Crítica de Pistolero

La violencia sigue a Isidoro Mendoza como una sombra. Junto a su hermano forma una banda de criminales y pone a la policía tras su rastro. El amor abre una nueva posibilidad en su vida, pero no parece haber más que muerte en el horizonte.

Pistolero, Lautaro Delgado Tymruk, Diego Cremonesi, Juan Palomino

Isidoro Mendoza es un forajido; roba bancos, joyerías, estancias. Aún así la gente lo quiere, lo protege, pero esta vida le traerá más de un problema. Pistolero es la ópera prima de Nicolás Galvagno, quien también la escribió. Un western nacional que se nutre de los clichés del género sin perder la identidad propia.

Inspirado por la historia real de los hermanos Velázquez, de los últimos bandidos rurales que tuvo nuestro país, la película sigue a dos hermanos que operaban durante la dictadura de Onganía. El protagonista es Isidoro (Lautaro Delgado Tymruk), un hombre de pocas palabras al que la gente intenta reivindicar como una especie de Robin Hood aunque él le huya a eso. No se ve como un héroe. Su hermano (Sergio «Maravilla» Martínez) es todo lo contrario: confiado, charlatán, y el que planea los robos y arma los equipos. Siempre están buscando chofer, no tienen mucha suerte con ellos y no les suelen durar más de un asalto. Ellos no escapan y la gente los protege, pero un policía (Juan Palomino) les viene pisando los talones y hará todo lo posible por encontrarlos.

Pistolero, Lautaro Delgado Tymruk

Con todos los elementos atractivos del western -persecuciones, tiroteos, robos, escenarios rurales y un oficial del a ley empecinado en capturar a los bandidos-, Pistolero es también, o quizás más, un drama. La vida de Isidoro antes de los 35 es un misterio, nadie sabe por qué de golpe eligió esa vida. Cuando se enamora de una maestra recién llegada de Buenos Aires (María Abadi), empieza a contemplar su vida y coquetea con la posibilidad de llevar una más simple, tranquila.

El mayor fuerte de esta película son sus imágenes, con una dirección prodigiosa y una fotografía que captura la belleza natural del territorio. Los mejores momentos son aquellos en donde prima la parte estética. También esas escenas en las que aparece Diego Cremonesi, quien interpreta a un inmigrante italiano que forma parte de la banda y es el encargado de conseguir las armas. Este último brilla en cada una de sus escenas, a veces hasta corriendo del foco a Delgado Tymruk, quien también realiza una actuación precisa y profunda.

Pistolero es una película distinta, de un género pocas veces explorado en nuestro cine y que merece ser vista en salas.

8 puntos

 

 

 

 

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