Crítica de Segundo Subsuelo

A partir de los testimonios de un ex detenido desaparecido durante la última dictadura, y de un arquitecto e investigador, este documental devela la historia de un centro clandestino de detenciones.

Segundo Subsuelo, Galerías Pacífico, Arturo Santana Das Mores, Pablo López Coda, Nicolás Martínez Zemborain, Oriana Castro

Manos, pies y rostros delineados a la perfección conforman los primeros planos. Retazos de la cúpula de las Galerías Pacífico. Extractos de las más grandes manifestaciones del muralismo argentino tiñen de sacralidad el firmamento del recinto. El mismo que prosigue como bandera del consumismo desenfrenado y repelente que se instaló en los ’90, y que fue previamente un centro de detenciones forzadas. Esta última historia es la que el film reconstruye a partir de los relatos de Arturo Santana Das Mores, ex operador de video y fotógrafo, y de Pablo López Coda, arquitecto especializado en materiales de la construcción, quien colabora con la investigación del caso del primero.

Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain comprenden a la perfección cómo abordar el tema, y de qué manera incorporarlo en un marco político más amplio. La dimensión colectiva en la que se inscribe esta dolorosa experiencia es recuperada mediante entrevistas a otros actores como Pablo Llonto, abogado especialista en derechos humanos, y el juez federal Daniel Eduardo Rafecas, que explica cómo se investigan los crímenes del terrorismo de Estado. A través de sus palabras también advertimos las dificultades político-institucionales que implican estos procesos, como así también la urgencia de su realización.

Segundo Subsuelo, Galerías Pacífico, Arturo Santana Das Mores, Pablo López Coda, Nicolás Martínez Zemborain, Oriana Castro

Respecto a lo visual, a pesar de que no es lo que más destaque ni importe del film, presenta una gran utilización del montaje en paralelo. Este recurso nos permite hacer el cruce entre la lucha de Arturo, quien busca que su historia trascienda públicamente como testimonio oficial, y la de López Coda quien, además de colaborar con Das Mores, aporta pruebas más generales para denunciar la existencia del centro clandestino ubicado en Galerías Pacífico. Las imágenes también ayudan a circunscribir el relato de Arturo en la historia de nuestro país, como comprensión del pasado y lucha vigente. Vemos la gran convocatoria de personas en una actividad de la organización Barrios por Memoria y Justicia, o la enorme cantidad de expedientes encarpetados de casos que, por ende, todavía hoy continúan investigándose. Asimismo, la narrativa visual aporta información valiosa acerca de la interdependencia institucional y los múltiples actores que se movilizan en estas causas: recorremos el Juzgado de Comodoro Py, el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires y el Archivo Nacional de la Memoria.

El documental funciona como fuente testimonial en sí mismo. Además de esta faceta de difusión, lleva impreso un llamado a que otras voces se sumen, y manifiesta la necesidad de persistir con las investigaciones sobre el período más oscuro de nuestra historia. Esto deberá ser así a pesar de que el camino no sea sencillo, y de que no cesen los intentos de boicot y entorpecimiento. Aunque, como reza la frase que cita el film al inicio: «Allí dónde la toques, la memoria duele». El documental logra transmitir esta necesidad de compromiso y de insistencia para evitar que nuestro pasado caiga en el olvido. De reconstruirlo, así como Arturo y Pablo reconstruyen, a partir de la identificación de un fragmento de mosaico, un nuevo relato que reclama por memoria, verdad y justicia.

8 puntos

 

 

 

 

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