Crítica de Recetas para Microondas

La historia de una mujer, sus amantes, el hombre que la violó, y el hijo que salió de esa violación.

Recetas para Microondas

Recetas para Microondas lejos está de seguir una fórmula, como pareciera indicar desde el título. Es una película que permanentemente sorprende e incomoda, incapaz de jugar bajo lineamientos conocidos y dispuesta a mantener al espectador en ascuas.

Debo decir que la vi completamente en blanco. Sin saber de actores, director, sinopsis o siquiera habiendo visto su adelanto. No es algo que suela suceder y considero que mejoró exponencialmente la experiencia. Permitió, por ejemplo, sentir que se rompe todo con el primer diálogo entre Verónica Intile (Ataúd Blanco, Ecuación) y Fabián Arenillas (El Hijo de la Novia, La Última Fiesta), quienes se “reencuentran” tras una estadía en prisión del segundo. Hasta aquel momento no había indicios de lo sucedido y la conversación es una explosión imprevista que afecta a los tres: a ella, a él y a mí, que me doy cuenta que no estoy en presencia de una película corriente.

Graciela lleva lo que en apariencia es una vida despreocupada. Se acuesta en dos posiciones impersonales con cada hombre que conoce, sea alto, bajo o el médico de Angola que acaba de atenderla. Desde luego que el cruce con Luis llevará a poner todo bajo una nueva lupa y a interpretar de otra forma su comportamiento. El desenfado podría pasar a verse como un doloroso mecanismo de defensa. Engaña a cada amante para conseguir plata, lo que tapa a una mujer quebrada e incapaz de progresar desde hace años, por un abuso que la marcó de por vida. Cada momento de sincera intimidad, acaba en sangre.

Recetas para Microondas

Breve y dinámica, se mueve con celeridad entre escenas con separadores sencillos, celestes y con un leit motiv que se mantiene junto a uno, que actúan como una suerte de condicionamiento pavloviano y nos preparan para una película ligera cuyos temas lejos están de serlo. Hay un verdadero riesgo de parte de Matías Szulanski (Pendeja, Payasa y Gorda) a la hora de pensar su proyecto, uno bien jugado en términos de los tiempos que corren. Y eso entiendo que no está mal, a pesar de que se lo vea como insensible. Distanciado de las pretensiones, asume cierto tono humorístico. Hay una seguidilla de amantes con particularidades físicas, una fracturada víctima de un ataque sexual, un violador al que se quiere humanizar y un hijo hermafrodita que salió de esa violación. Fuera de lo solemne y del confort, son personajes curiosos dentro de una historia inclasificable en un mundo distorsionado.

En uno en el que hay arrebatos de violencia injustificados, en el que se toma vino-sangre con tostadas. Uno en el que el objeto de desaprobación es la protagonista, pero redime a su victimario. Uno en el que eventualmente se llega a la conclusión de que no pareciera haber rumbo más que el viaje de auto-entendimiento de Graciela, a quien los escasos 65 minutos le quedan cortos como para recibir su merecida justicia, por más destacable que sea el trabajo de Intile y su catártico monólogo final. Y que en ese sentido elige a consciencia abordar ciertos temas con preocupante liviandad y sin mucho destino, lo que provoca cierta sensación de que el objetivo final no era otro más que la mera controversia.

estrella3

 

 

 

 

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