un proyecto que ofrece lo que promete. Cuerpos de adolescentes calientes y mucha sangre es básicamente la propuesta de Alexandre Aja, alejándose de sus películas anteriores que buscaron mantenerse en los parámetros del género. Sin embargo esta película no es comparable con lo realizado por Quentin Tarantino o Robert Rodríguez, ya que estos partieron de un estilo en desuso para construir sus proyectos y no al revés. Gracias a que otros allanaron el camino, Piraña puede partir de un planteo simple que aprovecha el hecho de que no esté mal visto el uso de pobrísimos efectos especiales o de mutilaciones varias si no hay mayores pretensiones. Funciona así como entretenimiento que no se toma en serio y que exige al espectador que haga lo mismo, porque al aplicar un ojo crítico se la puede encontrar pésima.

Cabe la pregunta por el uso del 3D, herramienta que tuvo su explosión en el 2010 acompañando en forma exagerada a una gran cantidad de títulos. Se dio por un lado el uso meramente comercial, con aportes absolutamente nulos, y por otro la utilización justificada del recurso como en Avatar o, más cercana a esta, Jackass 3D. A diferencia de lo ocurrido en el país de origen, en Argentina Piraña tuvo su estreno mucho tiempo después que la de los chicos de Johnny Knoxville, que fueron capaces de sacar gran provecho al 3D generando algunas secuencias geniales. Así el pene flotante que dos de los hambrientos peces se disputan o el vomito directo al espectador divierten, pero al mismo tiempo dejan la sensación de que se podría haber logrado un poco más. Fuera de esto Piraña 3D entretiene e invita al público a sumarse a la diversión, algo que se logra con anteojos puestos y prejuicios de lado.

7 puntos

 

 

 

 

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